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Error de cálculo

Los peores pronosticadores del porvenir económico son aquellos políticos que, sin ninguna formación financiera, se ponen a hacer conjeturas y suposiciones, apunta Gabriel Reyes.
vie 05 mayo 2023 06:10 AM
Sucursal de First Republic Bank
La compra de First Republic Bank deja claro que las autoridades del exterior han concluido que lo mejor es diferir en el tiempo los efectos de una quiebra bancaria, encargando a otro intermediario el rescate, señala Gabriel Reyes.

(Expansión) - Los expertos en finanzas suelen equivocarse al hacer pronósticos, pero, al existir una amplísima gama de posturas, siempre encontraremos a quien haya vaticinado certeramente disrupciones en el sistema bancario. El grado de error es mayor o menor, dependiendo de lo sensibles que sean las variables consideradas ante eventos inesperados. Tan cierto lo anterior, como el que los peores pronosticadores del porvenir económico son aquellos políticos que, sin ninguna formación financiera, se ponen a hacer conjeturas y suposiciones.

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En la reciente convención bancaria hubo quien, con claro desconocimiento del tema, festejó que las utilidades bancarias hayan llegado a niveles récord, al tiempo que el nivel de capitalización de la banca, que se muestra en los balances, rebase las exigencias regulatorias. Sin embargo, lo que se presumió como un logro es, en el mejor de los casos, una luz ámbar. No hay razones de mercado que justifiquen esas rápidas y generosas salidas de recursos de la banca, particularmente de la mexicana, dado que afronta un difícil y distorsionado entorno, en el que, por múltiples razones, la cartera vencida ha venido y seguirá creciendo, al tiempo de que no se encuentran nuevos y confiables tomadores de crédito.

Así es, si tuviéramos equipos de regulación y supervisión financiera experimentados, los anuncios hechos en Mérida habrían invitado a una profunda revisión sistémica, así como a un análisis profundo del precipitado reparto de dividendos, a efecto de comprobar que no haya subvaluación de pasivos y/o sobrevaluación de activos. La verdad sea dicha, es que puede percibirse un ánimo de retiro forzado, así como una debilidad crónica en los intermediarios.

Incluso, algunos de los vicios e irregularidades que presentaron algunos intermediarios a principios de los 90 han tenido su reedición con pequeños ajustes. Sorprende constatar cómo algunos funcionarios cuestionados en aquel entonces rearmaron sus equipos y volvieron a las andadas, haciendo arriesgados arbitrajes entre sistemas financieros de diversos países, correspondiendo activos locales con especulativos e inciertos niveles de cobranza en otros países y viceversa, sí, el que alguna vez se conoció como el esquema Confía.

La anómala captación y colocación transfronteriza precisa de habilidades que no parecen estar presentes en algunos de esos intermediarios cuyos balances mostraron utilidades, pero sí, la práctica de transferir a otras entidades, vinculadas o no, activos indeseables, llegando al extremo de no dar a la insolvencia del cliente el prudente peso que debe tener.

Los funcionarios encargados de la supervisión financiera posiblemente pensarán que voltear hacia otro lado es la solución y que más convendría no destapar escándalos financieros, dado que el típico resultado es que la autoridad deba entrar como redentora, y, casi siempre, termina crucificada. Desde hace algunos años, la fiscalización ha llegado a un estado de impasse, y los hoyos negros, lejos de desaparecer, cada día son más grandes. Basta ver los crípticos balances de los bancos de menor tamaño, para advertir que el brusco evento de ajuste está a la vuelta.

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No faltará quien culpe a los neoliberales; a lo que pasa fuera de México, o al conflicto bélico provocado por Rusia, pero lo real, es que se trata de graves y catastróficas omisiones en que han venido incurriendo las instancias encargadas de responder por la liquidez y solvencia del sistema financiero mexicano, por lo que, aunque se diga que se hará lo imposible por no reconocer los quebrantos sino hasta el 2025, el caso es que será la falta de capacidad para cumplir compromisos lo que pondrá las fechas.

La compra de First Republic Bank deja claro que las autoridades del exterior han concluido que lo mejor es diferir en el tiempo los efectos de una quiebra bancaria, encargando a otro intermediario el rescate, esto es, haciendo uso de la ventaja de mantener el negocio en marcha sin hacer un corte de caja, sabiendo que, tarde o temprano, el rescatista pondrá condiciones que permitan subsidiar la operación, incluyendo, claro, la laxitud regulatoria.

El seguro de depósito nacional está circunscrito al pasado, y poco o nada podrá hacer para afrontar el problema. Hoy, como nunca, es difícil saber si los faltantes son más graves en el sector regulado o en el desregulado. Aunque parezca fácil tapar el sol con un dedo en los próximos 17 meses, puede haber un error de cálculo.

Nota del editor: Gabriel Reyes es exprocurador fiscal de la Federación. Fue prosecretario de la Junta de Gobierno de Banxico y de la Comisión de Cambios, y miembro de las juntas de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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