En el 2009, la autoridad del vecino país cometió un error que pagó muy caro, al no sólo detener el alza de las tasas, sino, incluso, revertir los aumentos. Al poco tiempo, cayó en cuenta de que el movimiento a la baja fue circunstancial, y la precipitada relajación condujo a un pronto retorno al desorden. Aquí ya se anunció que en próximas semanas se mantendrá, si no es que se bajará, la tasa de interés, lo que es de anticipar será una reedición del error allá cometido.
Decir que la inflación ha comenzado a ceder, deja claro que no se da el justo peso a la incondicionalidad que aqueja a quien dejara el gabinete para presidir el Inegi, y que, por si ello fuera poco, comparte destino con un cuasi autónomo subgobernador del Banxico. Hace también patente que no se advierte el artificial y manipulado impacto de políticas efectistas de corto plazo, que han introducido bienes sin cargas de comercio exterior, así como facilitando su ingreso, al reducir y hasta suprimir, trámites previstos en la regulación aduanera.
Se puede apreciar un manejo sesgado en la toma de muestras, así como la forzada construcción de una narrativa articulada en franco apoyo al gobierno en turno. La canasta empleada no refleja a cabalidad la evolución de precios de un conjunto de productos que replique lo que está sucediendo en las calles. La inflación crece y aún impacta severamente el bolsillo de amplios sectores de la población.
Los improvisados integrantes del órgano de gobierno aplican de forma mecánica recetas que no atienden las particulares circunstancias que han provocado el movimiento alcista de los precios, y, seguramente, en un par de trimestres, caerán en cuenta de que hacerle el juego a los políticos que detentan el poder no conduce a nada bueno, pero sí ocasiona gran desprestigio. No es que lo hayan ganado o formado a lo largo del tiempo, pero el voto ciego de confianza que les dio el Senado comenzará a ser criticado con razón.
La aparente baja es meramente coyuntural, y notoriamente provocada por decisiones gubernamentales que alteraron, por un breve plazo, la oferta de ciertos productos. A ello debemos sumar que la forma de aumentar los precios se oculta disminuyendo cantidad o calidad de los productos, los cuales, con artificiales cambios de presentación, crean el espejismo de mantenimiento o hasta reducción de precios.
La demanda se está contrayendo, por lo que la oferta parece colmar suficientemente las necesidades del público, manteniéndose así el nivel de precios. Ese efecto será transitorio, y desaparecerá, cuando la escasez de ciertos productos materialice el postergado ajuste. Nominalmente puede registrarse un nivel de ventas parecido al de años anteriores, pero lo que se lleva a casa ha menguado. La inflación sigue creciendo, pero, por ahora, se resiente en la mesa de los consumidores y no en las etiquetas.