Alfredo del Mazo Maza entregaría el poder del gobierno del Estado de México a Delfina Gómez, candidata de la Coalición ‘Juntos Hacemos Historia’ formada por los partidos Morena, PT y Verde, y así se consumaría la derrota de un grupo político derivada por varios factores: la influencia del Presidente de la República, la gestión gris del actual gobernador, el desmantelamiento de la operación política…
Con ello, también vendría un quiebre en la clase política de la región. La influencia del ‘Grupo Atlacomulco’ perdería penetración ante la corriente que tiene como mentor a Andrés Manuel López Obrador. La agrupación política en su momento liderada por Carlos Hank González y actualmente conformada por exgobernadores del estado se enfrentaría al dilema de reacomodarse o perder cotos de poder.
Es la breve historia de cómo un poderoso clan se debilitó no solo por la pérdida de financiamiento, sino también por sus activos negativos, la carga de fobias, la simpatía de contrarios y deslealtades.
El 1 de febrero de 1827 se declara a Texcoco como la capital del Estado de México. El 5 de julio de 1830 deja de serlo y Toluca se convierte en el centro neurálgico para la toma de decisiones. Así, al paso de los años, políticos conservadores, otros insurgentes, militares, se traspasaron el poder. Muchos años después, bajo el cobijo del PRI se formó aquel grupo cuya existencia es rechazada por sus propios integrantes y que entre sus filas están Alfredo del Mazo González, Arturo Montiel Rojas, Enrique Peña Nieto, entre otros.
De acuerdo con analistas que han seguido muy de cerca a los miembros del ‘Grupo Atlacomulco’, la debacle comenzó en 2018 con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, quien ya en el poder colocó como ‘poder paralelo’ a Delfina Gómez, al fungir como comisionada de la autollamada Cuarta Transformación en el Estado de México. De esta forma, la gestión del actual gobernador era acompañada por una incómoda ‘sombra’ que seguía sus pasos y a su vez dificultaba su camino.
Mucho antes de cada elección estatal, los exgobernadores solían reunirse para ir de la mano rumbo a la definición del candidato del PRI a la gubernatura del estado. Esta ocasión no. Algunos exgobernadores le han hecho vacío a Alejandra del Moral, otros han aparecido en sus actos de campaña pero su presencia ha sido muy tímida. Tampoco goza del respaldo del actual gobierno del estado.
El ‘factor dinero’ también ha sido un ingrediente. Ante la baja en su financiamiento público, el PRI ha sufrido el desmantelamiento de su estructura promotora del voto. La ‘vecinocracia’ encarnada en líderes reconocidos dejó de operar a su favor, debido a la falta de dinero para pagarles. Incluso, muchos de ellos han ‘renunciado’ a sus principios y han migrado para apoyar a la candidata del Presidente.
También, es cierto, se observa que un apoyo frontal de Alfredo del Mazo Maza hacia Alejandra del Moral (candidata por la Coalición Va por el Estado de México) podría ser contraproducente dado que se considera que el actual gobernador es un activo negativo, al tiempo que Delfina Gómez, más allá de las fobias que pueda acarrear, es reconocida por ser una activista que sabe tocar puertas.