Con motivo del Día del Internet, celebrado el 17 de mayo, me surgió una duda: ¿alguna vez se habrán preguntado los jóvenes de hoy cómo sería el mundo sin el internet y las redes sociales? Desde luego, sería muy diferente a como hoy lo entienden; les daría mucho trabajo vivir sin la instantaneidad que da la tecnología y se sentirían incomunicados y hasta perdidos por no poder usar las aplicaciones de tránsito. Aún para los adultos mayores sería problemático regresar a las épocas en que para encontrar un domicilio se recurría a una gruesa guía llena de mapas con letras pequeñas y que no informaban sobre problemas de tránsito.
En los últimos años se han realizado algunos experimentos con niños y jóvenes sobre lo que pasa cuando se les priva del acceso al internet. En un caso, durante ocho horas los participantes no tuvieron internet. Sólo tres de los 68 participantes terminaron el experimento, y la mayoría padeció náuseas, sudor, mareo, bochornos, y hasta pensamientos suicidas y ataques de pánico.
En otro experimento, durante siete días los participantes se desconectaron del internet y escribieron sus impresiones en un diario. Las sensaciones que describieron se relacionaron con sentimientos negativos como ansiedad, inseguridad o dependencia.
Aunque es poco probable que en algún momento el mundo quede sin internet por varios días, en algunas ocasiones sí ha ocurrido por algunas horas. En octubre de 2004, una falla en la computadora principal de un satélite mexicano provocó que, durante casi 12 horas, las transmisiones de servicios de telecomunicaciones en todo el continente fueran suspendidas. La falla se originó por el crecimiento de filamentos de estaño en la computadora principal del satélite (“le salieron barbas”, dijo el director de la empresa responsable).
En 2021 se “cayeron” en el mundo las principales redes sociales durante cerca de seis horas. Más allá de las repercusiones personales en los usuarios, en uno y otro caso los eventos generaron consecuencias importantes en términos económicos, financieros y de prestigio para las empresas operadoras de los diferentes servicios a través de internet.
Como adultos, ¿cómo sería hoy el mundo sin internet y las redes sociales?
Quizá la primera sensación sería, ya acostumbrados a las redes sociales, cierta desesperación porque no existiría una forma de expresión personal de manera masiva ni de estar al tanto al instante de todo lo que ocurre en la ciudad, en el mundo o con las personas conocidas.
Los teléfonos sin la conexión al internet, curiosamente, sólo servirían para lo que fueron inventados: para hablar; no enviarían mensajes de texto ni fotos o videos, y habría que esperar a estar en casa u oficina para poder sintonizar los noticiarios e informarse; los pagos de impuestos y servicios tendrían que hacerse directamente en un banco o en una sucursal de la prestadora del servicio, sujetos a una enorme burocracia.
Para las agencias de relaciones públicas, no tener internet significaría, entre otras cosas: el envío físico de boletines de prensa y fotografías a los diferentes medios de comunicación, venciendo el reto de distribuirlos antes de la hora del cierre de las ediciones a través de una flotilla de mensajeros en motocicleta, (como tampoco habría servicio de comida a domicilio, los repartidores se podrían contratar para mensajería).