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Inclusión laboral de personas con discapacidad

Toda empresa que aspira a ser socialmente responsable debe convertirse en incluyente por convicción. Se trata de un tema de justicia y respeto óptimo de los derechos humanos.
mié 14 junio 2023 05:59 AM
Políticas inclusivas pueden mejorar calidad de vida de mujeres con discapacidad
Aquellas empresas que optan por integrar entre su planta de colaboradores a personas con discapacidad tienen mejor desempeño y obtienen mejores resultados en el plano de productividad, apunta Guillermo Fournier.

(Expansión) - El mundo profesional precisa partir de una dimensión humana, donde se creen sinergias orientadas a la construcción de un mejor presente y un futuro prometedor para todas las personas.

Las dinámicas que excluyen a determinados sectores de la población de la actividad productiva generan un enorme daño, tanto para los individuos discriminados, como para el desarrollo económico en sentido amplio, pues el progreso humano requiere de una participación integral de cada mujer u hombre dispuesto a aportar su esfuerzo y talento.

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Por tanto, a continuación, abordaré algunas de las ventajas de crear y fortalecer políticas empresariales de inclusión laboral para personas con discapacidad:

En primera instancia, la conformación de equipos de trabajo plurales siempre es redituable para las organizaciones, ya que la integración de perfiles complementarios abona en la consecución de las metas de la empresa.

Bajo esta lógica, las personas con discapacidad tienden a compartir cualidades destacables como la resiliencia y la capacidad de adaptación al cambio, las cuales se traducen en un gran activo para alcanzar objetivos concretos para la organización.

Los estigmas que históricamente han acompañado a las personas con discapacidad deben ser superados en la era contemporánea, dado que todo ser humano es valioso en sí mismo, y cuenta con el potencial de crecimiento y desarrollo para sumar en favor de cualquier proyecto determinado.

Más aún, estas concepciones sociales equivocadas ponen demasiado énfasis en la discapacidad en cuestión, lo que constituye un grave error, porque todos los individuos tenemos limitantes, que no son impedimento para madurar en el plano profesional, y ofrecer nuestros conocimientos y aptitudes al servicio de propósitos puntuales.

Es comprobable que aquellas empresas que optan por integrar entre su planta de colaboradores a personas con discapacidad tienen mejor desempeño y obtienen mejores resultados en el plano de productividad.

En segunda instancia, toda empresa que aspira a ser socialmente responsable debe convertirse en incluyente por convicción. Se trata de un tema de justicia y respeto óptimo de los derechos humanos. La discriminación es un mal que afecta a la sociedad de múltiples formas, y promover programas y estrategias para combatirla es un deber moral.

Además, las organizaciones que apuestan por políticas de inclusión son percibidas por sus colaboradores como espacios de trabajo mucho más armónicos, con ambientes laborales óptimos, asegurando una mayor permanencia y sentido de identidad. Por supuesto, ello repercute en el éxito de los objetivos trazados.

Nuevamente, cuando se prioriza la dimensión humana, los resultados favorables se tornan tangibles. Las empresas del siglo XXI necesitan transitar hacia un entorno donde permee el respeto, la empatía y la integración.

Como tercer elemento, la iniciativa privada tiene la responsabilidad de construir ambientes de mayor participación social, donde nadie se quede atrás. Una de las críticas al sistema capitalista es que ha puesto por delante la ganancia inmediata, sin tomar en cuenta el aspecto humano.

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No cabe duda de que el crecimiento económico ha sido significativo en las últimas décadas. No obstante, ahí donde la desigualdad prevalece se abren grietas importantes que perjudican a mediano y largo plazo el progreso en cualquier sociedad.

Poner el acento en una auténtica inclusión, combatiendo el rezago de los grupos más vulnerables, seguramente, representará un antes y un después en el desarrollo social. No hablamos de caridad ni de filantropía, sino de promover verdaderamente la conformación de una fuerza laboral que incluya a todas y todos.

Estoy convencido de que las nuevas generaciones de líderes empresariales tomarán en cuenta la inclusión como elemento toral para avanzar hacia una sociedad más equitativa, con oportunidades para todos los individuos por igual.

De ello depende, la edificación de un porvenir de esperanza. Solo unidos podremos superar los desafíos mayúsculos que enfrentamos en un contexto complejo.

La empresa del presente y del mañana será una organización que diga sí a la inclusión y no a la discriminación.

Nota del editor: José Guillermo Fournier Ramos es docente en la Universidad Anáhuac Mayab. Vicepresidente de Masters A.C., asociación civil promotora de la comunicación efectiva y el liderazgo social. También es asesor en comunicación e imagen, analista y doctorando en Gobierno. Síguelo en Twitter y en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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