Por ello, desde la infancia cada individuo inicia un proceso de educación, formación e integración en el contexto social que no cesa de evolucionar y actualizarse sino hasta la muerte.
Es en los ámbitos del hogar, la escuela y los distintos círculos sociales y profesionales que mujeres y hombres moldeamos nuestro carácter, desarrollamos talentos y habilidades, y crecemos como personas en sentido amplio.
No obstante, el ritmo de vida híper-acelerado de la era contemporánea, que tiende a privilegiar lo efímero por encima de lo trascendente, nos hace vulnerables a perder la brújula, dejando a un lado tanto principios y valores personales, como objetivos y motivaciones más allá de lo meramente material.
En una sociedad volátil, donde predominan la incertidumbre y los cambios son tan vertiginosos que se traducen en estrés constante, es difícil realizar, de cuando en cuando, una mirada introspectiva y generar un plan de vida con metas de valor a corto, mediano y largo plazo.
Lo grave es que la carencia de una visión clara, con sueños por cumplir y logros puntuales por obtener, termina por abrir camino a un estado de aletargamiento, donde la mera inercia nos mantiene activos, aunque sin mayores aspiraciones.
Desde luego, esta falta de propósito, se traduce en mediocridad, tedio y apatía.
Lamentablemente, se trata de un fenómeno más común de lo que quisiéramos, lo cual se demuestra con los elevados niveles de burn-out, estrés y ansiedad entre las personas profesionistas.
A continuación abordo tres puntos que considero pueden contribuir a orientar el sentido de las personas profesionistas hacia una visión de trascendencia.
En primer lugar, el aprendizaje constante permite a las personas mantenerse a la vanguardia de las nociones teóricas y técnicas aplicables a los retos profesionales propios de la actualidad.
En este sentido, el esquema learn-on-time, que propicia la obtención de conocimientos actualizados, según sea la necesidad, es una excelente alternativa.
Por supuesto, la profesionalización a través del estudio de diplomados, maestrías y doctorados aporta mucho al profesionista, tanto por lo que se aprende en el programa educativo en cuestión, como por el networking.