Infortunadamente, el modelo educativo tradicional aún se halla lejos de potenciar de manera óptima la creatividad en los estudiantes, siendo que el mismo esquema de educación, con programas rígidos y orientación hacia el aprendizaje mecánico-memorístico, merma de a poco, aunque de forma progresiva, la aptitud de las personas para ampliar sus horizontes creativos.
En consecuencia, el perfil de la mayoría de los egresados de educación superior es el de profesionistas programados para seguir indicaciones precisas, desenvolverse en márgenes acotados de acción, y ceñirse a las normas estructuradas tradicionales by the book.
Si bien, en el plano profesional, la disciplina y el conocimiento de nociones básicas son sumamente útiles, la ortodoxia a ultranza -legado de un sistema educativo heredado de la cosmovisión de la Primera Industrialización-, evidentemente, limita de modo importante los procesos creativos.
Por ello, a continuación, comparto algunas consideraciones para impulsar el pensamiento creativo en equipos de trabajo de alto rendimiento:
En primer lugar, la cultura organizacional de cualquier empresa que aspire a promover la creatividad entre sus colaboradores debe basarse en la confianza y nunca en el miedo.
Desde luego, las empresas e instituciones necesitan alcanzar metas establecidas para ser rentables, pero apostar por sistemas autoritarios donde cometer un error resulte inadmisible, implica fomentar una cultura del miedo.
Cuando lo anterior ocurre, de manera inevitable se cierran los estímulos para innovar, puesto que implementar ideas audaces requiere de valentía ante la incertidumbre; las propuestas que rompen esquemas, potencialmente, pueden fracasar.
Empero, aniquilar la creatividad es incluso más riesgoso, ya que, un entorno cambiante exige de actualizaciones permanentes. Solo aquellas organizaciones con la flexibilidad suficiente para adaptarse a la nueva era de transformación tecnológica podrán sobrevivir y ser exitosas.
En cambio, cuando las empresas no son capaces de reinventarse dada su visión limitada -que muchas veces se arraiga a consecuencia de los buenos resultados del pasado-, el desenlace puede ser catastrófico. Véase el caso de Blockbuster.
En segundo término, incentivar el pensamiento creativo pasa por conformar equipos de trabajo con perfiles plurales y complementarios entre sí. Como afirma el dicho: en un grupo donde dos personas o más piensan exactamente igual, podemos concluir que uno sobra.