Por ello, es obligado preguntarnos qué trata de decir quien nos habla de un proyecto de nación, como si ésta no existiera, o aspiráramos a dejar de ser la nación de la que estamos orgullosos. Hoy, se cuestiona con razón, la falta de veracidad en las afirmaciones que se hacen en cada conferencia matutina. Sin embargo, en ella, podemos advertir claramente que la narrativa está construida en no más de 10 conceptos críticos, así como en una veintena de frases que, a modo de mantra, ya se pueden escuchar en el muñeco que representa al residente de palacio.
Así es, cada vez que es cuestionado, acude a la narrativa construida sobre la idea maniquea que postula que en nuestra historia sólo hay buenos y malos, y en la que, esquizofrénicamente, militan juntos Villa y Madero, así como otros personajes que en la vida real no hubieran encontrado razón siquiera para convivir. A falta de una trayectoria exitosa como administrador público, se ha dedicado a denostar a quienes le antecedieron, sin caer en cuenta que ya cuenta en su haber los pecados que critica.
Ante la falta de una fuente identificable de ingresos, López Obrador encontró en las regalías explicación de su sustento. Al principio, se rehusó a darse de alta ante las autoridades fiscales, y ya no hablemos de expedir facturas, hasta que las editoriales se negaron a comercializar sus libros, si no cumplía con el básico requisito. A la fecha, se desconoce las cantidades que anualmente percibió por ese concepto, pero lo real es que sus libros, dicen las editoriales, se venden cada año como el mejor de los best sellers. Esto es, durante más de una década, los libros se vendieron a gran velocidad sin llegar a las vitrinas, ni a los anaqueles de las librerías, dejando sólo grandes cantidades entregadas en efectivo al prolífico literato.
Es sin duda asignatura pendiente, el hacer estudio de la obra, a efecto de saber si se trata de una sola pluma, o si es perceptible la concurrencia de “ayudantes” que han hecho posible que, cada año, exista una nueva obra que aborda, con elocuencia y asertividad, temas y asuntos que, al ser narrados de viva voz, carecen de la estructura, consistencia y amplitud lexicológica que se aprecia en la obra escrita, sí, por alguna extraña razón, el autor pierde las descritas facultades literarias al estar frente al micrófono. Lo real, es que la existencia de grandes tirajes nos invita a pensar que no ha faltado quien los compre completos, pagando todo en efectivo.
Pero más allá de la ingeniosa forma de explicar la única cercanía que tiene con la economía formal, es posible llegar a la conclusión que la obra literaria no constituye sino una arenga que perfila a sus adversarios como enemigos del pueblo, sin que haya ningún trazo, coherente, puntual y concreto, de un plan de gobierno, ya que se limita a expresar calificativos y a prometer que las arcas públicas serán repartidas como botín, a cambio de un incondicional apoyo electoral. Ahí no hay un proyecto de nación.
Son tres conceptos los que desconoce y confunde: estado, nación y gobierno. En su mente se trata de una trinidad que, como aros de fuego, se unen y separan sin dificultad alguna, formando un todo. Por ello ha pretendido construir, a últimas fechas, un discurso que propala la idea de que se ha combatido al crimen organizado. Dice que nuestro país ya no es un narcoestado.