No se trata de una decisión sencilla, de ninguna forma. Mientras que para muchos representa la llave que abre las puertas del éxito, para otros es sólo pedigree.
Un giro de 180º
Un MBA representa un gran cambio. En ese sentido, quien quiera estudiar un programa de este tipo debe entender a la perfección qué quiere en el corto, mediano y largo plazo. Primero, para poder estudiarlo, pero también en lo que entiende por éxito y hasta cómo se imagina su carrera profesional. Porque aunque es seguro que genere costos para una persona, no siempre es tan obvio que, de hecho, represente una oportunidad.
Es importante entender que un MBA implica un costo de oportunidad: cuando ya se está trabajando, significa salir de la fuerza laboral o no poder desempeñar responsabilidades que, quizá, podrían traducirse en ascenso. Es fundamental entender qué es lo que está en juego. El asunto es que los beneficios rara vez sobrepasan el costo; particularmente, en plazos inmediatos.
Carrera de fondo
No obstante, la realidad es que en el largo plazo sí hay beneficios tangibles; por ejemplo, eficienta procesos que requieren el diploma, incrementa la red de contactos necesaria para florecer en mercados laborales; incluso, permite tener un horizonte de posibilidades que vaya más allá de la industria en la que una persona se desempeña previo al posgrado.
No hay que olvidar que en el mundo de los negocios y el alto rendimiento, rara vez un nombre o título es importante. Por el contrario, es necesaria gente con habilidades sobresalientes y con la capacidad de ofrecer resultados. Un MBA sin esas capacidades, en el largo plazo, también será irrelevante y no muy diferente a un adorno inservible y costoso.
Sabiduría y decisiones
A la hora de escoger estudiar un MBA también importa qué tipo: si regular o ejecutivo. Y en buena medida depende del momento de vida en el que se toma la decisión, además del camino recorrido hasta ese punto.
Un joven recién salido de la universidad quizá puede tomar un programa regular, en el que podrá viajar, hacer amigos y abocarse por completo a los estudios. Alguien de mayor edad podría optar el camino ejecutivo, que también tendrá ventajas, pero estará plagado de mucho sufrimiento, porque implica lograr una vida entre la familia, el trabajo y el estudio.
Mi experiencia es que la carga curricular es la misma, pero he visto que el tiempo y dedicación del ejecutivo consume mucho tiempo, he visto matrimonios que se rompen por la tensión, entre el 10-15% de los matrimonios no logran sobrellevarlo debido a lo demandante que es.
Otra cosa a considerar es el momento de tu vida. En la regular el promedio de edad es de 25, mientras que en el ejecutivo es de 35 años. Además, la regular es de tiempo completo, lo que te permite viajar, hacer amigos y preocuparte por establecer nuevas relaciones y contactos.