(Expansión) - El nearshoring acaparó titulares en la prensa y discusiones de sobremesa a nivel nacional a lo largo del año pasado y en gran parte de éste. Y no fue de a gratis. Más allá de ser un tema ‘de moda’, con la reubicación de cientos de empresas extranjeras en México, hubo una derrama económica de decenas de miles de millones de dólares a lo largo de 2022. Paralelamente, presentó cuestiones muy interesantes de las formas en las que el país podría y debería aprovechar el fenómeno en su favor.
Esta estrategia principalmente industrial trajo consigo empleos, movió las cadenas globales de valor hacia regiones que habían sido olvidadas hasta antes de la pandemia—bajo el argumento que la gran fábrica de todo el mundo está en Asia—y, sobre todo, reconfiguró las balanzas financieras a nivel internacional. Es decir, redistribuyó mucho del dinero que se usa en el planeta y, en buena medida, presenta un dinamismo inaudito (y hasta necesario) para la industria financiera en México.