En particular, las mujeres registraron un ingreso monetario promedio de 19,081 pesos al trimestre mientras el de los hombres ascendió a 29,285 pesos durante el mismo periodo. Estos ingresos concentran aquellos que provienen del empleo remunerado sumados a los de otras fuentes como pensiones, transferencias de programas sociales, remesas o rentas de propiedades, por mencionar algunas.
La brecha de ingresos que arroja la ENIGH (35%) es menor al 13% que se puede calcular con datos del tercer trimestre de 2022 de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). ¿Por qué? La diferencia radica en la definición de ingresos de cada encuesta. La ENOE mide ingresos laborales, mientras que la ENIGH capta otras fuentes que parecieran reforzar la desigualdad económica entre sexos. Es decir, se sabe que los hombres tienden a acumular mayores ingresos porque trabajan más horas o porque acceden a empleos mejor remunerados, pero además la cifra promedio incrementa con lo que obtienen por arrendar una casa u oficina o por recibir pensiones contributivas mayores, por mencionar algunos ejemplos.
La buena noticia llega cuando se analiza este dato en el tiempo y se observa una caída en el indicador. En 2016 la brecha de ingresos de género era 42%, en 2018 bajó a 38%, en 2020 a 34% y en 2022 subió de forma marginal a 35%. Aunque el indicador prácticamente se mantuvo en los últimos dos años, hay que recordar que 2020 fue un año atípico por la pandemia en donde la brecha se redujo debido a un deterioro de las condiciones laborales de los hombres combinado con un incremento en el ingreso promedio de las mujeres dado que la mayoría de las trabajadoras que abandonaron la fuerza laboral ganaban salarios bajos.
En esta historia, hubo mujeres que tuvieron mayores conquistas que otras. En primer lugar, la brecha de ingresos de género para quienes tienen estudios de maestría cayó 13 puntos porcentuales, de 44% en 2018 a 31% en 2022. Fue el grupo con la mayor caída y tengo la hipótesis de que esto podría ser producto de que en México la demanda laboral está progresando y las mujeres más preparadas tienen una mejor posición para aprovechar estos cambios. En segundo lugar, la brecha para personas de 60 años o más también se redujo en seis puntos porcentuales, de 47% en 2018 a 41% en 2022. En parte, este cambio podría estar impulsado por el Programa de Adultos Mayores que compensa la falta de pensiones contributivas que afecta en mayor medida a las mujeres.