(Expansión) - En medio de la algarabía se dejaron de apreciar hechos que resultan de obligado análisis. Sin dar más importancia a uno sobre otros, hay que empezar diciendo que el gran perdedor fue Ricardo Monreal con su empate en último lugar. Pocos advirtieron que a López Hernández se le quebró la voz al hablar, y que su expresión reveló algo que nadie habría sospechado, sí, se notó que llegó a pensar que su posición era mejor que un lejano tercer lugar, a 14 puntos del segundo y a 28 del primer lugar.
Más allá de la candidatura
Qué tan mal apreciado estuvo el ex encargado de la política interior, que técnicamente quedó al nivel de un diputado, con nulo impacto legislativo, cuyo éxito es haber construido una sólida falange, capitalizando el rencor que reside en el lumpen de las izquierdas. En poco tiempo, éste lo habría rebasado, dejando ver que debió hacer bulla, porque la gallina nunca fue suya. Como lo anticipamos, su equipo pronto tocará a su puerta, porque abandonará masivamente la Secretaría de Gobernación, la que se convertirá en casa de campaña. Se los tendrá que llevar en masa a hacer campaña en Tabasco, aunque May no lo necesita.
La designación del candidato para la capital recae naturalmente en García Harfuch, dejando a Martí otra vez en pausa. Con ello, Monreal llamará a la unidad, pero despachará en la casa de enfrente. Cuevas se fortalece ante un liderazgo que presumía de haber superado siempre la adversidad, y que, tarde o temprano, acabará refugiado en Zacatecas. La trayectoria del que ayer no sonreía, de aquí en adelante, será descendente en lo federal. Podría aceptar el consolador premio que le otorga el movimiento, pero sólo remarcaría lo modesta que resulta su posición.
Hoy tocó a Ebrard una cubetada de realidad, pero todo apunta a que el siguiente en la fila será Noroña, que es compañero, pero del salón de junto. El PT tratará de hacer valer el crecimiento de su representante, particularmente, en las listas. Sin embargo, en campaña, Sheinbaum le hará ver que 30 puntos de diferencia son tantos, que permiten prescindir de liderazgos marginales, y que, antes que él, hay una larga fila de incondicionales. Supo capotear este sexenio la marginación, la pregunta es si aguantará otro.
Ebrard se llevó el reflector, dejando en segundo término lo que difícilmente podría considerarse como noticia. A puerta cerrada, se le dio el maltrato que, tanto propios como extraños, le dijeron recibiría. No acaba de aceptar que es un neoliberal, y que los generosos apoyos que dio, desde posiciones oficiales, no alcanzan para planchar al de la silla. La ruta de la independencia es aquella en la que asomaría la cuenta bancaria en el exterior, no parece recomendable, dirán en la UIF.
El presidente y el discípulo de Camacho se saben muchas cosas, pero aquel tiene el poder. No lo ha enfrentado jamás, ni lo enfrentará ahora. Si de dientes para afuera se queda en Morena, lo que importa no es él, sino ese 25% que, dicho de una manera, lo apoyó, pero, dicho de otra, no quiere a Claudia. Esos ex, del PRI y del PRD, silenciosamente pueden convertirse en cantera en la que tendrá que trabajar Xóchitl. En público, no lo veríamos hacer campaña en contra del oficialismo, pero no lo veremos matraquear en favor de la favorita.
Como Adán, Ebrard tendrá que ver por los seguidores que dejarán sus puestos en favor de los que hasta hoy despachan en el viejo edificio de la regencia. Muchos creen que él tiene las correas de sus seguidores, pero el origen de éstos fue lo que los aglutinó en torno de quien pensaron podría hacerse, desde adentro, del control de Morena, ese proyecto hizo agua, y quienes abandonaron al PRI y al PRD en el 18, verán que ya no hay futuro guinda para ellos.
Salvo que tengan una fortuna esperando en Francia, los que seguían a Ebrard se rehusarán a ser borregada que se encorrale en Movimiento Ciudadano, ya que aun, el menos versado en política de ese grupo, sabe que allá no hará más que acrecentar el poder del otro Delgado. No encabezaría nada serio, ni los llevaría a la tierra que les prometió.
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En el partido naranja tendrán que preguntarse si están preparados para recibir la metralla que nunca han recibido, ya que ese partido suele postular candidatos que no tienen el complejo pasado que trae en las alforjas Marcelo. Así es, sus candidatos, en mejores posiciones, son personajes que llegaron sin haber pasado por esos cargos que llenan los bolsillos, pero vacían la imagen. Es tiempo de mujeres, Amalia sería su mejor opción para la grande, por lo que sería bueno buscar una compañera de fórmula para la chica.
Fuera de Morena, Ebrard sufre un proceso de deterioro tal, que el intento no parece viable, ni recomendable, lo cual, insisto, no quiere decir que saque las manos del ejercicio comicial. El empresariado mexicano, que no desayuna tamales de chipilín, se quedó sin candidato en el partido oficial, tenían todos los huevos puestos en esa canasta. Aunque la favorita ya tiene patrocinadores, no faltará quien se olvide del carnal para rendir pleitesía a la ungida. En este tema, también hay asunto a valorar, ya que la declarada disputa entre Salinas Pliego y el Ejecutivo Federal constituye una carga muy pesada para alguien que quiere conservar ventaja. Un cambio en la embajada en los Estados Unidos de América puede marcar el comienzo de una nueva relación.
La burocracia tiene nueva cabeza, y los planes y proyectos del sexenio que fenece se irán a la gaveta, los escasos recursos serán concentrados y vigilados por una nueva casta que tendrá a sus pies a las oficialías mayores. El proceso ya comenzó, la concentración se hará desde la dependencia que, debiendo ser neutral, se encargará de ser juez y parte en proveeduría y procura.
Algunos legisladores recobrarán la vista, dejando atrás la ceguera incondicional. Saben que al haberse pronunciado en favor de Ebrard ostentan ya la marca escarlata. Su opción es rendirse a los pies del oficialismo o marcar distancia, creando una potente fracción parlamentaria que colocaría los proyectos legislativos en suspenso, pero, inmediatamente, la furia de palacio caería sobre Ebrard, por lo que las convocadas reuniones serán para convencer a las huestes de que, por encima de todo, esta cuidar al defenestrado.
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La alegría del destape ha hecho que la candidata se ponga a repartir dignidades, pero, cuando el frenesí pase, veremos dolorosos ajustes. Ya no se trata de un terso proceso que permita salvar cara y esperar a que las urnas hablen, las migraciones partidarias son lo de hoy. Dante no lo ha entendido. El excanciller, sin quererlo, ha provocado un reacomodo de fuerzas totalmente fuera de su control. El río está revuelto.
Proveedores y contratistas gubernamentales serán los primeros paganos, se acabó el pago de facturas, el calvario de la cobranza será tan ostensible, como el paso de charola. El INE, una vez más, es el gran ausente, que permitirá golpes bajos, codazos y hasta la entrega de bastones de mando.
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Nota del editor: Gabriel Reyes es exprocurador fiscal de la Federación. Fue prosecretario de la Junta de Gobierno de Banxico y de la Comisión de Cambios, y miembro de las juntas de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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