Es cierto que para invertir existen múltiples productos, instituciones y mercados, pero algo sumamente importante es saber qué tipo de inversionista eres. Lo más importante es que este tipo de decisiones vayan acompañadas de un autodiagnóstico, el cual va más allá de sólo saber escoger un producto, sino que implica considerar varios factores para el diseño de una estrategia.
Poco se habla de la importancia que tiene autoevaluarse para que nuestro perfil de inversionista sea acorde a nuestros objetivos financieros. Sin este ejercicio, un inversionista puede caer en la tentación de seguir consejos populares o de tomar decisiones basadas en emociones momentáneas, y esto puede poner en riesgo el capital.
¿Agresivo, moderado o conservador?
Autodiagnosticarse implica una reflexión honesta y un análisis que comienza por evaluar qué tanta tolerancia se tiene al riesgo. ¿Cómo te sentirías, por ejemplo, si tus inversiones perdieran un 20% o 30% de su valor en un determinado tiempo? Un inversionista agresivo puede estar dispuesto a mantenerse en el proceso a pesar de una fuerte volatilidad, mientras que un inversionista conservador podría retirarse rápidamente si las cosas se tornan inciertas.
Se puede ser agresivo, moderado o conservador al momento de invertir, pero un autoanálisis favorece a que una persona no se sienta atrapada en estrategias inapropiadas que podrían llevar a la frustración y a la toma de decisiones impulsivas. Por ejemplo, un perfil agresivo puede estar dispuesto a mantener su estrategia financiera a pesar de una fuerte volatilidad, mientras que una persona conservadora se retira rápidamente si las cosas se tornan inciertas.
Lo importante de conocerse a sí mismo es evitar la toma de decisiones impulsivas, que son uno de los mayores enemigos de los inversionistas. El diagnóstico contribuye a mantener la calma y evitar reacciones que podrían resultar en pérdidas importantes. Al comprender el tipo de inversionistas que se es, se sientan las bases para recordar los objetivos que se tienen a largo plazo y no dejarse llevar por emociones al momento.
Si decides ser un inversionista agresivo debes preguntarte si te sientes cómodo con la posibilidad de registrar pérdidas significativas en aras de conseguir mayores rendimientos, es decir, estar dispuesto a aceptar las consecuencias de una estrategia arriesgada.
Por otra parte, si la opción es ser moderado se debe reconocer que la comodidad está ligada a una cartera que equilibre activos más seguros con una tolerancia al riesgo aceptable.
Si las opciones anteriores parecen muy arriesgadas, tener un perfil conservador puede ser la mejor opción, por su enfoque cauteloso y su prioridad en la preservación del capital. Aquí la única consideración es estar dispuesto a sacrificar rendimientos potencialmente más altos en favor de la estabilidad financiera.