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De chip war a chip amigo: reflexiones sobre la ética en la tecnología

Oppenheimer nos recuerda cómo la mente humana puede ser un arma de doble filo.
lun 13 noviembre 2023 05:59 AM
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Oppenheimer tuvo su dilema ético con la bomba atómica, y no es tan diferente cuando pensamos en cómo la tecnología que usamos todos los días a menudo tiene sus raíces y sus avances más grandes en la industria militar, señala Ana Peña.

(Expansión) - Hace poco me di cuenta de que el mundo del libro de "Chip War", escrito por Chris Miller, no estaba tan lejos de la realidad. Un día estaba caminando por la calle con mi teléfono en la mano, como una verdadera millennial que nunca superó la necesidad de revisar sus notificaciones cada cinco segundos, y justo en ese momento mi teléfono vibró y me di cuenta de que una amiga me había etiquetado en un post de Facebook sobre la película de Oppenheimer.

Resulta que Oppenheimer, ese tipo que tenía la voz más profunda que el océano y que se volvió famoso por sus líos nucleares, está de vuelta, pero ahora en forma de película. Y no, no se trata de una secuela en la que Oppenheimer se convierte en un superhéroe nuclear; se trata más bien de un vistazo al pasado y de cómo su invención de la bomba nuclear, la tecnología militar más poderosa en toda la historia, cambió al mundo.

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Pero volvamos al libro de Chris Miller y su visión sobre "Chip War". Este libro nos sumerge en el emocionante mundo de las guerras tecnológicas y cómo las batallas por el dominio de los chips y procesadores han dado forma a la historia reciente. Ahora, imagina un lugar donde los geeks compiten en duelos de memes, donde las batallas se libran con emoticonos en lugar de espadas y donde el grito de guerra es "¡Ctrl + Z, o te arrepentirás!".

Por otro lado, Oppenheimer nos recuerda cómo la mente humana puede ser un arma de doble filo. En su caso, sus habilidades científicas dieron vida a la bomba atómica, cambiando el juego en la Segunda Guerra Mundial. Y aquí es donde entra el elemento curioso: no sé ustedes, pero imagino a Oppenheimer y su equipo en el laboratorio haciendo chistes nerds mientras ensamblan su propia estrella de la muerte.

Hoy la economía se basa en las cadenas de suministro tecnológicas, es decir, de silicio. El nearshoring, esa oportunidad que se está abriendo en nuestro país, tiene detrás el impulso de la industria tecnológica, que está basada en los chips, creados por el silicio y que surgieron también a raíz de una investigación militar, tal como la bomba de Oppenheimer.

Chris Miller, en su libro “Chip War”, explica cómo los chips comenzaron su vida en medio de la guerra, con el Ejército buscando formas de hacer que sus máquinas fueran más inteligentes y eficientes en la batalla. Los chips son pequeños cerebros electrónicos que hacen funcionar todo, desde tu smartphone hasta tu tostadora inteligente (sí, eso existe). Por eso múltiples compañías invierten millones de dólares en rebalancear la cadena de suministro de esta tecnología.

Pero aquí viene la pregunta del millón: ¿qué pasa con la ética? Oppenheimer tuvo su dilema ético con la bomba atómica, y no es tan diferente cuando pensamos en cómo la tecnología que usamos todos los días a menudo tiene sus raíces y sus avances más grandes en la industria militar. Es como si cada vez que mandamos un mensaje de texto, una pequeña parte de Oppenheimer estuviera gritando en el fondo de nuestros teléfonos, "¡Boom!".

¿Y cómo han evolucionado todas esas tecnologías?

Lo irónico es que, después de la guerra, muchas de estas tecnologías bélicas se han transformado en herramientas pacíficas y en pro del progreso de la humanidad. Por ejemplo, el GPS pasó de guiar misiles a ayudarnos a encontrar el camino a la pizzería más cercana. También está el ARPANET, precursor de Internet, que surgió de investigaciones militares y se convirtió en un pilar fundamental de la comunicación global, democratizando el acceso a la información en todo el mundo.

Para darte un poco de sabor estadístico, según un estudio reciente, más del 50% de las innovaciones tecnológicas en las últimas décadas tienen sus raíces en investigaciones militares. Y aquí va otra: se estima que alrededor del 70% de las patentes tecnológicas en los últimos años se originó en el ámbito militar. Suena loco, pero la guerra ha sido un motor extrañamente efectivo para el progreso tecnológico.

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Pero aquí está la parte seria de esta historia divertida. A medida que nos sumergimos más en la era de la tecnología omnipresente, es crucial detenernos y reflexionar sobre la ética detrás de lo que creamos y usamos. Así como Oppenheimer se enfrentó a la pregunta de si sus habilidades deberían usarse para la destrucción, nosotros debemos considerar el impacto de nuestras creaciones en la sociedad.

Tal vez el camino hacia adelante es aprovechar el impulso tecnológico, pero esta vez dirigiéndolo hacia soluciones que beneficien a todos, en lugar de a las máquinas de guerra. La tecnología es neutral, su bondad o maldad depende de cómo la dirigimos. Podemos optar por enfocarla en soluciones beneficiosas y equitativas en lugar de aplicaciones destructivas. La elección está en nuestras manos.

Mientras te maravillas ante la magia de la tecnología moderna, recordemos que cada avance cuenta una historia de innovación y mejora. Encender el Wi-Fi nos conecta con un mundo de posibilidades y conocimiento. La tecnología avanza rápidamente y a veces puede llevarnos a lugares que ni siquiera Oppenheimer pudiera haber imaginado. Pero si la usamos a nuestro favor, puede enriquecer nuestras vidas de manera grandiosa, siendo una herramienta que nos conecta, educa e inspira, abriendo puertas hacia un futuro brillante.

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Nota del editor: Ana Peña es directora de comunicación para Intel Américas. Síguela en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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