Si bien sobre todas las mesas de discusión está la obligación de adoptar una conciencia en pro del desarrollo sostenible, no hay una cultura del todo desarrollada y, con la colaboración de Andrea Pradilla, directora para América Latina del Global Reporting Iniciative (GRI), se citan algunos de los detonantes que así lo determinan, particulamente en América Latina:
Un primer problema es la poca habilidad de nuestra cultura para conversar con quien es diferente, lo que provoca que el reconocimiento otorgado por el otro sea normalmente violento y luego las soluciones no ocurran necesariamente desde el consenso. Por lo tanto, resulta complejo para todos los países de la región generar una visión compartida de bienestar y desarrollo de largo plazo, al tiempo que la sociedad civil manifiesta altos niveles de desconfianza hacia el sistema.
El siguiente factor es que hay empresas que no se reconocen como un actor de desarrollo y sus grupos de interés no las reconocen como tal.
Así, para romper con ese mindset, es necesario entender que los problemas alrededor del desarrollo son en sí mismos muy complejos, no pueden ser solucionados por un único actor y algunos requieren de una colaboración radical.
“Una visión moderrna dice que la empresa está en el centro, pero también es parte de una sociedad y ésta opera dentro de un planeta, por lo que hasta en tanto no se descubra otro planeta no hay más”, explica Andrea Pradilla. “Por lo tanto, estamos vinculados con todo lo que pase y hay una relación de doble vía para las empresas pues son actores que contribuyen de manera positiva o negativa con el desarrollo sostenible”.
En algunos Consejos de Administración de México, sostiene la directora para América Latina del GRI, domina una mentalidad en la que se confunde sostenibilidad con filantropía. Frente a eso, hay una cultura basada en que la sostenibilidad se logra con el dinero que sobra y solo así sé es un buen ciudadano corporativo, cuando en realidad se requiere de una estrategia de negocio que coloque a las empresas como corresponsables del desarrollo sostenible.
Sí, la sostenibilidad significa maximizar valor pero, también, atarla al core de la operación y, sobre todo, midiendo los impactos que en algún momento influirán en la facturación o, en un caso extremo, determinarán que una empresa salga del mercado.
Por eso, para evitar que la sostenibiidad sea una narrativa mainstream, es fundamental medir, documentar, regenerar y socializar sus impactos.