Después de 2016, cuando el nearshoring se expresó en Pesquería con la instalación de una planta automotriz, ahora, las pymes podrían convertirse en parte de la cadena de proveeduría local de empresas que ya están o alistan su arribo a México.
Dicho lo anterior, los expertos en la materia consideran que el nearshoring no puede observarse como un fenómeno coyuntural sino como una tendencia con velocidades distintas. De esta forma, en la primera fotografía del momento de la relocalización aparecen fundamentalmente jugadores de las grandes ligas, pero habrá un momento que los impactos de ésta beneficiarán a jugadores de ligas menores.
Actualmente, la fase intensa es aquella en la que se está definiendo la base de las grandes empresas. Según CBRE, durante el primer semestre de este año se han demandado casi 800,000 metros cuadrados para construcción específicamente de nuevas plantas, principalmente en Chihuahua, Nuevo León y Saltilllo. Evidentemente, esto es natural dado que se trata de plazas fronterizas, muy industriales, pero en una segunda etapa los proyectos derivados del nearshoring se desplegarán hacia El Bajío y más allá.
De momento, se han logrado identificar cinco cadenas de suministro en 10 sectores: semiconductores, defensa, transporte, agroindustria, baterías de alta capacidad, salud, energía, minería, tecnologías de la información y comunicación, ingredientes para medicamentos. En estos está el origen de los futuros negocios.
La fase natural que vendrá posteriormente democratizará, de algún modo, los dividendos del nearshoring y las pymes que estén preparadas para ello disfrutarán de las mieles de esta circunstancia.
Antonio Aguilar, director de Estrategia y Vinculación del Centro de Competitividad de México (CCM), sostiene que este es el momento en el que las pymes tienen que analizar sus alternativas de producción y las modificaciones que deben considerar en sus procesos, si es que quieren nadar en el mar de oportunidades que traerá el nearshoring, y explorar los mecanismos de financiamiento para no morirse en el intento.
Hoy no están dadas las condiciones para que las pymes puedan convertirse en proveedores de las grandes empresas del nearshoring. Las pymes que podrían declararse listas se cuentan, metafóricamente, con los dedos de las manos pues en su mayoría carecen de la capacidad instalada, no cumplen con los requerimientos normativos para participar en el resto del mercado de Norteamérica, no tienen el talento, entre otros dolores.
Así, para que el nearshoring tenga un aterrizaje más sencillo y se pueda aprovechar al máximo en el menor tiempo posible, las pymes requieren, de arranque, un gobierno local que esté convencido y disponga de las herramientas para faciitar la relocalización (incentivos para hacer empresa y una reglamentación simple), así como un sector educativo que adapte sus planes de estudio en función de las necesidades del mercado.
“Hemos trabajado con sesiones informativas en diferentes estados para encontrar proveedores que den servicios a empresas de Estados Unidos y no hemos encontrado mucho. Tarde o temprano, empresas van a surgir y otras tendrán que adaptarse pues, si están fuera del nearshoring, estarán fuera del mercado”, advierte Antonio Aguilar.
Las pymes, hoy, operan en una alberca con agua turbia; la banca no les presta como lo necesitan, no hay las suficientes políticas públicas que las fomenten, muchas todavía no saben cómo dar el paso tecnoógico para digitalizarse. ¿Qué necesitan considerar para aventarse al mar de oportunidades que ofrecerá el nearshoring?