(Expansión) - En los últimos años hemos sido testigos de la evolución que han tenido conceptos como la responsabilidad social, la sustentabilidad, el desarrollo sostenible, los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés), etcétera, los cuales han ido permeando no sólo en las empresas sino en todos los ámbitos y sectores, de tal manera que hoy resulta común escucharlos en eventos, discusiones, medios de comunicación y como calificativo de productos, empresas y/o modelos de negocio, por mencionar algunos ejemplos.
La sostenibilidad y los modelos de negocio
Sin embargo, muchas veces esto se queda sólo en el discurso o en ciertos atributos del producto o servicio en cuestión, cayendo en prácticas de greenwashing sin tener un compromiso real que lleve a una estrategia integral en la materia, o a la transformación hacia esquemas o modelos realmente sostenibles, por lo que hay que tener mucho cuidado de no caer en ello.
Por un lado, las empresas están cada vez más presionadas por diversos grupos de interés, principalmente inversionistas, autoridades y reguladores, clientes y consumidores, entre otros, quienes piden mayor transparencia y rendición de cuentas sobre el desempeño de la organización en materia económica, social y ambiental, tanto por los impactos que sus operaciones y productos pudieran generar, como por los riesgos en materia de sostenibilidad a los que está expuesta y que pudieran comprometer su viabilidad financiera a corto, mediano y largo plazos.
Por otro lado, cada vez hay un mayor número de estándares, lineamientos, normas, directrices, etcétera, que las empresas pueden utilizar como marcos de referencia y guías para poder medir y presentar esta información, que tradicionalmente se ha considerado como no financiera, hasta hace relativamente poco, cuando también se empezaron a desarrollar este tipo de instrumentos desde un enfoque contable y financiero, para tratar de estandarizar u homologar su medición, cálculo y presentación.
Ante esta situación, resulta clave que las empresas puedan identificar cuáles son sus temas materiales desde el enfoque de la sostenibilidad, pero también del financiero, para que puedan enfocarse en ellos, cumplir con la normativa correspondiente y aplicar los estándares o lineamientos que mejor les permitan darles seguimiento a través de indicadores y con las plataformas o sistemas adecuados, que les faciliten su análisis y comparación contra las metas y objetivos establecidos, a fin de poder reportar de una mejor manera sus resultados y avances.
Lo anterior se puede complementar con alguna verificación independiente o auditoría externa, la cual sirve para dar mayor confianza a los diversos grupos de interés sobre la veracidad y exhaustividad de la información reportada por la propia empresa.
A partir de esta información, también se ha desarrollado un mercado en crecimiento en cuanto a la calificación, evaluación y generación de rankings de empresas, dependiendo su cumplimiento en materia de sostenibilidad, especialmente para aquellas empresas que cotizan en bolsa y que buscan ser reconocidas y atractivas para aquellas personas, fondos e instituciones que buscan dirigir sus recursos hacia la inversión sostenible.
Por lo anterior, es cada vez más necesario que las empresas desarrollen estrategias y modelos de sostenibilidad, que estén totalmente integrados a sus modelos de negocio y que el tema sea gestionado con el mismo rigor con el que muchas veces se atienden los temas comerciales o financieros de la empresa.
Y si esto lo llevamos a un nivel de industrias y sectores, lo que ahora son nichos de mercado como por ejemplo el turismo sustentable, la arquitectura sostenible, la inversión socialmente responsable, o la economía circular, pudieran llegar a ser en un futuro el estatus quo de cada una de esas industrias. Ante este escenario, las empresas deben de empezar a preparase cuanto antes, si es que quieren mantenerse competitivas.
Nota del editor: Jorge Reyes Iturbide es Director Adjunto del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac (IDEA) de la Universidad Anáhuac México. Síguelo en Twitter y LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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