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Si la Universidad avanza, la sociedad progresa

Las universidades no deben estar únicamente bajo la presión de entregar graduados listos para trabajar y demostrar su relevancia en el desarrollo económico y social.
mar 09 enero 2024 06:02 AM
Si la Universidad avanza, la sociedad progresa
La situación de la economía en México requiere un aumento de la inversión orientada a la creación de capacidades tecnológicas en la industria nacional, apunta Juan Alberto González Piñón.

(Expansión) - La Universidad, como toda institución humana, debe someterse a un profundo proceso de reflexión sobre su futuro, transitar de una gobernanza impulsada por los procesos formativos y de investigación, que la ubican en una relativa separación de las influencias externas, hacia una visión de influencia y contribución, cuyo propósito sea impactar positivamente en hacer posible la prosperidad de la sociedad.

Las universidades no deben estar únicamente bajo la presión de entregar graduados listos para trabajar y demostrar su relevancia en el desarrollo económico y social.

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Pueden acrecentar su influencia en el desarrollo local y regional a través de la creación de hábitats de innovación basados en la interacción de su comunidad, conectando tecnología, investigadores, empresarios, gobiernos, inversionistas y estudiantes, con el propósito de fortalecer los procesos de apropiación social del conocimiento, en donde se logre ir más allá del cotidiano avance de las nuevas tecnologías, para lograr la transformación de la realidad social a través de la búsqueda del bien común.

Su oferta educativa debe estar pensada en acompañar el desarrollo de la sociedad a lo largo del tiempo, ofreciendo estudios multidisciplinares, facilitando la integración de habilidades transversales a través de nuevos formatos itinerantes y flexibles.

La situación de la economía en México requiere un aumento de la inversión orientada a la creación de capacidades tecnológicas en la industria nacional. Esperar que el gasto de los consumidores sea la única fuerza impulsora de la economía es insuficiente, también ha quedado claro que el gasto público no puede serlo.

Es necesario que el sector empresarial invierta para apoyar la economía, existen motivos suficientes para querer invertir en fuentes de energía seguras y renovables, en desarrollar dispositivos médicos, en fortalecer los servicios de salud, en desarrollar de nuevos materiales y en mejorar la gestión de los impactos medioambientales, entre otros.

Es aquí en donde el involucramiento de las universidades vuelve a ser un tema prioritario dada su capacidad para generar esas nuevas tecnologías, luego es trabajo de la industria privada aprovecharlas, pero también es trabajo del gobierno federal cambiar los incentivos, de estímulos para consumir a incentivos para invertir más en innovación.

Comprender el papel del sector público en la provisión de una financiación estratégica para la innovación significa entender que la innovación es colectiva: las interacciones entre las distintas personas en diferentes papeles y sectores representan una parte crítica del proceso.

Tales procesos resultan evidentes en las tecnologías que sustentan productos como: el iPhone, el cual depende de la tecnología que en un inicio fue financiada con dinero público en Estados Unidos, mientras que la tecnología que dio lugar a SIRI fue financiada por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés) del Departamento de Defensa; El GPS por la Armada de Estados Unidos, y la pantalla táctil por la CIA.

Para México es deseable que los avances científicos y tecnológicos, ya ejecutados en los entornos universitarios, se transformen en oportunidades de trasferencia tecnológica, que impulsen la creación de capacidades tecnológicas para enfrentar las incertidumbres generadas por el entorno de competencia global.

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La base de la reflexión sobre la Universidad del futuro debe sustentarse en los pilares de la enseñanza, de la formación de profesionales, de la investigación y del servicio a la sociedad, pero ahora todo esto ha de hacerse en un contexto en que es necesario innovar y emprender.

La educación superior debe contribuir a la atención de las demandas sociales, responder a esos retos y tener la capacidad de producir impacto en su contexto inmediato, así como en el horizonte internacional, esto requiere que las universidades se constituyan como ecosistemas de innovación, en donde las asociaciones colaborativas gestadas entre sus diversos stakeholders sean profundas y capaces de generar proyectos y programas de investigación y experiencia práctica alineada con las necesidades de la sociedad y con los objetivos nacionales a largo plazo.

En esta reflexión, por ejemplo, es conveniente establecer que la investigación universitaria, mediante su excelencia, debe contribuir a solucionar los problemas de la sociedad; así, la finalidad última de las investigaciones no debiese ser la excelencia académica, algo a lo que todas las universidades debiesen de aspirar y esa contribución se debe plasmar en investigación aplicada y en su colaboración para llevar al mercado los descubrimientos y desarrollos conseguidos, pues es el medio para que el conocimiento ofrezca los resultados que hacen a las universidades socialmente valiosas.

La Universidad, su historia y sus logros, debe contribuir a crear una identidad cultural, no un acervo de anécdotas o simple cronología, se debe provocar una revitalización decisiva en las funciones de educación, investigación, transferencia e innovación que ahora nos dominan, ello requiere necesariamente más diálogo y conocimiento entre las partes relacionadas, se trata de encontrar la vía óptima para balancear, reconciliar y crear compromisos entre los distintos intereses para alcanzar compromisos de una manera que todos los stakeholders consideren legitima.

La Universidad no puede ser ajena a la sociedad de la que forma parte y a la que en parte da forma, pues contribuye con su labor universal —como lo señaló Escrivá de Balaguer— La Universidad no vive de espaldas a ninguna incertidumbre, a ninguna inquietud, a ninguna necesidad de los hombres. No es misión suya ofrecer soluciones inmediatas. Pero, al estudiar con profundidad científica los problemas, […], espolea la pasividad, despierta fuerzas que dormitan, y forma ciudadanos dispuestos a construir una sociedad más justa.

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Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es Director Corporativo de Innovación y Transferencia de la Universidad Panamericana. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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