Pueden acrecentar su influencia en el desarrollo local y regional a través de la creación de hábitats de innovación basados en la interacción de su comunidad, conectando tecnología, investigadores, empresarios, gobiernos, inversionistas y estudiantes, con el propósito de fortalecer los procesos de apropiación social del conocimiento, en donde se logre ir más allá del cotidiano avance de las nuevas tecnologías, para lograr la transformación de la realidad social a través de la búsqueda del bien común.
Su oferta educativa debe estar pensada en acompañar el desarrollo de la sociedad a lo largo del tiempo, ofreciendo estudios multidisciplinares, facilitando la integración de habilidades transversales a través de nuevos formatos itinerantes y flexibles.
La situación de la economía en México requiere un aumento de la inversión orientada a la creación de capacidades tecnológicas en la industria nacional. Esperar que el gasto de los consumidores sea la única fuerza impulsora de la economía es insuficiente, también ha quedado claro que el gasto público no puede serlo.
Es necesario que el sector empresarial invierta para apoyar la economía, existen motivos suficientes para querer invertir en fuentes de energía seguras y renovables, en desarrollar dispositivos médicos, en fortalecer los servicios de salud, en desarrollar de nuevos materiales y en mejorar la gestión de los impactos medioambientales, entre otros.
Es aquí en donde el involucramiento de las universidades vuelve a ser un tema prioritario dada su capacidad para generar esas nuevas tecnologías, luego es trabajo de la industria privada aprovecharlas, pero también es trabajo del gobierno federal cambiar los incentivos, de estímulos para consumir a incentivos para invertir más en innovación.
Comprender el papel del sector público en la provisión de una financiación estratégica para la innovación significa entender que la innovación es colectiva: las interacciones entre las distintas personas en diferentes papeles y sectores representan una parte crítica del proceso.
Tales procesos resultan evidentes en las tecnologías que sustentan productos como: el iPhone, el cual depende de la tecnología que en un inicio fue financiada con dinero público en Estados Unidos, mientras que la tecnología que dio lugar a SIRI fue financiada por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés) del Departamento de Defensa; El GPS por la Armada de Estados Unidos, y la pantalla táctil por la CIA.
Para México es deseable que los avances científicos y tecnológicos, ya ejecutados en los entornos universitarios, se transformen en oportunidades de trasferencia tecnológica, que impulsen la creación de capacidades tecnológicas para enfrentar las incertidumbres generadas por el entorno de competencia global.