Durante más de 20 años, me he dedicado a estudiar y documentar estas cuestiones con el objetivo de hacer consciencia para que la demanda transforme la oferta y los productos y servicios en el mercado sean —algún día— benéficos para la salud, el planeta y la vida entera.
Por esta razón, en esta ocasión, comparto tres trucos muy eficientes que —conscientes o no de cómo funcionan a nivel neuropsicológico— las empresas y políticos utilizan para convencernos de hacer lo que quieren.
1. Cascadas de Disponibilidad
Repetir, repetir y repetir la misma canción una y otra vez a través de las distintas estaciones de radio no es una casualidad fortuita, los sellos discográficos y editoriales saben que eso es un factor fundamental para el éxito comercial de un proyecto musical. Lo mismo sucede con “el” anuncio que vemos sin parar en la televisión o las visualmente contaminantes y excesivamente repetitivas vallas y espectaculares con la imagen de candidatos. Lo que sucede es que aquello que hacemos consciente día a día (lo que pensamos) es solo una muy pequeña fracción de todo lo que experimentamos y atiende a aquello que está presente de forma constante. Por lo tanto, sin repetición del mensaje, una marca o político deja de existir en el mundo (mente) del público o consumidor y las posibilidades de compra o afiliación bajan drásticamente.
Siempre cuestiona si tus preferencias de productos, servicios o gobernantes se dan solo por parecerte familiares o realmente existen razones benéficas para ello.
2. Sesgo de Afectividad
¿Has notado que al político que te “cae bien” le crees casi todo y al que te “cae mal” le desacreditas todo lo que dice? Esto sucede porque estamos diseñados biológicamente para preferir aquello que nos genera un sentimiento positivo.
Por ejemplo, es sorprendente descubrir que tendemos a confiar más o menos en las personas con base en los rasgos faciales que detonan agrado; está muy bien documentado en varias investigaciones académicas que una barbilla pronunciada o mandíbula fuerte promueve la aceptación social y percepción de competencia de una persona (Todorov, 2017), lo cual es muy usado en la política.
Siempre cuestiona si validas tus argumentos o los de los demás porque son los que te hacen sentir bien o porque realmente son más congruentes.