El aguacate es uno de los alimentos favoritos a nivel mundial debido a su sabor y propiedades nutricionales. Esta fruta crece en lugares tropicales y es originaria de la región mesoamericana. De acuerdo con la consultora Statista, se espera que su valor de mercado supere los 26,000 millones de dólares (mdd) en 2030. La producción de aguacate mexicana es potencia mundial, pero vive atrapada por un poder fáctico criminal que ha provocado una frenética distorsión en sus precios.
#Entrelíneas | Aguacate, una potencia presa de la extorsión
El estado mexicano de Michoacán, mayor productor mundial de aguacate, ya tiene mucho rato sufriendo el asedio del narcotráfico. De acuerdo con la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transaccional (GITOC, por sus siglas en inglés), el interés en la producción de aguacate por parte de las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas está motivado por su alto valor de mercado, que en 2022 generó 3,517 mdd por concepto de exportaciones a Estados Unidos.
Datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) señalan que la producción de aguacate se registra principalmente en tres estados: Michoacán (productor de casi tres cuartas partes del total nacional), Jalisco y Estado de México. Por otro lado, diversos reportes sostienen que ‘La Familia Michoacana’ es la banda que realiza el mayor número de extorsiones, seguida por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el Cártel de Tepalcatepec y el Cártel de Zicuirán.
El origen del mal alrededor de la producción del aguacate se registró años atrás. David Saucedo, experto y consultor en seguridad, cuenta que los grupos delictivos en Michoacán, en realidad, no tenían en su génesis una actividad de ‘extracción de rentas’ a productores agropecuarios. Sin embargo, conforme avanzaba su reclutamiento, fueron incorporando a delincuentes dedicados al secuestro, al robo de transporte de carga, de casa habitación y de vehículos. De esta forma, empezaron a germinar pequeños grupos criminales que no solo se dedicaban al trasiego de drogas, sino que ampliaron su portafolio criminal.
“Una vez que se intensificó la embestida contra la ‘Familia Michoacana’, los grupos que surgen de ello (‘Pájaros de la Sierra’, ‘Cárteles Unidos’, ‘Nueva Familia Michoacana’) empiezan a dedicarse de manera activa al cobro de un ‘impuesto de guerra’ en las zonas de producción agropecuaria. En un principio, lo que hacían era cobrar una especie de gravamen por la producción generada de aguacate y, a partir de entonces, el precio de este fruto empezó a tener sus distorsiones al alza”, afirma David Saucedo.
¿Qué pasa hoy en Michoacán? La guerra que libran el CJNG y las mafias michoacanas ha provocado que el ‘impuesto de guerra’ para la producción de aguacate sea variable y dependa de los criterios de cada organización criminal, de tal forma que ahora se paga por la cantidad de aguacate que se pretende vender en el país y en el extranjero, mientras que el cobro ocurre a todas horas y en cualquier punto de la zona de producción y de las rutas para su comercialización.
Con ello, una industria altamente tecnificada y desarrollada es amenazada por las mafias que prácticamente la tienen a su merced…
Contexto
Hace cerca de 100 años, los productores de aguacate de Estados Unidos, sobre todo de California, acusaron (sin pruebas) que el aguacate mexicano tenía una plaga que se conocía como gusano barrenador, lo que impidió la exportación de aguacate de México a Estados Unidos. Pasaron muchos años y fue hasta 2004, 10 años después de la firma del TLCAN, cuando se rompe con esta prohibición y se establecen medidas muy estrictas para supervisar la producción y el viaje del aguacate mexicano, al tiempo que se determinó que Michoacán fuera la única entidad mexicana autorizada para exportarlo a Estados Unidos.
Desde entonces, existe una representación del Departamento de Agricultura de Estados Unidos en Michoacán dedicada a vigilar cuidadosamente la producción del ‘oro verde’. Actualmente, junto con Michoacán, el estado de Jalisco también ya está autorizado a producir aguacate con fines de exportación.
Éstos son algunos de los criterios que dan cuenta de la ciencia detrás del aguacate mexicano: éste no se puede recoger del suelo, cada aguacate cuenta con más de 20 fotografías para saber si está picado o podrido, así como su tamaño y peso; ningún aguacate sale sin un código de barras que integra información sobre la huerta que lo cosechó; las cajas en las que se almacena tienen su registro que determina quién firmó su salida.
La historia empieza a descomponerse a partir de aquí. Las autoridades otorgan a cada camión lo que se conoce como Guías Fitosanitarias que permiten el control del transporte y movilización de vegetales, pero también integra la fecha de su salida, la ruta que seguirá, la cantidad transportada, entre otros datos. Así, basta que los bandidos esperen pacientemente la salida del transporte para detenerlo, solicitar dicha guía, saber la cantidad de aguacate que trae consigo y, con papel en mano, proceden a cobrar el ‘impuesto de guerra’. Es decir, el soborno se vale de un documento oficial, entregado por las autoridades correspondientes.
Mientras que antes este impuesto perverso no estaba fijado con una tasa específica, ahora, su cobro está definido por la cantidad de aguacate transportado en cada camión. Y, si no se paga, las consecuencias son fatales. Ya cuando los transportistas ceden a las amenazas, reciben una especie de ‘pase de salida’ que les permite circular por cada cruce sin ningún otro contratiempo.
El ‘camino de la muerte’ es uno de los factores que están provocando que el precio del aguacate se haya disparado. Según versiones periodísticas que toman como referencia diferentes monitoreos, en noviembre de 2023 el precio promedio del kilogramo de aguacate al menudeo era de alrededor de 60 pesos, mientras que al cierre de marzo de 2024 se podía encontrar hasta en 120 pesos por kilo.
El ‘impuesto de guerra’ no es el único factor que está determinando las distorsiones en el precio del aguacate originario de Michoacán; hay más: al margen del comportamiento de la oferta y la demanda, en estos días no hay mucha agua para alimentar a los árboles de aguacate de la región, la entidad está pasando por un estrés hídrico pocas veces registrado, derivado de las pocas lluvias, muchos pozos están casi vacíos. Ante estos factores y los malos modos del narco, el aguacate está sufriendo un sobreprecio de 10 a 20%.
Bajo este entorno, se espera que el precio del aguacate se mantenga en una fiebre con muchas subidas y bajadas, considerando también otro desafortunado elemento: la ineficacia de las autoridades para frenar el dominio del crimen organizado. En respuesta, los productores agrícolas se están armando con células de autodefensas que con frecuencia libran una guerra contra los criminales, de la que poco se sabe pero que está registrando distorsiones económicas y muchas pérdidas humanas.
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El aguacate no es el único protagonista de esta historia negra; el limón, las berries, la berenjena, entre otras frutas y verduras, también son presa del cobro impuesto por el narco.
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Nota del editor: Jonathán Torres es socio director de BeGood, Atelier de Reputación y Storydoing; periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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