Afortunadamente esta iniciativa pensada por esta banda británica se expandió e inspiró a otros. En México, el Proyecto Vibra adoptó esta idea de los chalecos sensoriales y la mezcló con la interpretación de una persona en lenguaje de señas para terminar de transmitir lo que hace el artista en el concierto.
Estos chalecos tienen seis sensores y seis transmisores de vibración en diferentes partes del cuerpo. Esto es un juego básico de chips y conectividad. Las consolas de audio tienen una antena emisora que llega a los chalecos y convierte la música en vibración. No dejo de sorprenderme al ver cómo un semiconductor puede tomar la forma de lo que sea. ¡Te amo, tecnología!
¿Por qué debemos incluir a todos?
Según el Consejo Nacional para Prevenir La Discriminación (Conapred), en 2023, las personas que viven con alguna discapacidad representaban 6% de la población total mexicana, que en porcentaje se ve poco, pero son 7.1 millones de personas, seres humanos que día a día luchan por incluirse en actividades tan naturales para nosotros como escuchar un concierto.
¿Y de qué nos perdemos cuando estas personas son excluidas? ¡De mucho! No existiría la famosa Misa Solemnis, o la Novena Sinfonía de Beethoven, quien compuso esas obras estando totalmente sordo, pero ocultó su discapacidad no visible por mucho tiempo por la naturaleza de su profesión y el miedo al qué dirán o incluso al rechazo. De haber hablado de su condición abiertamente, ¿crees que la sociedad alemana del siglo XVIII – XIX hubiera seguido apoyándolo? Seamos honestos, probablemente hubiera sido el fin de su carrera.
Entonces, aquí entra un dilema ético. Hace poco la empresa Neuralink anunció que implantó un chip inalámbrico en el cerebro a una persona con parálisis grave. El chip lanza señales a la parte del cerebro que se encarga de controlar “la intención del movimiento”, y así lograr que recupere su movilidad.
Esta prueba se realizó con el permiso de la Food and Drug Administration (FDA), institución del gobierno de Estados Unidos. Y aunque este avance tecnológico sigue en fase de pruebas, remitió al miedo de que nos implanten chips en el cerebro – temor alimentado por tantas películas de ciencia ficción-. ¿Qué opinas? ¿Es una “transgresión excesiva” del ser humano a la naturaleza? ¿O no porque en este caso se está logrando un bien?
Hace tiempo conocí el caso de una niña llamada Marytere Argüelles, quien vive con un síndrome que le impide controlar sus movimientos y hablar. Su mamá ideó un sistema de comunicación en el que pone sobre el piso letras impresas en papel y la niña intenta mover uno de sus pies para pisar alguna de las letras, su mamá interpreta esta acción y así es como en conjunto van formando palabras. Usando este método, las personas comenzaron a conocer a Marytere y se dieron cuenta que es muy inteligente, tiene un IQ de 145. Aun así, Marytere se dio cuenta que las personas continúan dirigiéndose a su mamá, quien juega el papel de intérprete, en lugar de hablarle a ella.
Esta frustración la llevó a escribir el libro “Hablar por los que no hablan”, un manual sobre cómo tratar con una persona que vive con discapacidades motrices. ¿Sería diferente si Marytere, usando la tecnología, tuviera más autonomía sobre la comunicación con su entorno? En su caso, yo no veo por qué habría una “transgresión” de la naturaleza, o una posibilidad de convertirnos en cyber humanos, al contrario, yo veo la oportunidad de hacer más visible la dignidad que ya tiene una persona que vive con una discapacidad.