Sin embargo, homo sapiens es la única especie con la posibilidad de moldear la realidad a través de la organización, la creatividad y la acción dirigida hacia objetivos determinados.
Los primates como los chimpancés y los orangutanes también son sumamente inteligentes; así lo ha comprobado el estudio de la biología. El parecido genético entre estas especies animales y el humano son irrefutables.
Pero hasta hoy, un mono no puede decirle a otro: “nos vemos mañana a las cinco de la tarde en el parque”. Una frase aparentemente sencilla para cualquier persona encierra un enorme grado de complejidad.
La clave radica en el pensamiento abstracto característico del intelecto humano. Conceptos como “mañana” o “cinco de la tarde”, son invenciones que hemos acuñado como especie para ponernos de acuerdo y organizarnos; solo existen en nuestras mentes racionales.
Los animales se limitan a percibir su entorno mediante los sentidos y reaccionar a estímulos con el apoyo del instinto. Homo sapiens va mucho más allá siendo, de hecho, la única especia consciente de su propia existencia desde un punto filosófico y metafísico.
La conciencia y el pensamiento abstracto lograron dar pie a la organización de sociedades complejas con estructuras de cooperación. Ello explica que nuestros ancestros sobrevivieran en grupos reducidos de naturaleza nómada, para más adelante -un proceso que tomó algunas decenas de miles de años- habitar ciudades de millones de habitantes con tecnología (telecomunicaciones, sistemas financieros y zonas industriales, por ejemplo).
Es evidente que todo progreso humano viene de la mano del trabajo colaborativo. Los esfuerzos aislados no llevan al individuo demasiado lejos. Solo por medio de la labor conjunta hemos conseguido avanzar en medicina, ciencia y conocimiento en sentido amplio.
La conclusión es clara: únicamente si las sociedades asumen responsabilidades compartidas para el crecimiento y desarrollo podremos superar los importantes desafíos del siglo XXI.
El potencial humano es impresionante, pero exige de voluntades que tracen el camino. Las buenas intenciones son un primer paso, aunque resultan insuficientes si no se emprenden acciones puntuales y medibles.
Elon Musk, el magnate visionario, suele afirmar que el progreso no se da por sí mismo espontáneamente; hay que hacer que las cosas sucedan. Los problemas globales y las oportunidades de alcanzar nuevos grados de desarrollo humano ahí están, por lo que la pregunta es qué haremos al respecto como generación.
La empresa juega un gran papel, sin duda: el mundo necesita de talento y creatividad para crear un mañana de esperanza de la mano de la innovación con sentido ético.