Desde que la tecnología con Inteligencia Artificial Generativa, como ChatGPT comenzó a proliferar en distintos sectores de la sociedad, la educación volvió a ponerse en alerta. Tras la apresurada digitalización de la enseñanza durante la pandemia, maestros, instituciones y estudiantes aún no estaban listos para la irrupción de una plataforma que pondría bajo nuevos retos a las aulas de México y del mundo.
La IA se va a quedar en el aula, ¿qué podemos hacer?
La IA Generativa llegó para quedarse y debemos ser realistas y asumir esa premisa. Como actores del sistema educativo, lo que nos toca es considerar e implementar formas positivas para evitar su uso indebido. Fuera de los mitos que existen en torno a esta nueva tecnología, si se impulsa un uso correcto y guiado puede convertirse en un aliado de todos los involucrados en la educación.
Un reciente estudio realizado por Tyton Partners y respaldado por Turnitin reafirma la idea de la permanencia de la IA en los salones de clases. Según la encuesta, el 75% de los alumnos que usan IA en el aula declara que la seguirá usando aunque sus profesores o sus instituciones educativas las prohíban.
Ante este escenario y la creciente inversión en IA que está impulsando el mundo en el sector educativo, Global Market Estimate comentó que la IA en la educación pasará de tener una inversión de 3.79 mil millones de dólares en 2022 a 20.5 mil millones en 2027, y se vuelve necesario tomar medidas formativas en lugar de punitivas.
Sabiendo que la IA será una herramienta más en el aula, no es posible callar su existencia, al contrario, es una oportunidad para revisar las políticas de escritura e integridad académica de una institución. Es preciso ser claros con los estudiantes sobre cuál es el uso permitido y cómo la IA puede ayudarle a mejorar sus resultados de aprendizaje si la emplea de manera eficiente y transparente.
En este sentido, lo que debemos promover en el salón de clase son actividades donde la IA proporcione ideas iniciadoras para los textos de los escritores, o que les ayude a hacer resúmenes que ellos deban rehacer después o les enseñe a clasificar y sintetizar información con sus propias ideas. Los actores del mundo académico no podemos ir en contra de la gran ola de la IA, sería un desgaste humano y de recursos sin precedentes, solo podemos tomar ventaja de las funciones que son útiles para evolucionar junto con la tecnología.
Muchos comparan la irrupción de la IA con el comienzo de los tiempos de la calculadora. Hasta hoy, la calculadora no reemplazó al ser humano, solo le ayudó a llegar a resultados de forma más rápida y precisa. La IA, así como la calculadora, no es una enemiga de la educación, es una fuerza muy poderosa cuando es incluida con transparencia y honestidad en el flujo de trabajo.
La IA no es EL problema, nos gusta pensar que es solo una pieza más de un gran puzzle que es la integridad académica. Este es el verdadero foco de acción, no es si se utiliza o no se utiliza, porque es algo que no se puede controlar, es más bien fijar los límites y formar futuros profesionales con ética en cuanto al uso de esta tecnología que seguramente seguirá existiendo cuando se enfrenten a un mundo laboral digitalizado.
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Nota del editor: María Belén Correa es Directora Regional de Turnitin para Latam. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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