Recientemente, el “Estudio Económico de México 2024” elaborado por la OCDE, recomendó a México mejorar el entorno para hacer negocios para aprovechar grandes oportunidades como el nearshoring, sugiriendo garantizar mayor integración de las pequeñas y medianas en las cadenas mundiales de valor, acelerar la digitalización, desarrollar fuentes de energía renovable, disposición de agua y mejorar el Estado de Derecho. A esa recomendación se han sumado las de otros organismos internacionales y empresariales como el FMI y la JETRO.
Por una nueva cultura empresarial
Al respecto, considero que cambiar el modelo de lo que significa “ser empresario/a” en nuestro país por medio de una “Nuevo Cultura Empresarial”, representa un importante paso para transformar el entorno y volverlo más propicio para atraer inversiones y robustecer nuestras alianzas a nivel global.
Una nueva cultura empresarial conlleva que los empresarios empiecen por cumplir todos los compromisos legales, fiscales y ambientales, además de garantizar salarios y condiciones laborales justas y en contraste progreso, poniendo siempre al centro a la persona, sus contextos y necesidades, dejando atrás el modelo de “empresario rico, empresa pobre”.
También implica promover la ética e integridad en todas nuestras prácticas; dichos valores son urgentes de fomentar desde todos los espacios para que nuestro entorno deje de ser permisivo ante la corrupción (la cual se alimenta de la trampa y la deshonestidad), y estos no se ubiquen más entre los factores que afectan de forma directa nuestra competitividad.
Los empresarios tienen una gran responsabilidad con la sociedad, pues las empresas son vehículos de cambio y transformación social; desde ellas no solo se puede contribuir a la generación de empleos y el crecimiento económico, sino a la atención de los problemas públicos y a la búsqueda de una sociedad más unida, participativa y en paz.
Las y los emprendedores mexicanos tienen un gran potencial para innovar y crear nuevos modelos de negocios, pero necesitan el apoyo tanto del entorno empresarial como del gobierno para crecer sus empresas y aportar de forma más relevante a la economía mexicana.
Los empresarios, sobre todo los de mayor experiencia, tienen las herramientas para acompañar y fortalecer a las micro y pequeñas empresas (que actualmente representan a la mayoría de las unidades económicas a nivel nacional), para que desde sus inicios cuenten con estos elementos y el respaldo necesario para seguir creciendo y proyectando el liderazgo de sus empresas, sobre todo ante oportunidades que en años recientes se han abierto como el nearshoring o relocalización de empresas, donde, como ya lo refería la OCDE, estas micro y pequeñas empresas podrían sumarse a las cadenas de suministro y crecer de forma importante.
Y eso es solo una parte de la visión de una nueva cultura empresarial, porque no solo implica incidir en la mejora de las condiciones económicas, también lo es en las sociales y políticas.
En este sentido, contempla además una fuerte vinculación con la comunidad, comprendiendo los desafíos que tienen como sociedad y asumiendo un papel activo desde la empresa para la atención de problemas como la pobreza y desigualdad, la precariedad en el acceso a la salud y el rezago educativo.
Y por supuesto, tienen una responsabilidad política, un papel clave en la toma de decisiones que sin duda nos impacta a todos, y una labor crucial como defensores de derechos y libertades. Está en los empresarios la posibilidad de ser interlocutores con el gobierno para promover el diálogo y la construcción de alternativas a las complejas problemáticas que enfrentamos como la inseguridad, así como participar del diseño de estrategias, leyes y planes de acción.
En el actual entorno de polarización, los empresarios pueden asumir un liderazgo sólido, construyendo puentes de diálogo fundamentados en el intercambio de visiones y propuestas, así como en la unión de recursos y esfuerzos. Esto nos permitirá aprovechar el gran potencial de México para convertirse en una nación con mayor progreso y desarrollo inclusivo.
Una nueva cultura empresarial representa un nuevo paradigma que sí es posible lograr en nuestro país. La labor de las y los empresarios es fundamental para construir un México más inclusivo, justo, próspero y en paz. No podemos esperar más para ponernos, como empresarios, al servicio de la sociedad.
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Nota del editor: José Medina Mora es Presidente Nacional de Coparmex. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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