En contraste, en una empresa establecida con décadas de trayectoria, el consejo se centra en optimizar las operaciones y asegurar el crecimiento sostenido sin desviarse de su fórmula probada, pero la gran pregunta es: ¿en esta ruta de crecimiento, hay espacio para aventurarse e innovar? Aquí, los consejeros suelen apegarse a la norma y delinear un método con el cual mantener el status quo.
Esta panorámica refleja una diferencia medular entre los consejos de administración de empresas en evolución y las ya establecidas: la naturaleza dinámica y experimental de las primeras, frente a la estabilidad y enfoque en la continuidad de los segundos.
Si bien los consejos de administración son parte del engranaje de las empresas, tanto para compañías ágiles como para las más sólidas, la experiencia de los consejeros, su profesionalización y su habilidad para estructurar estrategias y superar desafíos será lo que lleve a buen puerto a cada empresa, sin importar el tamaño del reto.
Como en la montaña rusa
Los consejos administrativos, también llamados boards, en el caso de las startups juegan un papel de primer orden y su composición refleja la naturaleza acelerada y disruptiva de estas. En su mayoría, están integrados por emprendedores, inversionistas, expertos independientes y especialistas en innovación.
Al tener como objetivo identificar y capitalizar mercados emergentes y tecnologías disruptivas, los integrantes de estos consejos deben tener la capacidad para tomar decisiones orientadas a maximizar el impacto de la empresa con un pensamiento flexible y adaptativo.
A diferencia de compañías más sólidas, donde la toma de decisiones suele ser más conservadora, los consejos de las compañías ágiles ajustan sus estrategias en respuesta a un entorno en constante cambio. Además, actúan como brújula para el equipo, ayudándole a mantener el foco, por ello es vital que los integrantes tengan la capacidad de tomar decisiones de forma estratégica y ágil.
Esto es esencial en un entorno donde habrá muchas ideas y propuestas sobre la mesa, por lo que descartar, analizar y ejecutar será la diferencia entre una estrategia que lleve a una empresa ágil a la cima y una que la convierta en un amargo aprendizaje.
Como en el carrusel
En el caso de las empresas establecidas, los consejos se asemejan más a un carrusel: constantes, centrados, y aparentemente, predecibles.
Este tipo de organizaciones suelen operar con modelos de negocio cuya eficiencia ya ha sido probada. Para ellas, el desafío no radica en “encontrar el hilo negro”, sino en optimizar la eficiencia y gestionar la expansión sin comprometer la estabilidad. Este enfoque requiere de consejeros igualmente preparados, capaces de trazar una estrategia de crecimiento a largo plazo y evaluar meticulosamente los nuevos riesgos del mercado. La optimización de procesos y la implementación de mejores prácticas son temas recurrentes, ya que cualquier cambio puede traducirse en una ventaja o desventaja.
Aquí los consejeros operan en un entorno más estructurado y predecible, sólo en apariencia. Esto, no significa que su trabajo sea menos desafiante que en una compañía disruptiva; mantener la relevancia en un mercado competitivo, adaptarse a las nuevas tecnologías y tendencias y encontrar formas de crecer sin sacrificar la esencia de la empresa, requiere una planificación cuidadosa y una ejecución sólida sobre la cual construir el futuro.