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Desafíos del nuevo gobierno 2024-2030

El principal reto económico, el cual requiere atención urgente, es la desactivación de la vulnerabilidad fiscal heredada del gobierno anterior.
mar 08 octubre 2024 06:06 AM
recaudacion tributaria
El nuevo gobierno inicia con una economía con mayor vulnerabilidad fiscal que requiere de una solución inmediata y eficaz, apunta Alfredo Coutiño.

México acaba de inaugurar el inicio de un nuevo gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum para el período 2024-2030. Si bien es cierto que, por un lado el nuevo gobierno inicia con una mayoría legislativa que le permite implementar cambios constitucionales sin mayores dificultades, por otro lado también enfrenta retos en materia económica y de seguridad pública que pueden opacar el potencial y desempeño económico del país durante los próximos seis años. El nuevo gobierno inicia con una economía con mayor vulnerabilidad fiscal que requiere de una solución inmediata y eficaz.

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El principal reto económico, el cual requiere atención urgente, es la desactivación de la vulnerabilidad fiscal heredada del gobierno anterior. Este desafío es de crucial importancia porque representa una amenaza para el desempeño de la economía durante el sexenio. En este sentido el tema fiscal requiere de mucha atención durante el presente gobierno, no solo para desactivar la vulnerabilidad fiscal de manera inmediata sino también para abrir espacio y compromiso con una utilización efectiva del instrumento fiscal para promover el crecimiento y desarrollo económico con estabilidad de precios.

Así, el reto en materia fiscal debe incluir las siguientes acciones. Primero, desactivar la vulnerabilidad fiscal en 2025, a través de un ajuste que permita reducir el desequilibrio hacia el estándar de un 3% del PIB, el cual se considera un déficit financiable y que no pone en riesgo la sostenibilidad fiscal de largo plazo. La ampliación del desequilibrio fiscal hacia un 6% del PIB en 2024 y el consecuente aumento del coeficiente de deuda hacia un 50% del PIB, ha aumentado la vulnerabilidad fiscal del país. Dada la debilidad económica en marcha y el nulo espacio fiscal, la opción a la mano es implementar un ajuste fiscal por el lado del gasto que permita regresar las cuentas fiscales a una situación más acorde con la capacidad de recaudación del gobierno.

Segundo, el nuevo gobierno enfrenta el reto de utilizar la política fiscal como un verdadero instrumento para promover el crecimiento económico sostenible, lo cual se da a través del fortalecimiento de la fuente fundamental del crecimiento: la inversión en capital físico y humano, lo cual a su vez estimula la productividad de los factores de producción. Esto implica evitar el error tradicional de muchos gobiernos de pretender estimular el crecimiento en el corto plazo a través de estímulos fiscales al consumo, los cuales no producen ampliación de la capacidad productiva de la economía en la misma medida como lo hace la acumulación de capital. Así, el aumento de la capacidad productiva permite lograr no solo un mayor crecimiento económico sino incluso una recaudación tributaria más sana y sostenible a través de una fuente permanente.

Tercero, el gobierno debe manejar la política fiscal con responsabilidad y en concordancia con la monetaria para no ir a contracorriente y no atentar contra la estabilidad de precios. Y cuarto, el gran pendiente de los últimos gobiernos ha sido una reforma fiscal que garantice la sostenibilidad de las cuentas públicas en el largo plazo, no solo por el lado de los ingresos sino también por el de los egresos. Es decir, se necesita un cambio estructural que permita recaudar más y que introduzca una disciplina en el ejercicio del gasto público.

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Por último, es de suma importancia destacar que si la nueva administración no es prudente y se toman medidas que, lejos de dar garantías a la inversión privada nacional y extranjera, atenten contra los derechos de propiedad, entonces se podría agravar la incertidumbre y empeorar el clima de negocios, por lo que México sería visto como un mercado con mayor riesgo. Ello desestimularía la inversión, agravaría las relaciones comerciales con los principales socios y generaría las condiciones para un retiro de inversiones del país. Esto, consecuentemente generaría una inestabilidad financiera que en el peor de los casos podría desembocar en una recesión económica.

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Nota del editor: Alfredo Coutiño es Director para América Latina en Moody’s Analytics. Síguelo en X como @AlfredoCoutino Las ideas expresadas son de la exclusiva responsabilidad del autor y de ninguna manera deben ser atribuidas a la institución para la cual labora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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