Cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca en 2017, prometió “Hacer a América grande de nuevo”. Desde el inicio, implementó políticas proteccionistas enfocadas en revitalizar la industria estadounidense, especialmente sectores clave como el automotriz y el siderúrgico. La renegociación del TLCAN, que dio paso al T-MEC, y la imposición de aranceles al acero y aluminio dejaron clara su intención de reducir la dependencia de importaciones y estimular la producción nacional.
Ahora, en el inicio de su segundo mandato en 2025, Trump ha redoblado su estrategia nacionalista. La reciente imposición de aranceles del 25% a productos mexicanos refuerza su discurso de proteger el mercado interno estadounidense a toda costa. Pero eso no es todo: las políticas migratorias también se han endurecido. El objetivo es claro, limitar la llegada de inmigrantes bajo el argumento de que estos saturan la oferta laboral y afectan el desarrollo económico de Estados Unidos.
Para México, el impacto es innegable. Las remesas —una de las principales fuentes de ingreso para millones de familias— podrían verse afectadas, y sectores clave como el automotriz, el agroalimentario y el manufacturero enfrentan un futuro incierto.
En este escenario, México tiene dos opciones: asumir el papel de víctima o convertir este desafío en el trampolín que necesita para consolidarse como una potencia económica emergente. La dependencia de Estados Unidos como su principal socio comercial ha sido una constante durante décadas, pero ahora es momento de diversificar mercados y fortalecer la industria interna.
Buscar nuevos socios comerciales en Europa, Asia y América Latina puede abrir enormes oportunidades para los productos mexicanos. Al mismo tiempo, el país debe fomentar la innovación y apoyar a las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) para que se conviertan en el motor del desarrollo económico.
México también puede aprender de las políticas proteccionistas de Estados Unidos y aplicar ciertas estrategias para proteger su propio mercado interno, siempre en equilibrio con las reglas del comercio internacional. Esto incluye fortalecer la industria nacional, promover la creación de empleos bien remunerados y establecer políticas que fomenten el crecimiento económico sostenible.
Otro punto clave en las políticas de Trump es el endurecimiento de las medidas migratorias. Durante su primer mandato, se registró un incremento notable en las remesas que los migrantes mexicanos enviaban a sus familias, a pesar de las restricciones impuestas por el gobierno estadounidense. De hecho, estas remesas crecieron más del 50%, demostrando que el verdadero motor de este fenómeno es el desempeño económico de Estados Unidos, más que las políticas migratorias.
Sin embargo, las deportaciones masivas y otras medidas restrictivas podrían tener un impacto significativo en las familias que dependen de las remesas, afectando directamente el consumo interno en México.
En este contexto, México debe adoptar un modelo económico orientado a la creación de empleo y al fortalecimiento de su mercado interno, que promuevan un entorno de apertura y libre competencia, lo que permitirá una asignación más eficiente de recursos y contribuirá al impulso del crecimiento económico.
Además, la búsqueda de nuevos nichos de mercado y la diversificación de las relaciones comerciales con otros países pueden resultar en oportunidades clave para atraer Inversión Extranjera Directa (IED), consolidando una economía más dinámica y menos vulnerable a los cambios en políticas externas.
La clave está en crear políticas públicas que apoyen la iniciativa privada, incentiven la inversión y desarrollen sectores estratégicos. Desde la industria tecnológica hasta el sector energético, México tiene todo para posicionarse como un actor clave en la economía global.
Lo que parece un golpe podría convertirse en el catalizador que México necesita para dar el salto hacia un desarrollo más sostenido y autosuficiente. Más allá de las presiones externas, el país debe aprovechar esta coyuntura para reinventarse, dejar atrás la dependencia y buscar una integración más equilibrada con el mundo.