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Entre la frontera y el progreso, las oportunidades de México

México tiene dos opciones: asumir el papel de víctima o convertir este desafío en el trampolín que necesita para consolidarse como una potencia económica emergente.
jue 06 febrero 2025 06:03 AM
Comercio exterior México COMCE
Buscar nuevos socios comerciales en Europa, Asia y América Latina puede abrir enormes oportunidades para los productos mexicanos, apunta Eréndira Yaretni Mendoza Meza.

Mucho se ha especulado en las últimas semanas sobre el impacto que las nuevas políticas de Estados Unidos tendrán en la economía mexicana. Desde el temor por el alza de precios y la pérdida del poder adquisitivo, hasta la posible devaluación del peso mexicano, el panorama parece incierto. Sin embargo, en lugar de caer en el alarmismo, es momento de ver esta situación como una oportunidad histórica.

México tiene todo el potencial para salir fortalecido de este desafío. Atrás debe quedar la vieja creencia de que cuando a Estados Unidos le daba gripe, México sufría neumonía. El país ya no debe limitarse a reaccionar ante las decisiones de su vecino del norte. Hoy es crucial que México trace sus propias estrategias de desarrollo, no como respuesta inmediata, sino como un plan a largo plazo que priorice el beneficio nacional, impulsando su competitividad internacional y diversificando sus relaciones comerciales.

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Cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca en 2017, prometió “Hacer a América grande de nuevo”. Desde el inicio, implementó políticas proteccionistas enfocadas en revitalizar la industria estadounidense, especialmente sectores clave como el automotriz y el siderúrgico. La renegociación del TLCAN, que dio paso al T-MEC, y la imposición de aranceles al acero y aluminio dejaron clara su intención de reducir la dependencia de importaciones y estimular la producción nacional.

Ahora, en el inicio de su segundo mandato en 2025, Trump ha redoblado su estrategia nacionalista. La reciente imposición de aranceles del 25% a productos mexicanos refuerza su discurso de proteger el mercado interno estadounidense a toda costa. Pero eso no es todo: las políticas migratorias también se han endurecido. El objetivo es claro, limitar la llegada de inmigrantes bajo el argumento de que estos saturan la oferta laboral y afectan el desarrollo económico de Estados Unidos.

Para México, el impacto es innegable. Las remesas —una de las principales fuentes de ingreso para millones de familias— podrían verse afectadas, y sectores clave como el automotriz, el agroalimentario y el manufacturero enfrentan un futuro incierto.

En este escenario, México tiene dos opciones: asumir el papel de víctima o convertir este desafío en el trampolín que necesita para consolidarse como una potencia económica emergente. La dependencia de Estados Unidos como su principal socio comercial ha sido una constante durante décadas, pero ahora es momento de diversificar mercados y fortalecer la industria interna.

Buscar nuevos socios comerciales en Europa, Asia y América Latina puede abrir enormes oportunidades para los productos mexicanos. Al mismo tiempo, el país debe fomentar la innovación y apoyar a las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) para que se conviertan en el motor del desarrollo económico.

México también puede aprender de las políticas proteccionistas de Estados Unidos y aplicar ciertas estrategias para proteger su propio mercado interno, siempre en equilibrio con las reglas del comercio internacional. Esto incluye fortalecer la industria nacional, promover la creación de empleos bien remunerados y establecer políticas que fomenten el crecimiento económico sostenible.

Otro punto clave en las políticas de Trump es el endurecimiento de las medidas migratorias. Durante su primer mandato, se registró un incremento notable en las remesas que los migrantes mexicanos enviaban a sus familias, a pesar de las restricciones impuestas por el gobierno estadounidense. De hecho, estas remesas crecieron más del 50%, demostrando que el verdadero motor de este fenómeno es el desempeño económico de Estados Unidos, más que las políticas migratorias.

Sin embargo, las deportaciones masivas y otras medidas restrictivas podrían tener un impacto significativo en las familias que dependen de las remesas, afectando directamente el consumo interno en México.

En este contexto, México debe adoptar un modelo económico orientado a la creación de empleo y al fortalecimiento de su mercado interno, que promuevan un entorno de apertura y libre competencia, lo que permitirá una asignación más eficiente de recursos y contribuirá al impulso del crecimiento económico.

Además, la búsqueda de nuevos nichos de mercado y la diversificación de las relaciones comerciales con otros países pueden resultar en oportunidades clave para atraer Inversión Extranjera Directa (IED), consolidando una economía más dinámica y menos vulnerable a los cambios en políticas externas.

La clave está en crear políticas públicas que apoyen la iniciativa privada, incentiven la inversión y desarrollen sectores estratégicos. Desde la industria tecnológica hasta el sector energético, México tiene todo para posicionarse como un actor clave en la economía global.

Lo que parece un golpe podría convertirse en el catalizador que México necesita para dar el salto hacia un desarrollo más sostenido y autosuficiente. Más allá de las presiones externas, el país debe aprovechar esta coyuntura para reinventarse, dejar atrás la dependencia y buscar una integración más equilibrada con el mundo.

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Si México asume este reto con visión estratégica y determinación, no solo podrá resistir el impacto de las políticas proteccionistas de su vecino del norte, sino también emerger más fuerte, con una economía diversificada, competitiva y preparada para conquistar nuevos horizontes.

Lejos de ver las políticas proteccionistas de Estados Unidos como un obstáculo insuperable, México tiene la oportunidad de transformar esta situación en una plataforma para consolidar su posición en el comercio global. Al diversificar sus mercados, fortalecer su industria interna y fomentar su autonomía económica, México podrá modificar la percepción que Estados Unidos tiene de él. De ser visto como un socio dependiente, podría pasar a ser reconocido como un aliado estratégico con el que se pueden generar acuerdos comerciales y políticas conjuntas.

Más que un socio que huye por su dependencia económica, México tiene el potencial de ser visto por Estados Unidos como un socio sólido y proactivo, capaz de liderar iniciativas comerciales que beneficien a ambos países. Este es el momento para que México se reencuentre con su verdadero potencial, aprovechando la oportunidad para establecer una relación más equitativa, dinámica y poderosa con su vecino del norte.

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Nota del editor: Erendira Yaretni Mendoza Meza es licenciada en Economía, maestra en Gobierno y Desarrollo Regional por El Colegio del Estado de Hidalgo y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Es profesora de la máxima casa de estudios de la entidad. Síguela en Twitter y/o en Facebook . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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