Más que una escena de Netflix o una exageración, se trata de una realidad cada vez más frecuente: hombres o mujeres, que aparentan ser la pareja ideal, pero que detrás de un perfil encantador esconden manipulación y ciberviolencia. En tiempos de Wi-Fi, el amor puede convertirse en una zona de alto riesgo.
‘You’ no es ficción; el lado oscuro de los príncipes azules digitales

En la serie You, Joe Goldberg es atento, culto y empático. El novio ideal. Hasta que deja de serlo. Detrás del encanto se revela el rostro del acoso, la obsesión y el control. Aunque muchos ven la historia como ficción, lo cierto es que se parece demasiado a una realidad incómoda: hoy, los príncipes azules también pueden ser depredadores digitales con acceso a tu ubicación, tus hábitos, tus datos y tu cuenta bancaria.
Las apps de citas han normalizado nuevos rituales de conquista: los matches reemplazan la compañía y los chats se han vuelto el principal canal de comunicación. El fenómeno es masivo, transversal y, en apariencia, inofensivo. Pero hay una trampa.
¿Amor o estrategia de manipulación?
Todo inicia con una atención exagerada: mensajes y halagos constantes, una conexión increíble. Esta táctica se llama love bombing: una forma de manipulación que busca generar dependencia mediante afecto excesivo.
Después viene el aislamiento. La evasión de preguntas. Las excusas para no verse en persona, para evitar una videollamada o compartir redes sociales. Poco a poco, comienzan a generar una relación cerrada, exclusiva y secreta. Así, va sembrando una falsa intimidad que en realidad busca dependencia emocional y debilita tu red de apoyo.
Y es que, muchas veces, estas tácticas vienen acompañadas de catfishing: una estafa emocional en la que alguien finge ser otra persona y construye una identidad falsa para ganarse tu confianza. Además de una invasión a la privacidad, esto puede derivar en extorsión, fraude financiero o abuso emocional.
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Según un estudio de Whitty y Buchanan del 2012, estas estafas generan un doble impacto: desfalco financiero y trauma psicológico. Los agresores no improvisan; estudian, perfeccionan sus técnicas y aplican patrones lingüísticos, promesas idealizadas y apodos afectivos.
Peor aún, muchas veces no actúan solos. El modelo de delito es tan conocido y lucrativo que, en varios casos, hay redes de personas operando detrás: grupos que suplantan identidades, simulan ser instituciones bancarias o construyen perfiles coordinados. Incluso en esta última temporada de You, vemos cómo Joe manipula a otra persona para participar en sus planes y la obliga a hacerse pasar por alguien más, dejando claro que el control también puede tomar formas digitales más sofisticadas. No es una historia de desamor: es un delito que va más allá del mundo digital.
Los algoritmos, lejos de proteger, amplifican la vulnerabilidad. Refuerzan burbujas emocionales, confirman sesgos y disfrazan señales de alerta como coincidencias románticas. Así, lo que parece una historia de amor se convierte en una trampa emocional, digital y financiera.
Y, las consecuencias, rara vez terminan cuando la relación se rompe. Muchas víctimas enfrentan crisis financieras, ansiedad, depresión o estrés postraumático. Aún así pocas denuncian. El miedo al juicio social o la vergüenza por haber caído en el engaño paralizan. Y el silencio, en estos casos, se convierte en cómplice de los agresores.
Visibilizar, tipificar y prevenir
Debemos dejar de romantizar la obsesión, el acoso y el control. Las señales de alerta existen: evasión de preguntas personales, presión para compartir datos, solicitud de dinero o chantaje emocional. Es necesario reconocer estas prácticas como lo que son: ciberviolencia y delito.
Porque el amor en tiempos de Wi-Fi no debe costarte tu dignidad, tu privacidad ni tu estabilidad financiera. No más lobos con piel de cordero. You no es solo entretenimiento, es una advertencia. Porque no se trata de dejar de confiar en el amor, sino de dejar de confiar ciegamente en un algoritmo.
La pregunta no es si te va a pasar, es: ¿cuánta información estás entregando en nombre del amor? Y ¿a quién le estás abriendo la puerta de tu intimidad digital? Tal vez sea momento de confiar menos en las apps y más en nuestra labor de prevención.
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Nota del editor: Fátima Herrera es Product Manager de Klibu. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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