Imagina a un líder en la sala de juntas, rodeado de dashboards predictivos, alertas de Inteligencia Artificial (IA) y gráficos que anticipan decisiones. A su lado, un coach con libreta en mano, atento a cada pausa, gesto y tono de voz. Dos mundos: uno algorítmico y otro profundamente humano, se encuentran en un punto de inflexión. ¿Quién tiene la llave del liderazgo del futuro (y presente)? ¿La precisión de los datos o la calidez de la empatía?
Humanidad + algoritmo, la nueva fórmula del liderazgo

La pregunta no es retórica: es urgente. Estamos ante una oportunidad (y desafío) sin precedentes, para repensar cómo se forma, se guía y se transforma el liderazgo en la era digital. La IA irrumpe con fuerza, prometiendo optimizar decisiones, anticipar comportamientos y reducir incertidumbres. Al mismo tiempo, el coaching sigue siendo la vía más poderosa para despertar conciencia, alinear propósito y formar líderes capaces de inspirar. Entonces, ¿son opuestos? ¿complementarios? o ¿estamos frente a una nueva era de convergencia en la que tecnología y humanidad re-definan, juntos, el corazón del liderazgo?
Durante las últimas dos décadas, el coaching se ha consolidado como una disciplina estratégica para el desarrollo organizacional. Tomemos en cuenta que el ICF Global Coaching Study 2023, indica que el 86% de las empresas que lo aplican reporta un retorno positivo sobre la inversión, con mejoras en liderazgo, comunicación y bienestar. Su poder reside en crear espacios de reflexión, fomentar la responsabilidad individual y conectar con la mejor versión de cada persona. Y aquí, el toque humano lleva ventaja.
En paralelo, considero que la IA desafía las formas tradicionales de liderar. Un algoritmo puede analizar miles de datos en segundos, identificar patrones invisibles y proyectar escenarios. Herramientas como el análisis de lenguaje natural o la minería de sentimientos permiten detectar emociones dominantes en los discursos de un líder, o señalar sesgos cognitivos que distorsionan su toma de decisiones. Y vale la pena considerar que, más del 70% de las organizaciones ya usa IA para decisiones estratégicas, aunque aún dependen del criterio humano para interpretarlas (McKinsey - 2022). Otro punto para los humanos.
Pero el tiempo y la tecnología avanzan a pasos agigantados; aquí surge una inquietud legítima: ¿la IA terminará por reemplazar a los mentores? Mi respuesta es categórica: no. Desde mi punto de vista, por más precisa que sea la IA, carece de empatía, intuición y la capacidad de sostener la vulnerabilidad humana. Puede predecir, pero no acompañar. Puede calcular, pero no contener emocionalmente. Como dicen Brynjolfsson y Rock (MIT Sloan, 2021), “los algoritmos no poseen conciencia moral ni juicio contextual, ambos fundamentales para la transformación personal”.
Momento; esto no significa que tengamos que rechazar la tecnología. ¡Al contrario! Si logramos integrar lo mejor de ambos mundos, la combinación entre IA y coaching puede (debe) ser revolucionaria. Conceptos emergentes como el Coaching Aumentado lo demuestran: la IA aporta datos útiles, pero es el coach quien los traduce en procesos de cambio con sentido.
Desde mi experiencia, el uso inteligente de algoritmos puede enriquecer el acompañamiento; detectar patrones de lenguaje, emociones repetitivas o hábitos de liderazgo, lo que nos lleva a lograr intervenciones más estratégicas y personalizadas. Sin embargo, la verdadera transformación ocurre en la interacción humana. Creo que el coaching, en su esencia, es arte y presencia. Es escucha profunda, es mirada sin juicio, es silencio que abre puertas. Allí, en ese espacio íntimo y auténtico, es donde nacen los líderes que logran inspirar y transformar sus entornos.
Creo que el verdadero riesgo no es que la IA sustituya al coaching, sino que deshumanicemos el proceso al punto de convertirlo en una fórmula automatizada. Por eso, es fundamental que los mentores de hoy —y del mañana— desarrollen competencias digitales. No para volverse técnicos, sino para ampliar su caja de herramientas y acompañar mejor a líderes expuestos a una realidad cada vez más compleja.
De igual forma, las organizaciones que aspiren a liderar el cambio deberán apostar por una visión ética e integrada del desarrollo. Esto implica usar la IA de forma responsable, proteger la privacidad de los datos y, sobre todo, mantener el enfoque en el crecimiento humano. Y en este sentido, la Unesco nos alerta: el uso de IA en entornos humanos debe priorizar la dignidad, la inclusión y el bienestar de las personas.
En resumen y conclusión, la IA no marca ni marcará el fin del coaching, sino su evolución. La IA no reemplazará al coach. La ecuación ganadora es que todas y todos nosotros — coaches, líderes, empresarios, sociedad — seamos capaces de construir una alianza sabia entre humanidad y tecnología.
Porque la tecnología puede ser una brújula, pero es el corazón del líder el que debe marcar el rumbo.
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Nota del editor: Ana Michelle Concepción Esterrich (Instagram @anamichellecoach) es una escritora, sepeaker,, coach de resultados, formadora de líderes, instructora de yoga, experta en holistic health y wellness. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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