En un mundo interconectado y tecnológicamente avanzado, la investigación, la innovación y la transferencia de conocimiento son funciones primordiales que impulsan el crecimiento económico y enriquecen a la sociedad. Las universidades deben concebir la investigación y la innovación como pilares centrales. Instituciones como Stanford y el MIT se comprometen a difundir el conocimiento para abordar desafíos globales, aspirando a generar investigación de clase mundial y soluciones innovadoras que beneficien a la sociedad.
La excelencia científica y la pertinencia social como horizonte universitario

Este enfoque puede ayudar a las universidades mexicanas a traducir los resultados de la investigación científica en aplicaciones industriales. Por ejemplo, el Instituto Federal Suizo de Tecnología de Lausana es un referente en productividad científica y transferencia tecnológica, estimulando las relaciones entre laboratorios y empresas. México necesita aprovechar la investigación de sus universidades para enfrentar desafíos urgentes. Un caso paradigmático es la Universidad de la Sorbona, que fomenta alianzas corporativas y la difusión de conocimiento para el desarrollo económico, apoyando la transferencia de tecnología desde invenciones hasta nuevas empresas.
México posee una infraestructura científica y tecnológica de vanguardia en la región iberoamericana, con más de 100,000 docentes e investigadores y 26 centros públicos distribuidos en 98 sedes. Con estas capacidades, el país puede orientar la investigación básica a largo plazo como catalizador del desarrollo tecnológico futuro, enfocándose en identificar y abordar nuevos desafíos mediante la innovación y la flexibilidad.
La transferencia de conocimiento y tecnología debe ser una prioridad para las universidades y centros de investigación, con el compromiso de llevar proactivamente los resultados de la investigación a soluciones innovadoras que beneficien a las comunidades locales y globales, fomentando el espíritu emprendedor.
Para que las universidades se conviertan en agentes de cambio, deben enfocarse en dos áreas prioritarias:
1. Fortalecimiento de la vinculación academia-industria:
La experiencia de la Sorbona subraya la importancia de una fuerte conexión con la industria para la transferencia tecnológica y la creación de empresas. Las universidades mexicanas deben incentivar a sus investigadores a colaborar con el sector productivo para superar la falta de estímulos. La mayoría de las empresas se centran en la compra de nuevos equipos en lugar de la I+D, lo que genera una "innovación adaptativa o incremental" en vez de radical, haciendo marginal la inversión empresarial en I+D.
Existe una brecha en la gestión de la innovación, donde la investigación universitaria en sus primeras etapas está subfinanciada y es demasiado arriesgada para los inversores. Este "valle de la muerte" es una barrera para que las ideas lleguen al mercado. El reto es crear modelos para acelerar la innovación que sean medibles, reproducibles y escalables a través de la colaboración entre empresas y universidades.
2. Desarrollo de ecosistemas para transferir la propiedad intelectual al mercado:
Las universidades deben ser promotoras del crecimiento económico a través de la comercialización de su investigación y la creación de spin-offs. El éxito de estas empresas depende de un ecosistema amplio que incluya tecnología prometedora, financiación adecuada y oficinas de gestión de propiedad intelectual.
Las universidades deben ser orquestadoras de un sistema de fomento al emprendimiento que involucre a actores como entidades públicas, empresas, inversores y emprendedores. La fortaleza del sistema reside en la interconexión y la confianza entre estos actores, ya que un ecosistema débil puede sofocar las innovaciones.
En este modelo, la innovación es un proceso colectivo y acumulativo que va más allá de la mera producción de conocimiento; se trata de un proceso de aprendizaje que implica a todos los actores del ecosistema.
El país requiere que las universidades adopten una cultura más emprendedora, con incentivos para que sus profesores y estudiantes se involucren en la comercialización de sus ideas.
La estrategia central es la creación y el crecimiento de ecosistemas que permitan la concentración geográfica de empresas, universidades y otras instituciones interconectadas que compiten globalmente al basarse en las fortalezas y el talento local.
A su vez la investigación realizada por las universidades debe estar orientada a metas que combinen la excelencia científica con la pertinencia social, a través de apoyar proyectos complejos e interdisciplinarios con una clara orientación social, que involucren a los actores sociales desde el inicio para garantizar la aplicación de los conocimientos.
Se trata de empoderar a los actores locales y crear las condiciones necesarias para que la innovación florezca en todo el país.
Las universidades deben mantener presente su compromiso con la formación integral, la búsqueda de la verdad, el servicio a la sociedad y la vinculación de la vida académica con las necesidades y el desarrollo humano.
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Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es Director Corporativo de Innovación y Transferencia de la Universidad Panamericana. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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