Las universidades son catalizadores esenciales de la innovación, sobre todo desde su rol como unidades de transferencia de conocimiento. Esta misión es vital para desarrollar las soluciones que la sociedad requiere, en donde la colaboración con las empresas y el gobierno generan un impacto económico significativo.
La colaboración de las empresas a la investigación aplicada

La colaboración se puede manifestar de diversas formas y con impacto medible:
- Investigación conjunta con la Industria: Las universidades y las empresas participan en la cofinanciación de proyectos de investigación aplicada, reflejando el valor que las corporaciones otorgan a la academia. Por ejemplo, la Universidad de Stuttgart recibió cofinanciamiento por 58 millones de euros en 2018 de colaboración industrial, y Caltech reportó 29 millones de dólare en cofinanciamiento por investigación en el mismo periodo. La Universidad de Oxford y el MIT reportaron 57,000 y 108,000 dólares de ingresos por investigación industrial por investigador, respectivamente, superando la media de 9,400 dólares en universidades de Estados Unidos.
- Activos intangibles de propiedad intelectual: Las publicaciones académicas en coautoría con socios industriales son un indicador clave de la implicación directa de la industria en la investigación. En 2019, Países Bajos lideró con un 5.8% de publicaciones con coautoría comercial, seguido de Suiza (5.1%), Francia (5.1%), y el Reino Unido y Alemania (ambos con 4.6%). En áreas como la Ciencia de Materiales, Países Bajos alcanzó el 7.1% y el Reino Unido el 5.5%, mientras que en Ciencias de la Computación, Suiza y Estados Unidos se ubicaron en 6.0%. Microsoft: Publicó más de 7,900 coautorías académicas y colaboró con más de 2,400 universidades globalmente entre 2015-2019. Samsung: Publicó más de 800 coautorías y colaboró con más de 1,400 universidades entre 2015-2019, duplicando su inversión en I+D para universidades de 40 millones a 80 millones de dólares en 2020. Alphabet (Google): Invirtió 16.2 mil millones de dólares en I+D en 2018, con más de 5,000 coautorías académicas y colaboraciones con 1,700 instituciones globalmente entre 2015-2019.
Es crucial que el sistema universitario incentive a investigadores y estudiantes a beneficiarse del acervo de activos intangibles de propiedad intelectual para fortalecer la producción científica y estimular la transferencia de conocimiento.
No es sencillo llevar tecnologías precompetitivas al mercado, ya que son riesgosas para inversionistas. La inversión de las universidades en etapas tempranas para madurar estos desarrollos es fundamental. El objetivo no es solo generar ingresos, sino la diseminación del conocimiento a la industria y la sociedad. Para ello, las universidades deben implementar procesos de selección y documentación de oportunidades de maduración tecnológica, involucrando a investigadores, inversionistas y expertos de la industria en un trabajo conjunto.
Además, se requiere:
- Incentivar a empresas no residentes a transferir tecnología y conocimiento a sus subsidiarias mexicanas,
- Explorar modelos de libre acceso para tecnologías en salud, como el "Eco-Patent Commons", con apoyo universitario y de centros de investigación,
- Fortalecer el sistema de protección industrial para evitar la fuga de conocimientos que disuade la transferencia tecnológica a la cadena de proveeduría nacional,
- Mejorar la reinserción de estudiantes de posgrado formados en el extranjero (1,780 en el 2023), dado que la baja demanda tecnológica de empresas mexicanas a menudo desaprovecha este talento.
Para las universidades uno de los principales desafíos que deben abordarse es el licenciamiento de tecnología, a través de lograr su integración adecuada en productos o sistemas complejos, para lo cual deben observar lo siguiente:
- Analizar su impacto hacia una plataforma general del productos o soluciones de optimización de procesos a lo largo del tiempo,
- Visibilizar sus efectos a través de la combinación entre diferentes tecnologías,
- Equilibrar simultáneamente las necesidades de las partes interesadas internas y externas,
- Reconocer las brechas de madurez entre el laboratorio y la integración a procesos industriales,
- Buscar integrar estas nuevas tecnologías en las plataformas y arquitecturas de productos existentes,
- Evaluar del valor de la tecnología a nivel de sistema, no de forma aislada,
- Considerar cómo la tecnología contribuye al sistema general, especialmente cuando combina funcionalidades diversas (por ejemplo, baterías estructurales que también proporcionan integridad estructural y transportan energía),
- Cumplir especificaciones técnicas de desempeño en el contexto de las necesidades de los diferentes stakeholders (internos y externos), funcionalidad y el rendimiento y costos y riesgos de desarrollo y producción.
Si bien el licenciamiento de la propiedad intelectual universitaria ha impulsado la innovación en la industria, también es relevante reconocer que las empresas representan, a menudo una oportunidad subestimada para las universidades, desde la perspectiva de la colaboración durante todo el ciclo de vida de sus proyectos de innovación. Por ejemplo, en el Reino Unido, las empresas ya se están beneficiando del trabajo conjunto con universidades en diversas etapas, desde la investigación fundamental hasta el desarrollo de productos y la comercialización. Esta colaboración asegura una alta tasa de innovación sobre el acervo de investigaciones científicas, lo que a su vez sustenta el progreso social.
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Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es Director Corporativo de Innovación y Transferencia de la Universidad Panamericana. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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