Cabe recordar que en agosto de 2022, el entonces presidente López Obrador informó sobre obras en la Terminal 2 “para reforzar toda la cimentación, porque tienen problemas estructurales y ya hay un proyecto con ese propósito” y que a principios de enero de este año, la presidenta Sheinbaum anunció la remodelación integral del AICM por parte de la Secretaría de Marina, la cual inició el 1 de abril y concluirán en noviembre, e incluirán: renovación de pistas, torres de control, edificios terminales, subestaciones y estacionamientos, además de modernizar bandas transportadoras, escaleras, elevadores y sistemas de seguridad. Todo ello con miras a la celebración del Mundial de Fútbol 2026, que comenzará el 31 de mayo de 2026.
El tema es que este aeropuerto tiene una larga historia de modernización y mantenimiento, como paliativos pero no como soluciones a largo plazo, que data de 1928 en que se inició su construcción sobre terrenos de los Ejidos del Peñón. El primer edificio fue dañado por un temblor en 1930, por lo que en 1939 se inauguró el nuevo edificio sobre lo que hoy es el Boulevard Aeropuerto, Identificado por una terraza semicircular desde donde se podían apreciar los aterrizajes y despegues de los aviones.
En 1943 el aeropuerto asumió el carácter de internacional, pero el edificio original empezaba a ser insuficiente; en 1949 se inició su ampliación, que incluyó un nuevo edificio terminal (actual terminal 1 para vuelos nacionales), que fue inaugurado en 1952. Conforme la industria aérea empezó a producir aviones con capacidad de más de 300 pasajeros, el edificio terminal empezó a ser incómodo y en 1979 se remodeló para dar mayor espacio, comodidad y circulación al pasaje. En ese entonces la terminal contaba con 17 posiciones de contacto (salas de última espera). En octubre de ese año un avión DC-10 procedente de Los Ángeles se estrelló en un edificio a un lado de la remodelada terminal.
Hacia 1994 el cada vez más intenso tráfico aeronáutico y de pasajeros, llevó a dos acciones paralelas: ampliar el edificio terminal para dar mayor cabida a operaciones internacionales, y ordenar la salida del aeropuerto de la aviación privada y los taxis aéreos enviándolos a Toluca. En 2000 se agregaron 8 nuevas posiciones de contacto y en 2003 se inició su ampliación y se inició la construcción de la Terminal 2 para aumentar la capacidad instalada.
Ante la evidente saturación de este aeropuerto y su futuro crecimiento, en 2001 el gobierno federal propuso construir un nuevo aeropuerto, pero hubo gran oposición, y, durante su Segundo Informe de Gobierno, Enrique Peña anunció la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), cuya construcción inició en 2015 y que, en su máxima capacidad, podría transportar 120 millones de pasajeros por año.
Lamentablemente, ya con un avance de 30%, el entonces presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, anunció que el NAIM sería cancelado “por corrupción” y, en su lugar, se reacondicionó el AICM y se construyó un nuevo aeropuerto denominado Felipe Ángeles (AIFA), en tiempo récord, en la base militar de Santa Lucía. Una instalación que, a pesar de su modernidad, tiene el tamaño que tenía en AICM hace 30 años y, si logra incrementar operaciones, poco a poco, al igual que sucedió con el actual aeropuerto, sus colindancias serán invadidas por casas, negocios y edificios, a pesar de la lejanía.
La ideología y la demagogia se impusieron y hoy tenemos un aeropuerto que, además de saturado, ya no resiste más parches y que, durante el gobierno anterior se abandonó a su suerte, al parecer con la idea de que poco a poco más aerolíneas operaran en el AIFA.