La clasificación “Z”, correspondiente a los “Centennials”, nacidos entre 1997 y 2012, tiene enfrente el reto de convivir con la primera generación del Siglo XXI, los nacidos entre 2010 y principios de los 20, identificada como “Alfa”, que es la primera generación nativa 100% digital. Es decir, nacieron en un mundo interconectado.
Los individuos de la Generación Alfa nacieron en un mundo en el que ya existían los asistentes virtuales e interactúan con ellos de manera natural; saben de Inteligencia Artificial (IA), nacieron en un mundo en el que hasta los electrodomésticos están conectados, y los coches empiezan a ser autónomos; si al primer año de edad les cae un control remoto en las manos, saben qué hacer con él; consumen videos desde que tienen pocos meses y los manejan antes de aprender a leer. Es decir, son una generación tecnológica e hiperconectada y siempre tendrán tecnología a la mano.
Nunca una generación anterior llegó ser tan numerosa, aunque por su hiperconectividad es la generación con menos privacidad de la historia. De hecho, su concepto de privacidad es muy diferente al de sus padres y, ni qué decir, al de sus abuelos.
Sin embargo, los Alfa, al igual que las generaciones anteriores, tendrán un precio que pagar por vivir en la era tecnológica; aunque la tecnología les permitirá desarrollar y potenciar sus habilidades, lo más probable es que desarrollen una menor capacidad de atención, de concentración y tendrán menos paciencia, pues todo lo resuelve la tecnología en un instante. Un estudio del Instituto Nacional de la Salud, en Estados Unidos, revela que uno de los principales problemas que enfrentará esta generación es, por ejemplo, el adelgazamiento prematuro de la corteza cerebral.
Según ese estudio sobre el Desarrollo Cognitivo del Cerebro en Adolescentes, los niños afectados con ese problema son aquellos que pasan más de siete horas con algún dispositivo.
Ante ello cabe preguntar: ¿qué le deparará el futuro a esta generación?
La respuesta no es clara ni aún para los especialistas en diferentes materias del desarrollo humano. Algunos consideran que tendrán una mejor calidad de vida, en tanto que otros piensan que su cercanía con la tecnología incrementará su nivel de aislamiento y, por tanto, su interacción con otras personas, incluso de su familia. El psicólogo uruguayo Roberto Balaguer, pionero en el estudio de la intersección entre psicología y tecnología, expresa que la falta de interacción con otras personas causa que “haya más patologías de lenguaje que una década atrás, así como mayor incidencia de trastornos oftalmológicos y déficit atencional”.
Lo que sí es claro es lo que esta generación puede representar en los negocios y en la sociedad ya que, por su perfil tecnológico, es posible que sus integrantes se conviertan en los clientes más exigentes de la historia en cuanto a capacidad y rapidez en las respuestas a sus solicitudes; dado el acceso a la información, sabrán todo sobre los productos y cómo pueden funcionar, y en su lugar buscarán servicios personalizados. A su vez, las empresas tendrán que trabajar proactivamente para ganar su atención y lealtad.
Los productores y distribuidores de cualquier producto deberán estar conscientes de que los Alfas serán más conscientes de las desigualdades de todo tipo. Las grandes organizaciones y sus marcas tendrán que demostrar rutinariamente que son una fuerza para el bien social, a través de su huella ambiental, la procedencia de las materias primas, el trato al personal, las cadenas de suministro y cómo se utilizan las ganancias.