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Alcalde, la nueva cara de la explotación laboral

La pobreza no es enfermedad que se cura y no regresa, sino triste condición que debe combatirse día a día, y eso sólo se logra teniendo fuentes de empleo sólidas, crecientes y bien establecidas.
vie 22 agosto 2025 06:05 AM
Retos del Inegi para la Medición de la Pobreza 2024
Todo apunta a que la salida de los millones de pobres anunciada es no sólo artificial, sino fugaz, armada amañadamente para presentar al país un modelo supuestamente exitoso, señala Gabriel Reyes Orona.

En árabe, alcalde significa el juez. Y el buen juez, por su casa empieza. Pues sucede que la 4T hace gala y pregona la justicia laboral, pero, en realidad, hace todo lo contrario. Lo importante no es cuántos pobres ha sacado de esa situación, sino cuánto tiempo los mantendrá fuera de ella. Así es, se debate si existe manipulación en las cifras presentadas, y sí, por supuesto, existen notables deficiencias metodológicas e indicios de desvío, pero, si realmente el número es el que dicen, que bueno por los mexicanos.

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Lamentablemente, todo apunta a que la salida de los millones anunciada es no sólo artificial, sino fugaz, armada amañadamente para presentar al país un modelo supuestamente exitoso. Así es, la realidad es que saquearon las arcas públicas para derrocharlas neciamente en programas sociales, los cuales, tuvieron el distorsionante y pasajero efecto de hacer creer a los más pobres que el partido oficial realmente estaba de su lado. Lo cierto es que los que recién salieron, quedaron tan cerca de la orilla, que al menguar los inefables programas regresarán a donde estaban, o quizá a una situación peor.

Es ya público y sabido, la fuente que alimentaba esos programas se ha agotado, es ya fondeada con costosa deuda pública. Es cuestión de tiempo para que se dejen de pagar, primero, oportunamente, y después, completos, para, eventualmente, dejar de llegar.

Da pena ajena ver a sesudos estudiosos de la ciencia económica armando mesas de análisis para, con recato, cuestionar no sólo el abultado número, sino también para decir que otros gobiernos han sido más exitosos al combatir la pobreza. Y digo lo de pena, porque todos ellos omiten analizar las razones; condiciones y origen de la tan cacareada salida de la pobreza. Es decir, la pobreza no es enfermedad que se cura y no regresa, sino triste condición que debe combatirse día a día, y eso sólo se logra teniendo fuentes de empleo sólidas, crecientes y bien establecidas. En México, el partido en el poder ha hecho todo por evitar que las empresas tengan un futuro estable. Se articuló un montaje, se trata de un burdo maquillaje.

Alejándonos de quimeras, el pronóstico de corto plazo no es nada halagüeño, antes de que este sexenio concluya retornarán a la abandonada situación quienes recién salieron y, tristemente, engrosará la fila un número adicional, tan grande o mayor, al que hoy enorgullece a la 4T.

Nada de especial tiene el pronóstico. Buena parte de los beneficiarios de los programas sociales mostraron un iluso agradecimiento, al producir respuesta a los encuestadores, y, quien mide la pobreza, simplemente copeteó, pero se trata de un autoengaño de patas cortas; caerá muy pronto, y de lo histórico, lo único que quedará serán las proporciones del engaño.

Pero más allá de la burda demagogia, está lo que sucede hacia el interior de la administración pública federal, donde cada día crece algo que no puede ser considerado sino como una forma de esclavitud moderna. Pues sucede que, a muchos, muchísimos trabajadores, no se les paga, o al menos, no se les paga lo que se debe. Todos los días en el gobierno de la deformación se queda a deber, bien porque se da largas con los cheques, o bien, porque se escamotean prestaciones.

En el escenario público poco se dice o refiere, pero hay funcionarios que no han cobrado desde que empezó el sexenio, y otros han anotado en el deber del gobierno federal parte de sus sueldos. El servicio exterior es el caso más grave, dado que se ha venido acumulando un enorme adeudo con los embajadores o funcionarios de alto nivel, en legaciones del exterior. Algunos presumen no haber sido devueltos al país con motivo del cambio de administración, pero todos saben que, la dependencia, a cargo del casi invisible Juan Ramon de la Fuente, no tiene con qué cubrir los estipendios que se deben pagar a los embajadores al retornar. Sale más barato dejarlos varados donde están, medio pagar las rentas y dar excusas para no pagar remuneraciones.

En el Poder Judicial Federal, a unos días de que arranque la operación del esperpento que le sustituyó, no queda claro cómo, ni cuándo, y, sobre todo, durante cuánto tiempo, se pueda pagar el retiro de todos aquellos que cobran, o cobrarían, de los fideicomisos que se agandalló el morenismo rampante.

Si bien es cierto, los estudiantes y becarios en el exterior no son propiamente trabajadores, lo real, es que muchos de ellos dejaron sus posiciones de trabajo, sustituyendo el sueldo con la remuneración que las instancias gubernamentales se comprometieron a cubrir, misma que, no llega; no lo hace a tiempo, o bien, arriba incompleta.

Claro, se preguntará el lector de qué viven todos esos sujetos que se encuentran en posiciones de poder, y de quienes dependen permisos, licencias y autorizaciones de todo tipo. Y, sí, adivinó la corrupción no sólo regresó, sino que ha alcanzado proporciones históricas, haciendo mofa y burla de la instancia que supuestamente la combate. Nadie suelta el hueso, ya que mal usado y abusando de él, se puede vivir opíparamente, y da para relojes, carros, depas, y uno que otro viaje de lujo.

En términos laborales, la 4T nos ha devuelto a los peores días del Porfiriato. Abandona a los ciudadanos en manos de funcionarios y servidores públicos que se sirven del puesto. ¿Qué se puede esperar de ellos, si los cheques no llegan? Lo peor, se da en las filas de aquellos que no pueden vender las mieles de sus posiciones, y que tienen que completar la quincena como se pueda. En la calle no hay trabajo, y el que hay, es del informal, dado que Luisa María Alcalde saludó con un sombrero ajeno, gastando lo que no es de ella, ni del gobierno, encareciendo, sin más sustento que una bravata ideológica, cada plaza.

Los burócratas son los acasillados del siglo XXI, y las tiendas de raya son los acervos públicos, a los que los malos servidores están atados, porque no pueden dejarlos al encontrarse en situación de tener que pagar enormes cuentas mes a mes.

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La juez es mala en propia casa. Presumió al cansancio, el aumento de plumazo y decreto ordenado por el autócrata gobierno, a sabiendas de que la situación del aparato productivo no lo soportaría, y que los patrones se ven en la difícil situación de tener que optar entre sacrificar competitividad, elevando precios, o bien, mermar la viabilidad de la empresa. La machincuepa de la que tanto se presume ha venido erosionando de manera drástica la rentabilidad, su “logro” explica con facilidad el aumento de la informalidad, la cual, crecerá desmedidamente cuando la recesión nos alcance.

Mientras siguen vendiendo espejitos los que criticaron a la corona española, es claro que se llevaron el oro a esos países donde Santiago Nieto y Pablo Gómez no ponían atención, ocupados siempre en hacerle al gendarme político. Se esconde la mano que roba, pero no la que gasta, y lo que vemos no tiene explicación. La gente ha tolerado, y hasta se puede decir que ha sido indolente y abúlica al permitir tanto abuso, pero el mercado laboral mexicano es un globo bajo tensión próximo a estallar.

Los autonombrados líderes sindicales de la burocracia han sido callados a billetazos, pero sin duda alguna, no tardan en ser rebasados por sus bases, lo que hace esta administración a la burocracia no se vale. Se tiene que decir, y lo diré, el gobierno de la transformación vive de la explotación laboral, y es, quien encabeza el partido oficial, la que sentó las bases del más injusto ambiente de trabajo que haya tenido México.

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Nota del editor: Gabriel Reyes es exprocurador fiscal de la Federación. Fue prosecretario de la Junta de Gobierno de Banxico y de la Comisión de Cambios, y miembro de las juntas de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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