"Mi mayor preocupación era que… nuestros expositores dirían con una sola voz 'no vamos a venir', pero eso no sucedió", dijo Mats Granryd, director general de GSMA, durante la conferencia de inauguración, quien admitió que la organización sufrió grandes pérdidas, después de la cancelación del año pasado, ya que despidió al 40% de su plantilla.
"Esta sobredemanda debería ceder en seis o nueve meses, ya que deberíamos volver a un actividad más normal a nivel de los automóviles, computadoras, etc. Pero sólo remitirá, no desaparecerá", advierte Jean-Christophe Eloy, CEO de Yole Développement, una firma de consultoría y análisis tecnológico.
Para mejorar la situación, algunas empresas fabricantes han anunciado inversiones para aumentar la producción. Intel dijo que invertirá 20,000 millones de dólares en una planta de Arizona, mientras TSMC hará una inversión de 100,000 millones de dólares para poder abastecer a más industrias.
Retrasos en logística, pero también crisis económica
Aunque empresas como Telefónica, Orange, Huawei o Vodafone asistieron al evento, otras compañías como Ericsson, Samsung o Nokia decidieron no asistir al evento, lo que ha dejado al MWC sin grandes lanzamientos.
"La industria está luchando por los semiconductores y todas las marcas sentirán el apuro", dijo Ben Stanton, gerente de investigación de Canalys. En los últimos meses, los proveedores redirigieron algunas asignaciones a otras regiones debido al brote de COVID-19 en India, pero esto no es sostenible ya que el mundo vuelve a la normalidad, indicó.
Los proveedores primero se centrarán en la priorización regional, enfocando el flujo de unidades hacia mercados desarrollados lucrativos como China, Estados Unidos y Europa Occidental a expensas de América Latina y África.
"A medida que los componentes clave, como los conjuntos de chips y la memoria, aumentan de precio, los proveedores de teléfonos inteligentes deben decidir si absorben ese costo o se lo pasan a los consumidores", dijo la vicepresidenta de movilidad de Canalys, Nicole Peng.
Esto significa que muchos smartphones podrían subir su precio, lo que reduce la existencia de nuevos equipos en mercados emergentes como México, lo cual se ha visto reflejado en los equipos que se han presentado en los últimos meses, donde la gama media predomina.
En México, la industria de las telecomunicaciones también ha padecido las consecuencias de COVID-19. En 2020, el sector en su conjunto experimentó una caída de 1.1%, al alcanzar los 493,600 millones de pesos, de acuerdo con la consultora The CIU.
Este descenso se dio a pesar del incremento en la demanda de servicios digitales y de conectividad que permitieron a los mexicanos, en medio de la contingencia sanitaria, realizar sus actividades laborales, educativas y de entretenimiento.