El profesor dijo que nosotros, como humanos, tenemos habilidades que nos hacen únicos, y lo que debemos hacer es explotarlas para poder comprender el mundo de la IA que nos rodea y altera nuestro presente.
“Algunas de las profesiones que más se van a involucrar en el tema de identificar posible plagio es con académicos de sociología, lengua y también antropología, ahora los profesores deberán ser más cuidadosos y entender mejor a sus alumnos, lo que también abre una forma de ver el mundo distinto, uno más cercano entre alumnos y profesores”, señaló el profesor de la Universidad de Santa Clara, Brian Greene.
Hace unos meses la catedrática Lawrence Shapiro en su columna de opinión en el Washington Post, concluyo que “esto es lo que planeo hacer con los chatbots en mis clases: prácticamente nada”.
El chatbot elaborado por OpenAI, y en el cual Microsoft acaba de invertir más de 10,000 millones de dólares para integrar en sus servicios, está causando preocupación en torno a su uso en la educación.
Tanto así que, incluso, el Departamento de Educación de Nueva York decidió prohibir su uso en las escuelas debido a los posibles “impactos negativos en el aprendizaje y preocupaciones respecto a la seguridad y precisiones del contenido”.
Por otro lado, un estudiante de la universidad de Princeton ya desarrolló una herramienta llamada GPTZero que permite detectar si se ha usado el chatbot para escribir un texto, misma que ya tiene 23,000 profesores en la lista de espera para recibirla.
Sin embargo, esta no es la única amenaza en la academia, una de las que más llama la atención es la fuga de talento que empiezan a vivir las universidades, sobre todo en departamentos como ingeniería, matemáticas y física, pues muchos de ellos están llegando a los departamentos de IA de las tecnológicas.
“Algunas universidades y algunos profesores están muy adelante, en la investigación de este tipo de temas, sin embargo si eres un investigador de IA y eres muy bueno, entonces las empresas te van a sacar y pagar mucho más para trabajar con ellos”, afirmó Greene.
Esto pone a los presupuestos de las universidades en jaque, pues muchas de las ofertas de las grandes tecnológicas son muy grandes en comparación a las contraofertas que tienen las universidades.
“El problema con el presupuesto es que debes pasar por procesos más complicados que el que tiene una empresa de tecnología, y lo que considero que se debe de hacer es una colaboración entre universidades y tecnológicas, donde las investigaciones están enfocadas en la academia y así no se aleje este tipo de talentos también de posibles talentos del futuro”, puntualizó el académico de la Universidad de Santa Clara.