Un problema de seguridad y económico
El costo promedio de un ataque de ransomware en México puede superar los 2 millones de dólares en casos puntuales, según estimaciones de firmas como Kaspersky, mientras que las grandes empresas gastan hasta 2.5 millones de dólares anuales en recuperación tras múltiples incidentes.
Para las PyMEs, los daños promedio rondan 1.2 millones de pesos (unos 70,000 dólares), suficientes para comprometer operaciones enteras, esto de acuerdo con el IBM X-Force Threat Intelligence Index.
Según el informe Kaspersky IT Security Economics, en los últimos meses las grandes empresas latinoamericanas, aun con sistemas de protección avanzados, fueron las que más incidentes de seguridad de red sufrieron. Los atacantes aprovechan vulnerabilidades para infiltrarse, robar datos y afectar aplicaciones o cargas de trabajo.
Un solo punto débil basta para instalar malware o spyware y también abre la puerta a ataques de ingeniería social, donde las personas se convierten en el blanco más fácil.
“Los ciberdelincuentes desarrollan constantemente nuevas tácticas y técnicas para sortear las medidas de seguridad tradicionales, lo que dificulta que las empresas se mantengan un paso adelante”, explicó Fabio Assolini, director del Equipo Global de Investigación y Análisis (GReAT) para América Latina en Kaspersky.
A escala macroeconómica, el Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias calcula que los ciberataques ya generan pérdidas equivalentes al 0.6% del PIB, es decir, más de 137,000 millones de pesos al año.
Ante ese panorama, Werner recomienda a las empresas adoptar un enfoque práctico de seguridad.
“Independientemente de su tamaño de presupuesto, las empresas mexicanas pueden fortalecer sus defensas contra el ransomware tomando medidas como segmentar las redes y exigir una autenticación estricta para cada usuario o dispositivo, lo que limita el movimiento de los atacantes sin generar costos significativos”.
La convergencia entre extorsión física y digital muestra que la violencia ya no se limita a llamadas de “cobro de piso” o fraudes telefónicos, pues se extiende a ataques que bloquean operaciones, roban datos y amenazan reputaciones en línea. En ambos casos, las empresas terminan pagando, ya sea con dinero, reputación o con mayor inversión en seguridad.
Igual que se presupuestan seguros, nómina o logística, las organizaciones mexicanas deben destinar recursos para resiliencia digital, con estrategias de Zero Trust, capacitación de empleados y planes de respuesta a incidentes.
“La protección contra el ransomware es más efectiva cuando los marcos regulatorios combinan estándares claros con medidas de apoyo. Los controles de ciberseguridad obligatorios proporcionan una base de protección, pero al mismo tiempo los incentivos son clave para que las empresas adopten prácticas más sólidas de resiliencia”, apuntó el ejecutivo de Akamai.
Con información de Lidia Arista.