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Revista Digital
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2025 marcó el fin del delivery barato

Reformas laborales, nuevos impuestos y ajustes regulatorios están transformando el modelo de reparto por apps en México.
mié 31 diciembre 2025 07:00 AM
Se acabó el delivery barato en 2025: pedir comida en Rappi, Uber y Didi subió de precio por estas razones
Para muchos socios repartidores de RUM, el incremento de las tarifas no se tradujo en mayores ingresos para ellos. (Foto: Joa_Souza/Getty Images)

En 2025, el universo del delivery en México vivió uno de los años más turbulentos. Lo que durante la pandemia se transformó en sinónimo de conveniencia a un precio accesible para millones de usuarios, comenzó a mostrar grietas profundas de cara a reformas, ajustes regulatorios y disputas fiscales.

Parte de este cambio llegó con la entrada en vigor de una reforma a la Ley Federal del Trabajo que reconoce por primera vez derechos laborales básicos para conductores y repartidores de plataformas como Uber, DiDi y Rappi. A partir del 1 de julio de 2025, inició una prueba piloto que obliga a las empresas a incorporar a sus colaboradores al régimen del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), garantizando acceso al seguro social, pensión, vacaciones y otras prestaciones.

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El objetivo, celebrado como “histórico” por el gobierno federal, responde a años de demandas de justicia laboral en el trabajo digital. Sin embargo, la implementación del nuevo marco no ha sido sencilla.

Desde el inicio, grupos de trabajadores como Repartidores Unidos de México (RUM) celebraron la idea de contar con seguridad social, pero también advirtieron que si no se tomaban en cuenta los diferentes perfiles de quienes laboran en plataformas habría impacto a sus ingresos.

Las aplicaciones de delivery son de gran relevancia en México. De acuerdo con datos de Statista, en 2024 el país se consolidó como el segundo mercado más grande en Latinoamérica de este sector, solo por detrás de Brasil, con un valor que se estima en 2,530 millones de dólares.

Poco después de que iniciara la fase piloto, Uber anunció un aumento de hasta 7% en sus tarifas de movilidad para compensar los costos derivados de la incorporación de sus socios al esquema de seguridad social. Aunque Uber Eats aclaró que este ajuste no aplicaría en sus servicios de reparto de alimentos, el impacto simbólico fue innegable.

El gobierno federal, por su parte, calificó el aumento como unilateral e irresponsable, recordando que en las negociaciones para la reforma las plataformas se habían comprometido a no trasladar esos costos a consumidores ni trabajadores.

Para muchos socios repartidores de RUM, el incremento de las tarifas no se tradujo en mayores ingresos para ellos. Francisco Edgar, uno de los representantes de la agrupación, incluso señaló a Expansión que sus ingresos habían mermado aproximadamente 30%.

El nuevo cobro del 2% por infraestructura urbana

A la reforma laboral se sumó otro frente de cambio fiscal, pues la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) confirmó la constitucionalidad de un cobro de 2% a las plataformas digitales por concepto de “aprovechamiento de infraestructura urbana” en la Ciudad de México.

Este gravamen, que ya estaba previsto en el Código Fiscal capitalino, se aplica sobre las comisiones que generan las entregas de mercancías y fue justificado como una contribución por el uso de calles, avenidas y espacios públicos.

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AlianzaIn México, que agrupa a aplicaciones como DiDi, Uber y Rappi, criticó la medida y alertó a la Suprema Corte sobre efectos regresivos que podría tener sobre las economías de plataformas, trabajadores y consumidores. RUM replicó el mensaje de que estos costos adicionales terminarían impactando sus ingresos netos o encareciendo los servicios para el usuario final

Para los trabajadores de plataformas digitales, estos cambios representan un dilema complejo. Por un lado, el acceso al seguro social y prestaciones significa un avance en la dignificación de un oficio históricamente precario y sin protección. Por otro, el nuevo marco fiscal y regulatorio genera incertidumbre sobre cómo se traducirán estos beneficios en ganancias reales, especialmente una vez que se consideren las retenciones existentes de ISR e IVA más contribuciones adicionales.

A este escenario se suma un factor menos visible, pero constante: los ajustes anuales por inflación. Como ocurre en otros servicios digitales, las plataformas de delivery suelen actualizar precios, comisiones y cargos operativos para compensar el aumento generalizado de costos —combustible, mantenimiento, tecnología y personal— incluso en ausencia de nuevas regulaciones.

Por lo que entre la presión regulatoria y el efecto inflacionario, el modelo de reparto a bajo costo enfrenta un reacomodo estructural que difícilmente permitirá volver a los precios de años anteriores.

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