Más libertad, edificios más grandes. Jóvenes arquitectos europeos se van a China
En su primer día como arquitecta en China, Alina Valcarce empezó a diseñar un desarrollo de casi 16 hectáreas en una ciudad de la que nunca había oído hablar. Su visión para un complejo de tres torres en Jinhua, a unos 300 kilómetros de Shanghái, fue la propuesta ganadora poco después. Tenía apenas 24 años.
"Acababa de llegar a la oficina y me dijeron: 'tienes que dirigir este proyecto'", cuenta la arquitecta española nacida en Cuba. "Fue una locura. Estaba desarrollando tal vez 20 proyectos al año. Edificios de usos mixtos, centros comerciales con torres para hoteles, edificios de oficinas… desarrollos enormes".
Valcarce cree que la mayoría de los miembros de su generación no lograron encontrar trabajo en el mundo de la arquitectura. Dijo que quienes aseguraron empleos en Europa ahora trabajan en proyectos que para ella son menos interesantes o desafiantes: "restauraciones y edificios más básicos".
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En 2011, año en el que Valcarce se mudó a China, Europa estaba en las profundidades de una recesión económica. Los arquitectos jóvenes de los países más afectados (tales como Irlanda, Italia, Portugal y Grecia) tenían menos oportunidades laborales con salarios más bajos . En España, en donde Valcarce había trabajado, la burbuja inmobiliaria había estallado y el mercado de la construcción se había reducido casi a la mitad en tan solo tres años.
Sin embargo, en esos mismos tres años, la industria de la construcción en China creció aproximadamente un 90%, según cifras del gobierno chino . El auge de la construcción después de los Juegos Olímpicos estaba en pleno y había gran demanda de arquitectos extranjeros. A pesar de que los despachos más grandes (y los arquitectos estrella como Zaha Hadid y Rem Koolhas) habían estado aprovechando la situación desde el 2000, la recesión en Europa propició que una nueva generación de graduados probara suerte en China.
"Fui una de las primeras aquí, después de que el mercado en España empezó a caer", dice Valcarce. "Después de eso, hubo una oleada de arquitectos europeos en China. [Los desarrolladores] buscaban extranjeros que trabajaran en sus proyectos… querían una clase de diseño especial que no creían que podían obtener con los arquitectos locales".
Estos diseños "especiales" solían ser despliegues modernistas de vidrio y acero. Los clientes también pedían cosas que rayaban en la arquitectura " extraña " que suele relacionarse con la China moderna; Valcarce recuerda que le pidieron diseñar una galería de arte en forma de gota de agua. Sin embargo, los negocios iban viento en popa. "Nuestra oficina comenzó con cuatro personas y pronto ya éramos 20", cuenta Valcarce, refiriéndose a SURE Architecture, el primer despacho para el que trabajó en China. "Estábamos completamente sobrecargados".
Libertad creativa
Para Valcarce, que ahora tiene 31 años, la apuesta ha rendido frutos. Actualmente es directora de la oficina del despacho australiano GroupGSA en Beijing y ha trabajado en proyectos más grandes y ambiciosos que los que habrían sido posibles en Europa, de acuerdo con ella. Entre ellos están un centro de exposiciones inspirado en una pista de esquí en Zhangjiakou, una de las sedes de los Juegos Olímpicos de invierno de 2022.
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También hay ventajas creativas, de acuerdo con Nicola Saladino, arquitecto italiano de 37 años. Llegó a Beijing procedente de Londres ("estaba enviando currículums prácticamente la semana después de que se desplomara Lehman Brothers") y descubrió que su profesión gozaba de más libertad en China.
"La gente estaba haciendo la clase de arquitectura que habría sido difícil hacer en otra parte del mundo", dijo. "No porque fuera más caro, sino porque era realmente desafiante. Despachos de todo el mundo venían a China porque detectaron la oportunidad de hacer cosas que no podían hacer en sus países".
Al detectar este potencial, Saladino fundó con un socio el despacho reMIX studio, situado en un patio remodelado, a un kilómetro al sur de la plaza Tiananmen. Además de diseñar estructuras nuevas (ya sea una escuela de casi siete hectáreas o un edificio geométrico en la provincia de Liaoning), su despacho también trabaja en planificación urbana y en proyectos de regeneración.
Aunque los desarrolladores acaudalados definitivamente ofrecen cierta libertad ("hay clientes a los que no les importa el presupuesto"), Saladino también señala que los reglamentos de planificación son laxos y que los chinos están abiertos a las ideas nuevas.
"Puedes tener impacto", dijo. "En China, podemos replantear completamente nuestro modelo de cómo funcionan las ciudades".
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"Si estás limitado por la conservación del patrimonio histórico, tienes límites a los cambios que puedes hacer. Pero si estás planificando una ciudad totalmente nueva en la China rural, realmente puedes cambiar los modelos tradicionales e idear algo completamente nuevo".
"Además, la gente usualmente no pide permiso para ampliar o reconstruir sus casas… simplemente lo hacen", explicó Saladino.
Sin embargo, todos los arquitectos a los que entrevistamos para este artículo manifestaron frustraciones similares sobre su trabajo en China. Las quejas más comunes son la mala calidad de los edificios y el hábito de los desarrolladores de cancelar proyectos tras la etapa de diseño.
"Cuando vas a edificios realmente geniales y empiezas a ver la calidad de construcción, ves que puede ser muy baja", dijo Valcarce, cuyo diseño antes mencionado en Jinhua nunca se hizo realidad.
"Muchos proyectos se quedan sin construir", agregó Saladino, quien explicó que los desarrolladores son propensos a cambiar de opinión. "O termina construyéndolos alguien más con un diseño ligeramente diferente".
Posibilidades de regresar
Si optaran por volver a casa, los arquitectos europeos que están en China seguramente se encontrarían con un mercado laboral cada vez más boyante, de acuerdo con Ian Pritchard, secretario general del Consejo de Arquitectos de Europa (ACE, por sus siglas en inglés).
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En el estudio más reciente del ACE, se reporta que el sector de la arquitectura en la Europa continental creció un 12% entre 2014 y 2016. Aunque el mercado sigue estando por debajo de los niveles previos a la recesión, en el estudio del ACE se determinó que de los casi 30,000 arquitectos que hay en cada país, la mayoría esperaba que su carga de trabajo se incrementara en 2017 (dejando de lado al Reino Unido después del brexit y a Italia, en donde la proporción de arquitectos por cada 1,000 personas es más de 2.5 veces mayor que el promedio europeo).
"He escuchado que en Irlanda, por ejemplo, una vez que el mercado volvió a cobrar auge, los despachos tenían las manos llenas", dijo Pritchard. "La gente se ha ido al extranjero para lidiar con las altas y las bajas de los mercados [nacionales], pero no todos se ven como emigrados permanentes".
Anna Pilipis, arquitecta de 30 años, regresó hace poco a su natal Grecia tras haber pasado más de tres años en China. Aunque aún no explora el mercado laboral europeo, cree que su experiencia (que incluye la participación en un enorme proyecto residencial en la provincia de Anhui con el mundialmente famoso despacho chino de arquitectura, MAD) la pone en una posición de ventaja respecto a sus contemporáneos.
"El ritmo en China es increíblemente rápido, así que en términos de armar un portafolio, he hecho mucho", dijo vía telefónica desde Atenas. "Lo más importante es que he participado en las diferentes fases de un proyecto (desde el diseño del concepto hasta la construcción) y eso es lo que te da más experiencia".
"Si me hubiera quedado en Europa, tal vez tendría más experiencia en una [área de la arquitectura], pero no en todas", dijo.
El fin de la fiebre del oro
Sin embargo, la recuperación de Europa no es el único factor que hace regresar a los arquitectos a Europa. El mercado de la construcción en China también se está desacelerando. Como se reporta que los despachos internacionales de diseño están reduciendo personal y salarios en sus oficinas en China, hay quien cree que la época de oro de los arquitectos en el extranjero está llegando a su fin.
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"Muchos extranjeros decidieron irse en 2015", explica Valcarce. "Cuando llegué, conocía a unos 50 o 60 arquitectos europeos. Ahora puedo contar los que quedan con una mano. Todos se han ido".
Además de los factores económicos, los cambios culturales también están cambiando el mercado chino, de acuerdo con Saladino. Como el presidente Xi Jinping hizo un llamado a poner fin a los edificios "xenocéntricos", el atractivo de los arquitectos extranjeros podría estar menguando.
"Cuando llegué, los clientes exigían que hubiera extranjeros en cualquier proyecto grande", explica. "Mis amigos me han pedido que asista a reuniones, solo para 'hacer acto de presencia'. Pero ahora, cada vez son más los chinos que se van a estudiar arquitectura al extranjero y luego regresan a casa. No muestran la misma reverencia a los occidentales".
"También notamos que se está retomando el estilo arquitectónico más conservador e histórico como reacción a los excesos modernos de hace diez años".
Algunos de los arquitectos extranjeros están lo suficientemente establecidos en China como para sortear la tormenta. Como su carrera va "asombrosamente", Valcarce espera quedarse en Beijing en el futuro previsible.
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Saladino también piensa quedarse porque comenzó una familia en China. Sin embargo, quiere expandir su negocio a Europa. La posibilidad de que los despachos chinos abran oficinas en Occidente, con lo que se revertiría efectivamente el flujo tradicional del talento, es una idea que Pilipis también propuso en Grecia.
"Mi despacho en China [Studio O] siempre ha querido abrir algo en Europa cuando el momento sea propicio", dijo. "Podría haber un enfoque interdisciplinario e intercultural superinteresante que venga de Europa, que vaya a China y luego regrese a Europa… es una relación constante. Pero también podría perderse en la traducción".