Comer fuera podría ser malo para tu salud
Se sabe que comer fuera con frecuencia aumenta la ingesta de azúcares y grasas no saludables. Pero un nuevo estudio sugiere que hay otra razón para quedarse a comer en casa más a menudo: los ftalatos.
Los ftalatos son sustancias químicas potencialmente nocivas que se encuentran en cientos de productos de consumo, incluidos los perfumes, los aerosoles para el cabello, los champús y los plásticos utilizados en el procesamiento y envasado de alimentos.
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El consumo de estos químicos se ha relacionado con defectos de nacimiento en niños, así como con problemas de comportamiento y obesidad en niños mayores y adultos. La exposición en el útero puede alterar el desarrollo del aparato reproductor masculino, lo que da como resultado el descenso incompleto de uno o ambos testículos.
Los científicos también sospechan que estos químicos pueden alterar las hormonas y causar problemas de fertilidad. Los asociaron con la obesidad infantil, el asma, problemas neurológicos, problemas cardiovasculares e incluso el cáncer.
"Los ftalatos son una clase de químicos sintéticos conocidos como disruptores endócrinos, lo que significa que afectan las hormonas del cuerpo", explica la Dra. Sheela Sathyanarayana, profesora adjunta de pediatría del Seattle Children's Hospital y la Universidad de Washington que presidió el Comité Asesor de Protección de Salud Infantil de la Agencia estadounidense de Protección Ambiental, quien no participó en el estudio. "Las hormonas son esenciales para las funciones normales del cuerpo, como la reproducción o el metabolismo".
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El estudio, publicado en la revista Environment International, encontró que los niveles de ftalato en los participantes que habían comido en restaurantes, cafeterías y establecimientos de comida rápida el día anterior eran 35% más altos que aquellos que informaron haber comido alimentos comprados en el supermercado.
Las personas que comieron fuera probablemente estuvieron expuestas a los químicos a través de alimentos que habían estado en contacto con envases de plástico, dijo Ami Zota, profesora asistente de salud ambiental y laboral en la Universidad George Washington y autora principal del estudio.
"La idea principal es que los alimentos que se preparan en restaurantes y cafeterías pueden entrar en contacto con materiales que contienen ftalatos porque parte de la comida se produce en lugares descentralizados", apuntó Zota.
"Los ftalatos que más preocupan desde el punto de vista de la salud son los plastificantes, que se agregan para suavizar los plásticos", agregó. "Se agregan a los empaques de alimentos, pueden estar en los guantes que manipulan alimentos y en los tubos que se usan para procesar y empacar alimentos".
nullEl estudio se basó en datos recopilados entre 2005 y 2014 de la encuesta nacional National Health and Nutrition Examination Survey, aplicada cada dos años por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. Incluyó a 10,253 personas a las que se les preguntó sobre sus hábitos alimenticios en las últimas 24 horas y que proporcionaron muestras de orina para evaluar los niveles de ftalato en el cuerpo.
Los investigadores encontraron que alrededor de dos tercios de los encuestados informaron haber comido fuera al menos una vez el día anterior. Los que comieron fuera también tenían niveles significativamente más altos de metabolitos de ftalato en su orina.
Esta asociación fue consistente en todas las edades, géneros y etnias, pero fue más fuerte entre los adolescentes que comieron fuera, ellos tenían niveles de ftalatos 55% más altos que los que comían en casa.
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“La asociación entre la exposición al ftalato y comer fuera existía en todos los grupos de edad, pero la magnitud de la asociación fue mayor entre los adolescentes”, dijo Zota. "Ciertos alimentos, en especial las hamburguesas con queso y otros sándwiches, también se asociaron con mayores niveles de ftalatos, pero solo si se compraban en un establecimiento de comida o restaurante".
Esta no es la primera vez que los niveles de ftalato se han vinculado a las fuentes de alimentos. En 2016, Zota dirigió un estudio que mostró una conexión entre la exposición a ftalatos y los restaurantes de comida rápida. Este nuevo estudio amplía aquella investigación al mostrar que el vínculo persiste incluso cuando se come en otros tipos de establecimientos, como restaurantes más formales y cafeterías, dijo.
"Primero utilizamos esta metodología para centrarnos en la comida rápida y encontramos algunas asociaciones sorprendentes entre el consumo reciente de comida rápida y la exposición al ftalato", señaló Zota. "Y ahora, ampliamos eso para ver si los hallazgos eran exclusivos de la comida rápida, o cómo se comparaban con otros locales de comida que pueden reflejar otros tipos de procesamiento de alimentos y sistemas de fabricación".
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El año pasado, un estudio descubrió altas concentraciones de ftalatos en mezclas de macarrones con queso, lo que derivó en una solicitud de regulación adicional de los productos químicos en los alimentos. Aunque la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) monitorea los niveles de ftalatos en varios cosméticos, no regula su presencia en productos alimenticios o bebidas.
"Las políticas deberían enfocarse en reducir la exposición a los ftalatos en los procesos de producción de alimentos. Los fabricantes de alimentos deberían conocer las fuentes de contaminación y trabajar para reducirlas", advirtió Sathyanarayana. "La otra forma de abordarlo es reducir o prohibir el uso de ftalatos en la fabricación de alimentos".
La buena noticia, no obstante, es que los ftalatos permanecen en el cuerpo solo durante un día. Según Zota, cambiar nuestros hábitos alimenticios y consumir más comidas caseras podría tener beneficios de salud casi inmediatos.
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"Preparar comida en casa puede representar un ganar-ganar", afirmó Zota. "Las comidas caseras pueden ser una buena manera de reducir el azúcar, las grasas no saludables y la sal, y este estudio sugiere que es posible que no tengan tantos ftalatos dañinos como las comidas de los restaurantes. El otro punto importante es que estos químicos están presentes en el medio ambiente", agregó.
"Entonces, para realmente reducir nuestra exposición a estos químicos potencialmente dañinos, necesitamos cambios sistémicos en la forma en que se producen y transportan nuestros alimentos, y eso requerirá cambios en las políticas y en las soluciones basadas en el mercado".