Así crean los cineastas los mundos del futuro
Nota del editor: Jonathan Glancey es crítico de arquitectura y escritor.
(Expansión) – "Metrópolis" de Fritz Lang, proyectada por primera vez en Berlín en 1927, se volvió un modelo para el cine de ciencia ficción. Su guión y lenguaje visual establecieron un tono que décadas más tarde seguía presente en películas tan variadas como "Blade Runner" y "Star Wars", "Logan's Run" y "Aeon Flux".
Sin reparar en cuán fuertes o débiles sean los argumentos de las películas del género, sus ambientaciones y locaciones son casi siempre memorables. Cuando los críticos cuestionan la credibilidad de una cinta de ciencia ficción, a menudo se debe a que el diseño y los efectos visuales, especialmente en la era de las imágenes digitales, parecen mucho más importantes que el guión o el mensaje.
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Pero incluso cuando la trama es floja, es emocionante ser transportado a ciudades ubicadas en un futuro lejano, ya sea en la Tierra o a años luz de distancia. Sin embargo, imaginar edificios futuristas remotamente plausibles es una labor difícil.
Si vemos las ilustraciones del siglo XIX que muestran a París, Nueva York o Londres en el año 2000, lo que vemos son ciudades victorianas puntiagudas dramáticamente desproporcionadas. Pobladas por tranvías, trenes e improbables máquinas voladoras, estas imágenes a menudo carecen de algo parecido a un automóvil, al igual que las películas de ciencia ficción estaban libres de teléfonos celulares hasta la década de 1990. La nueva tecnología y el diseño tal vez estén a la vuelta de la esquina, pero son difíciles de anticipar.
Los diseñadores de producción de Fritz Lang (Erich Kettelhut, Otto Hunte y Kurt Vollbrecht) dieron forma a la ciudad ficticia de Metrópolis al reimaginar el Manhattan contemporáneo. Pero empalmaron la ciudad con edificios inspirados por arquitectos europeos avant-garde, entre ellos, arquitectos cubistas de la Escuela Bauhaus; expresionistas como Erich Mendelsohn; Le Corbusier, con su visión de las ciudades de gran altura; y, quizás especialmente, el futurista italiano Antonio Sant'Elia, cuya "Città Nuova" presentaba la ciudad futura como una megaestructura multinivel atravesada por audaces puentes interconectados y vertiginosas pasarelas aéreas.
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En su mayor parte, el público de 1920 no había visto nada parecido al mundo futuro de Lang. Sin embargo, la arquitectura en la que se basaba ya había sido imaginada. Y esto ha sido así en la mayoría de las películas de ciencia ficción desde entonces.
"Blade Runner" de Ridley Scott, lanzada en 1982, retrataba a un Los Ángeles inspirado en "Metrópolis" ambientado en 2019, que fusionaba Manhattan y Los Ángeles con el intenso neón de Hong Kong y el espíritu de Tokio. Los interiores de la sede central de Tyrell Corporation fueron adaptados de la casa Ennis House de Frank Lloyd Wright, de inspiración maya, mientras que la escena inicial de la película (tomas aéreas de la ciudad en un contexto de llamas industriales y neblina) se inspiró en la infancia de Ridley Scott en el noreste industrial de Inglaterra.
Producida en 1976, "Logan's Run" (La fuga de Logan) presenta una ciudad distópica del futuro donde los ciudadanos son asesinados cuando alcanzan los 30 años para ahorrar recursos. Esta ciudad juvenil se asemejaba a las villas de los Juegos Olímpicos que uno podría imaginar en una antigua república soviética. La película era divertida, aunque la ambientación no resultó tan futurista después de todo.
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George Lucas adaptó para “Star Wars” la secuencia del bombardeo de "The Dam Busters" de 1955, dirigida por Michael Anderson. Lejos de ofrecer una visión del futuro, las películas de "La guerra de las galaxias" están ambientadas en una lejana galaxia de un pasado remoto.
"Aeon Flux" de 2005, de la directora Karyn Kusana, presentó el mundo en el año 2415. Los sobrevivientes de un virus que acabó con el 99% de la población mundial en 2011 viven en una ciudad amurallada (algo muy medieval) que pudo recrearse gracias a secuencias filmadas en un abandonado túnel de viento de 1930 y otros edificios de Berlín (incluido el centro de arte Haus der Kulturen der Welt de 1957, el Archivo Bauhaus de 1960, el refugio de animales Tierheim del año 2002, y el inquietante crematorio Treptow de mediados de los noventa, con sus referencias subliminales a los interiores de los templos del Antiguo Egipto).
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Si las películas de ciencia ficción, con la honorable excepción de "2001: Odisea en el espacio" de Stanley Kubrick, acostumbran seguir tendencias y no tanto a marcarlas en el desarrollo arquitectónico, ¿algún director se ha salido completamente del molde?
El cineasta Andrei Tarkovsky lo hizo. Con el diseñador de producción Rashit Safiullin, este director ruso creó una ambientación inquietante, perturbadora y onírica para "Stalker", una película de 1979 centrada en un sitio restringido llamado la Zona. En algún lugar dentro de la Zona hay una habitación donde se cumplen los deseos más íntimos de una persona.
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Pero la Zona cambia en función de la psique de las personas. Tarkovsky y Safiullin dieron forma a esta atmósfera elusiva y memorable en una planta hidroeléctrica abandonada y una fábrica de productos químicos en Estonia, demostrando que la arquitectura de las mejores películas de ciencia ficción tiene más que ver con la imaginación que con la novedad y los efectos especiales. Hoy por hoy, "Stalker" está muy bien valorada tanto por el público como por la crítica.
El futuro, tanto en el cine como en la arquitectura, es escurridizo y difícil de predecir.