Las personas que padecen esta enfermedad no pueden consumir gluten porque daña su intestino delgado, por lo que deben evitar alimentos con trigo, avena, cebada, centeno pero también vitaminas, suplementos alimenticios, medicinas, entre otros.
¿Cuáles son los síntomas?
El diagnóstico puede ser a cualquier edad, y los síntomas que presentan pueden ser tanto intestinales como diarrea, falta de apetito, vómitos, náuseas, dolor abdominal, estreñimiento, entre otros, como en cualquier otra parte del cuerpo.
- En niños: pueden presentar “diarrea crónica”, vómitos, distensión abdominal, falta de masa muscular y pérdida de peso, retraso del crecimiento, escasa estatura, cabello y piel secos, menos calcio, inapetencia, irritabilidad, alteraciones en el esmalte dental, dislexia, autismo e hiperactividad.
- En adolescentes: se manifiesta dolor abdominal, baja estatura relativa a familiares, falta de ánimo, retraso en el ciclo menstrual, retraso puberal, estreñimiento, queilitis angular, aftas recurrentes, anemia ferropénica y cefaleas.
- En adultos: padecen osteoporosis, fracturas, artritis, diarreas, estreñimiento, desnutrición, abortos espontáneos, hijos recién nacidos con bajo peso, impotencia, infertilidad, pérdida de peso, anemia ferropénica, caída del cabello, colon irritable, menopausia precoz, astenia y depresión.
¿Hay tratamiento?
Al ser una enfermedad autoinmune y caracterizada por una intolerancia permanente al gluten, la clave está en la dieta.