Origen del pan de muerto
Antes de la llegada de los españoles, se preparaban ofrendas en forma de pan como una manera de honrar a los dioses y a los difuntos. Uno de los panes más antiguos era la papalotlaxcalli, o pan de mariposa, una tortilla marcada con un sello en forma de mariposa que se cocía y luego se decoraba.
Este pan se ofrecía en ceremonias dedicadas a Cihuapipiltin, diosa relacionada con mujeres fallecidas en parto. Otros tipos de pan prehispánico incluían el yotlaxcalli, hecho de maíz tostado, y el tzoalli, una mezcla de amaranto y miel que formaba ídolos y huesos en honor a Huitzilopochtli.
Durante la Conquista, el pan de muerto evolucionó al integrarse ingredientes europeos, como el trigo, que los españoles introdujeron. La forma actual del pan, redonda y adornada con "huesos", surgió con el tiempo, simbolizando elementos de la cosmovisión indígena. En el siglo XX, el pan de muerto empezó a popularizarse en los recetarios y fue adoptando su imagen moderna, que mezcla tradiciones prehispánicas con influencias europeas.
Significado del pan de muerto
El pan de muerto que conocemos hoy en día tiene un simbolismo cargado de significado. La forma redonda representa el ciclo de la vida y la muerte, mientras que los adornos en forma de huesos y calaveras en la superficie simbolizan a los difuntos a quienes se dedica este pan.
El círculo central o bolita en la parte superior del pan suele interpretarse como el cráneo del difunto, mientras que las "canillas" o tiras cruzadas que rodean el pan representan los huesos. Tradicionalmente, este pan se espolvorea con azúcar blanca o rosa, lo cual remite a la sangre o a las ceremonias prehispánicas que usaban colores similares en sus rituales.