“Las colillas contienen residuos tóxicos, dañan todo: la naturaleza, los animales, y lo peor es que las aves las llevan a su nido. Son muy perjudiciales para el suelo, para el aire y el agua", destaca la UNAM.
Las colillas sirven como un filtro para retener parte del alquitrán y el humo que producen de los cigarros para evitar que lleguen en su totalidad a los pulmones. También enfrían el humo y lo hacen más fácil de inhalar.
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Están hechas de acetato de celulosa y no son biodegradables, aunque, tardan en degradarse en tres o cuatro meses si se manejan correctamente, pueden utilizarse para crear después productos como papel, composta y hasta plásticos para fabricar tejidos.
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A pesar de su pequeño tamaño, las colillas tienen sustancias perjudiciales para el medio ambiente como la nicotina, el alquitrán, el acetato de celulosa y diferentes hidrocarburos, así como metales pesados como plomo, arsénico y cianuro, de acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema).