Para este trabajo, los investigadores utilizaron UK Biobank, una base de datos biomédica que contiene la información genética, médica y de estilo de vida de medio millón de participantes del Reino Unido de manera anónima.
Se analizó a más de 500,000 participantes de entre 40 y 69 años que vivían en el Reino Unido entre el 2006 y el 2010. Los participantes proporcionaron regularmente muestras de sangre, orina y saliva, así como información detallada sobre su estilo de vida.
En el estudio se descubrió que, en comparación con las personas que informaron que nunca tomaban siestas, las personas que normalmente lo hacían tuvieron 12% más de probabilidades de desarrollar presión arterial alta y 24% más de sufrir un ataque o derrame cerebral.
“Este estudio hace eco de otros hallazgos que generalmente muestran que tomar más siestas parece reflejar un mayor riesgo de problemas de salud cardíaca y otros problemas”, asegura Grander, director del Programa de investigación de la salud del sueño y de la Clínica de Medicina Conductual del Sueño. También es profesor asociado de psiquiatría en la Universidad de Arizona en Tucson.
Además, los participantes menores de 60 años de edad que normalmente tomaban siestas tenían un riesgo 20% mayor de desarrollar presión arterial alta en comparación con personas de la misma edad que nunca tomaban siestas.
Después de los 60 años de edad, tomar siestas de manera habitual se asoció con un riesgo un 10% mayor de desarrollar presión arterial alta en comparación con aquellas personas que informaban que nunca tomaban siestas.