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¿Los charcos amarillos son de lluvia ácida? Expertos explican cómo identificarla

La contaminación atmosférica de las grandes urbes ha provocado que las precipitaciones sean dañinas para el ambiente.
sáb 08 abril 2023 07:00 AM
lluvia ácida
La lluvia ácida contiene ácidos de nitrógeno y de azufre.

En tiempos de guerra, escasez de alimentos, epidemias y altos índices de mortalidad ha llegado un quinto símbolo de destrucción, quizá no de alcance mundial, pero sí citadino: la lluvia ácida.

Expertos en clima y química, cual profetas de la antigüedad, advierten los inminentes azotes de este desequilibrio ambiental que podrían aumentar si ciudadanos y autoridades no retornan al buen camino, si no espiritual, por lo menos ecológico.

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Los causantes de la lluvia ácida

Carlos Álvarez Flores, ingeniero químico industrial por el Instituto Politécnico Nacional (IPN), cuenta que mientras se eleve el número de procesos de combustión, ya sea a nivel individual o colectivo, también se incrementará el fenómeno de lluvia ácida en las grandes metrópolis como la Ciudad de México.

Esto porque los óxidos de nitrógeno y de azufre, gases derivados de la quema de combustibles, suelen reaccionar con la humedad del ambiente y dan como resultado ácidos nítrico y sulfúrico disueltos en agua, es decir, lluvia ácida.

Y la culpa no solamente es de los automóviles y las fábricas, emisores de grandes cantidades de humo, sino también de los millones de pilotos de estufa y boilers encendidos que, permanentemente, emiten óxidos de nitrógeno al ambiente de la Ciudad de México.

“También hay que incluir los miles de carritos de tamales y rosticerías que, al quemar carbón, contribuyen a que haya más lluvia ácida”, agrega Álvarez Flores.

Por otro lado, están las fuentes generadoras de óxidos de azufre, entre las cuales no se encuentran ni las estufas ni los calentadores ni ninguna de las antes mencionadas; se trata, más bien, de combustibles con cierta concentración de azufre como el diesel de los camiones y el combustóleo, aún empleado en grandes instalaciones de generación de energía.

“Un estudio de hace dos años reportó que el 12% del dióxido de azufre de la megalópolis (Ciudad de México y estados aledaños) lo genera la termoeléctrica de Tula, Hidalgo”, precisa Álvarez.

Ese dióxido de azufre viaja constantemente a la Ciudad de México, sobre todo en época de secas, y cuando comienza la primera temporada de precipitaciones la lluvia ácida se hace presente, de acuerdo con Guillermo Ayala Álvarez, director de Alerta Temprana en la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, en la capital del país.

“Estamos esperando que las precipitaciones comiencen en la última semana de abril, aunque quizá vengan un poco desfasadas, porque este mes va a ser muy caliente con un incremento de temperatura de entre 3 y 5 grados respecto al año pasado. Esto puede hacer que las lluvias se retrasen un poco, porque la misma radiación del calor impide que los conglomerados de nubes puedan entrar a la Ciudad de México”, afirma este especialista.

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¿Los charcos amarillos son de lluvia ácida?

En redes sociales se adelantaron al pronóstico oficial, un ejemplo de ello es Antonio Mazín, quien en un video de TikTok mostró sustratos amarillentos en charcos de las calles, causados por una lluvia atípica ocurrida a finales de marzo en la Ciudad de México.

Las especulaciones tanto de Mazín como de decenas de sus seguidores se decantaron por una sola explicación: la lluvia ácida. No obstante, Guillermo Ayala desmiente esta versión y brinda la interpretación correcta del fenómeno.

“Esos charcos que quedaron no son otra cosa más que consecuencia del arrastre de polen propio de la temporada; los árboles en esta época desprenden más polen y es de color amarillo”.

Respecto al verdadero color de la lluvia ácida, Ayala comenta que suele ser blancuzco, pero principalmente se percibe por su forma de deslizamiento y después de que se secan las superficies donde cayó.

“Se aprecia mucho en los parabrisas de los automóviles donde el escurrimiento es diferente, mucho más denso que el de la lluvia normal, y también las gotitas de lluvia ácida que caen sobre la carrocería quedan marcadas; mientras que en casa se puede ver en las ventanas si el agua llega a permanecer ahí y no se desplaza, entonces tiende a manchar mucho los vidrios y, aunque se limpien, de todos modos quedan las figuras blancas de las gotitas”.

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El veredicto y la recomendación

Lo anterior es corroborado por Mónica Mercedes Moya Cabrera, investigadora del Instituto de Química, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien comenta que inclusive el agua puede estar muy ácida y, a la vez, conservarse incolora; en consecuencia, hace falta la medición experimental para validar la hipótesis de lluvia ácida.

“Con papelitos indicadores o con instrumentos especializados se puede saber si la lluvia es ácida, que sabemos tiende a disolver los metales o los minerales de las rocas, lo cual da como resultado distintas coloraciones, dependiendo de las reacciones químicas asociadas”.

Esta científica aclara que normalmente toda el agua es un poco ácida porque al entrar en contacto con el dióxido de carbono ambiental (gas que los seres humanos y animales exhalamos) forma un ácido suave llamado ácido carbónico.

“Con la lluvia ácida ocurre que, en lugar de disolver dióxido de carbono, disuelve óxidos de nitrógeno y de azufre, por lo que genera ácidos muy fuertes: ácidos nítrico y sulfúrico (previamente mencionados); por cierto, por un mecanismo análogo en lugares más fríos se produce la nieve ácida”.

La lluvia (o nieve) ácida por sí sola aumenta la acidez de los suelos, dando como resultado deterioro o muerte de la vegetación, y cuando entra en contacto con estructuras, partes y objetos metálicos de las ciudades se originan otras sustancias contaminantes que llegan a ríos, arroyos y, finalmente, a mares, de acuerdo con Moya, quien con el fin de evitar futuros escenarios apocalípticos concluye lo siguiente:

“Los efectos de la lluvia repercuten en el ciclo de vida de los ecosistemas, incluso en los océanos donde se alteran equilibrios biológicos. La recomendación para todos es tratar de bajar los contaminantes que emitimos a la atmósfera”.

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