Los causantes de la lluvia ácida
Carlos Álvarez Flores, ingeniero químico industrial por el Instituto Politécnico Nacional (IPN), cuenta que mientras se eleve el número de procesos de combustión, ya sea a nivel individual o colectivo, también se incrementará el fenómeno de lluvia ácida en las grandes metrópolis como la Ciudad de México.
Esto porque los óxidos de nitrógeno y de azufre, gases derivados de la quema de combustibles, suelen reaccionar con la humedad del ambiente y dan como resultado ácidos nítrico y sulfúrico disueltos en agua, es decir, lluvia ácida.
Y la culpa no solamente es de los automóviles y las fábricas, emisores de grandes cantidades de humo, sino también de los millones de pilotos de estufa y boilers encendidos que, permanentemente, emiten óxidos de nitrógeno al ambiente de la Ciudad de México.
“También hay que incluir los miles de carritos de tamales y rosticerías que, al quemar carbón, contribuyen a que haya más lluvia ácida”, agrega Álvarez Flores.
Por otro lado, están las fuentes generadoras de óxidos de azufre, entre las cuales no se encuentran ni las estufas ni los calentadores ni ninguna de las antes mencionadas; se trata, más bien, de combustibles con cierta concentración de azufre como el diesel de los camiones y el combustóleo, aún empleado en grandes instalaciones de generación de energía.
“Un estudio de hace dos años reportó que el 12% del dióxido de azufre de la megalópolis (Ciudad de México y estados aledaños) lo genera la termoeléctrica de Tula, Hidalgo”, precisa Álvarez.
Ese dióxido de azufre viaja constantemente a la Ciudad de México, sobre todo en época de secas, y cuando comienza la primera temporada de precipitaciones la lluvia ácida se hace presente, de acuerdo con Guillermo Ayala Álvarez, director de Alerta Temprana en la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, en la capital del país.
“Estamos esperando que las precipitaciones comiencen en la última semana de abril, aunque quizá vengan un poco desfasadas, porque este mes va a ser muy caliente con un incremento de temperatura de entre 3 y 5 grados respecto al año pasado. Esto puede hacer que las lluvias se retrasen un poco, porque la misma radiación del calor impide que los conglomerados de nubes puedan entrar a la Ciudad de México”, afirma este especialista.