Lecciones del circo para una empresa familiar
Aurelio era un niño muy inquieto que, en la década de 1870, salió de su casa en Zacatecas para seguir los pasos de una carpa de artistas ambulantes. Su padre fue tras él y lo regresó a casa, pero el niño –enamorado de las artes circenses– comenzó a entrenar, a escondidas, algunos trucos con sus dos hermanos. Cuando los tres se sintieron seguros de sus actos, fueron a trabajar a un circo. Finalmente, el 26 de agosto de 1888, ellos, los hermanos Atayde, fundaron su propia empresa.
Lo cuenta Celeste Atayde, gerente general del circo y miembro de la cuarta generación de la compañía familiar, que opera desde hace 129 años de manera continua. El Atayde es uno de los 400 circos que existen en el país y que han resistido diversas crisis, como la prohibición del uso de animales en 2014, un impuesto que por función se lleva 8% de las entradas, el pago de permisos formales y las cuotas de hasta 10,000 pesos diarios a organizaciones delictivas para establecerse en una población.
Como un camaleón, las empresas del circo han logrado adaptarse a estos vaivenes. Entre las maniobras para lograrlo, destaca la diversificación y la innovación, la institucionalización, la generación de alianzas y la pasión hacia a la industria. Todas, estrategias útiles para cualquier compañía.
Nuevos escenarios
El circo Garabato’s surgió hace 20 años en Guerrero, pero se estableció en el Estado de México. Comenzó por iniciativa de Cuauhtémoc Almanza, quien se presentaba como payaso en fiestas e incluyó las primeras botargas de caricaturas. Hoy, su hijo José retoma lo que su padre hizo al principio: renta el circo y ofrece espectáculos en fiestas infantiles, centros comerciales y empresas.
Además, diversificó su oferta e incluyó nuevas atracciones. “Antes, una simple caída del payaso hacía reír a chicos y grandes. Actualmente, ya no es suficiente”, explica José. Pese a ello, entre semana ofrece hasta ocho funciones, seis shows privados y, en abril y diciembre, lleva el circo de gira.
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La consultora PwC, en su publicación Perspectivas, afirma que al ampliar la oferta de productos y explorar nuevos mercados, las compañías tienen más posibilidades de enfrentar las crisis.
Un ejemplo de la innovación en el sector es el Cirque du Soleil, de origen canadiense, que fue el parteaguas en la década de los 90, para que los circos mexicanos vieran en las acrobacias y las representaciones teatrales una manera de hacer más rentables los espectáculos.
“Algunos circos dieron el paso, otros, de mentes más cerradas, no han logrado evolucionar”, dice Julio Revolledo, director de Artes Escénicas y Circenses Contemporáneas de la Universidad Mesoamericana. Los animales eran la principal atracción en una función, 50% de las entradas se debía a los actos con animales, asegura el académico. Entre 2015 y 2016, unos 80 circos cerraron porque no supieron innovar ante el cambio, de acuerdo con cifras de la Unión de Empresarios y Artistas de Circo (UNEAC).
Reglas y luces
El dato es conocido: una de las principales debilidades de las empresas familiares de todos los sectores es la carencia de un gobierno corporativo y consejos de administración, a pesar de que esto puede limitar el crecimiento de una compañía.
En el Circo Atayde, los roles están definidos y las decisiones relacionadas con los espectáculos, así como las inversiones y gastos, se toman en una junta de consejo en la que intervienen los familiares de la tercera y la cuarta generación, esta última sí tiene voz pero no vota.
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“Las decisiones las toman mi papá (Alberto) y mi tío Andrés. La quinta generación, donde están mis hijos y mis sobrinos, está más enfocada a participar en la pista, pero, tarde o temprano, tendrán que involucrarse en lo administrativo”, dice Celeste Atayde, quien estudió Administración de Empresas en el ITAM y fue bailarina.
Así como los restaurantes, las tiendas y los gimnasios, el Circo Atayde decidió franquiciar su nombre y su know-how a finales de los años 80. La razón: tardaban hasta dos años en regresar a una misma plaza a presentar su espectáculo, además de que los costos de traslado eran altos. Así que otorgó su nombre a cuatro circos de provincia, que hoy están de gira continua por la República Mexicana.
Los actos no son los mismos en ninguna de las carpas, pero el modelo de presentación y cómo “visten” el show tienen el sello de la familia Atayde. La franquicia maestra los capacita y trata de transmitir la pasión que caracteriza al circo.
Vitaminas de alegría
Aunque los cirqueros han pensado en desertar, el amor por el circo los ha hecho reinvertarse. Su fórmula es la pasión, la comunicación y el legado. Estos son algunos de los aprendizajes:
1. De pie. En 1968, el circo de la familia Esqueda sufrió un accidente: la mamá y dos hermanas de Hortensia Esqueda, su cuñado y dos sobrinos fallecieron, pero eso no le quitó el ánimo. Hace 16 años, ella y su esposo fundaron los circos Solary, que ofrecen shows temáticos con artistas internacionales. “Lo que nos mantiene de pie es luchar por lo que sabemos hacer”, dice.
2. En equipo. El primer martes de cada mes, los empresarios del circo se reúnen en la Ciudad de México para encontrar soluciones a los problemas de la industria. La UNEAC representa al gremio y cabildea para agilizar los permisos, homologar trámites, pelear porque se bajen los impuestos y conseguir educación para los niños que viven en el circo, explica José Almanza.
3. Empeño. “Hablar de Atayde es decir circo, como quien dice Kleneex y se refiere a los pañuelos desechables”, dice Celeste Atayde, al recordar que el circo ha pasado también por crisis económicas, cambios de gobierno, de idiosincrasia y, aun así, se ha reinventado.