OPINIÓN: Cashless, el futuro del dinero electrónico
Nota del editor: Carlos González es egresado de la facultad de Física de la Universidad Complutense de Madrid, tiene estudios de Derivados por el IEB / Options And Futures Institute. Actualmente lidera la estrategia de negocio de la práctica del sector bancario en everis América, con foco especial en temas de transformación digital en el sector. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) – Dinamarca, Suecia y Noruega están estableciendo planes para, en los próximos años, eliminar el dinero físico. De hecho, en esos países menos del 5% de las transacciones se realizan por este método, los bancos han dejado de proveerlo y se están eliminando progresivamente los cajeros. Mientras que en países como Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Canadá o Francia más del 80% de los pagos se realiza sin efectivo.
Esta tendencia obedece no solo a la comodidad que representa para los usuarios no portarlo. El dinero electrónico presenta ventajas claras que han animado a estos países a fomentar su uso: el efectivo es caro de producir, de almacenar y de transportar; genera ineficiencias a la población en cuanto a tiempos de espera en cajeros o sucursales; aumenta los índices de criminalidad derivados de robos a instituciones o particulares; tiene importantes costos medioambientales; pero, sobre todo, se presta a un uso fraudulento no controlado por las instituciones.
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No por nada, desde la primera mitad del siglo XX ya existían distintos tipos de tarjetas bancarias o de empresas. Llegaron después las transferencias electrónicas y otros métodos de pago sin efectivo. Aunque el boom de los smartphones es el que ha revolucionado los medios de pago digitales en los últimos años.
Caso contrario en América Latina, donde las cifras de uso de dinero físico parecen inversas a las de países más avanzados. De acuerdo con diferentes estudios, alrededor del 80% de los pagos en México y Brasil se realiza en efectivo. Esta cifra es similar al porcentaje de efectivo en curso sobre el Producto Interno Bruto de cada país.
Sin embargo, esto se está transformando rápidamente con la penetración de pagos electrónicos, creciendo a una velocidad vertiginosa. Hay más de 160 millones de tarjetas en circulación en México y un uso de aplicaciones móviles de los Bancos cercano al 20%. Así que las nuevas generaciones, con mayor tendencia a usar la tecnología, harán variar las cifras muy pronto.
La evolución
Es innegable que ha comenzado una nueva era en el escenario de los pagos electrónicos, con un número incalculable de nuevas fintech en competencia o en asociación con las instituciones de pago tradicionales.
En tan poco tiempo ya hay empresas consolidadas con una importante parte del pastel como Paypal, que ha realizado más de 800,000 millones de dólares (mdd) en transacciones en el primer trimestre de este año. Los gigantes de la industria como Apple o Google ya se han posicionado con Google Wallet o Apple Pay, lo cual hace indicar que el segmento de los pagos móviles es apetecible y lo será más en el corto plazo.
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También están empujando fuerte las fintech, especializados en un ámbito concreto de la cadena o tratando de hacerse un hueco no menor en este entorno (como Kash, wepay, square, izettle) y un sinfín de empresas de mayor o menor tamaño que se van repartiendo el negocio de pagos en el nuevo escenario.
En línea con esto las instituciones financieras tratan de mantener su posición ofreciendo servicios innovadores y de mayor valor, a una velocidad nunca antes vista, que incluye fuertes inversiones en tecnologías y renovación de todo el portafolio de soluciones para pagos móviles.
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Los bancos están apostando fuerte para mejorar la experiencia del usuario, poniendo a disposición de sus clientes, wallets, pagos móviles persona a persona sin necesidad de disponer de tarjetas, una banca móvil avanzada con múltiples funcionalidades, pagos NFC, dispositivos de cobro móvil para comercios y un sinfín de nuevas posibilidades. En ocasiones, los bancos ofrecen dichas soluciones en asociación con los fintech de este ecosistema, con una visión muy innovadora de colaboración.
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A esos medios de pago hay que sumarle las monedas puramente digitales como el Bitcoin , que ha tenido una historia de adeptos y detractores, pero con las cuales en la actualidad se realizan más de 250,000 transacciones diarias.
Es posible, de hecho, que estemos viviendo el primer episodio de la nueva temporada de los pagos digitales: independientemente del éxito de Bitcoin, la tecnología que lo sustenta, denominada Blockchain, está siendo analizada por todo el mercado como una alternativa segura y fiable para las transacciones monetarias y de activos en general. Esto puede revolucionar los pagos tal como los conocemos, incluso en la era digital.
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En definitiva, muchos cambios en muy poco tiempo que parecen acorralar al dinero físico utilizado durante tantos años, de este análisis, se originaba en mi cabeza la pregunta, ¿le quedará a la moneda el mismo tiempo de vida en días como años vividos?; es decir, ¿menos de una década?
Hay muchos factores que van a influir en esa predicción, las comunicaciones serán un actor clave en este proceso, que será distinto por zonas geográficas, igual que han sido determinantes los niveles de bancarización en la evolución de los pagos con tarjeta, con una media de países desarrollados por encima de 90% y países en vías de desarrollo por debajo de 40%. El futuro de los pagos móviles estará plenamente condicionado por la cobertura de red y el grado de penetración de los smartphones.
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Este nuevo escenario no podía ser perfecto, nuevos riesgos nacen con él. Pero las empresas están invirtiendo fuertemente en ciberseguridad para garantizar el funcionamiento correcto del sistema. Las civilizaciones han ido adecuando, sus usos y costumbres a las distintas épocas y como no podría ser de otro modo, la moneda se está adecuando a la era digital a una velocidad propia de la misma.
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El impacto de esta tendencia en México traerá consigo grandes beneficios como: la disminución de la economía informal y por consiguiente la bancarización, y con ello el incremento del PIB.
Además, generará ahorros para el Estado en lo concerniente a la producción y gestión del dinero, y la posibilidad de contar con mejores sistemas de fiscalización.
Recientes estudios indican que naciones con gran uso de efectivo concentran aproximadamente 40% de su PIB en la economía informal; en tanto, países con mayor empleo de dinero electrónico, el porcentaje es del 20%, según datos del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO).
México debe impulsar políticas públicas, junto con la iniciativa privada, para incentivar el uso de pagos electrónicos y la desaparición gradual del dinero físico.