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OPINIÓN: Libre de ideología, Trump puede ser un buen negociador

Muchos analistas ven la falta de experiencia política de Trump como un pasivo; él será el primer presidente de Estados Unidos que no ha servido ni en la política ni en el ejército.
vie 25 noviembre 2016 11:30 AM
¿Habrá cambios?
¿Habrá cambios? Es muy probable que Donald Trump, en la presidencia, sea el mismo Trump de la campaña, señalan analistas. (Foto: Drew Angerer/Getty Images)

Nota del editor: Richard Galustian es un analista de negocios y seguridad que ha vivido en Libia desde 2011. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) – En su campaña electoral, Donald Trump fue alabado por sus partidarios (y censurado por los críticos) por decir en voz alta lo que muchos votantes ordinarios estaban pensando.

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Desde la migración a la economía, pasando por la política exterior y los correos electrónicos de Hillary Clinton, su estilo franco le ganó seguidores y enemigos en igual proporción. Esos seguidores ahora lo han enviado a la Casa Blanca.

Los expertos, habiendo predicho su fracaso, ahora tienen problemas para predecir cómo dirigirá la política exterior de la única híper-potencia mundial.

La respuesta factible es la más obvia: Es muy probable que Trump, en la presidencia, sea el mismo Trump de la campaña. Franco, directo. Dedicado a una creencia: golpear el tambor de Estados Unidos. Usando un método para lograrlo: la negociación.

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OPINIÓN: Nepotismo, la amenaza del gobierno Trump

Muchos analistas ven la falta de experiencia política de Trump como un pasivo; él será el primer presidente de Estados Unidos que no ha servido ni en la política ni en el ejército.

¿Pero podría ser también un activo? ¿Podría un negociador ser justo lo que necesita un mundo envuelto en crisis?

El ex secretario de Estado Henry Kissinger, el mejor negociador político de los tiempos modernos, cree que sí. La semana pasada describió a Trump como el "más singular" presidente electo que haya conocido en su vida. "No tiene ninguna obligación con ningún grupo en particular porque se ha convertido en presidente por su propia estrategia", dijo.

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La falta de experiencia en el escenario mundial allanó el terreno cuando Ronald Reagan llegó al poder, y su mandato vio uno de los mayores triunfos de Estados Unidos en el final de la Guerra Fría y el colapso de la Unión Soviética.

Confucio dijo 500 años antes del nacimiento del cristianismo que "el principio de la sabiduría es llamar a las cosas por su nombre", y Trump abraza esa estrategia con gusto. De hecho, el fin de la corrección política fue su grito de campaña, y probablemente le ganó las llaves de la Oficina Oval. Su gran idea -que un sistema sofocado por la burocracia y los medios de comunicación liberales está roto- lo llevó a la Casa Blanca.

Libre de ideología, de equipaje político y de los arreos que éstos conllevan, Trump puede mirar al mundo a los ojos, su principio rector esbozado en su grito electoral: Hacer a Estados Unidos grande otra vez.

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Él ya ha dado un primer paso, declarando que va a desmantelar el acuerdo comercial Transpacífico, que en opinión de muchos estadounidenses favorece a los ricos líderes empresariales a costa de decenas de miles de empleos en Estados Unidos que se exportan al extranjero.

Sus palabras causaron consternación en China, y si alguien duda que Estados Unidos sigue siendo la potencia en el bloque económico mundial, el primer ministro japonés Shinzo Abe resumió el mensaje, declarando en Perú el lunes, "El TPP sin Estados Unidos no tiene sentido".

La política exterior de Trump es desconocida, pero es probable que sea tan contundente como sus discursos de campaña.

OPINIÓN: 100 días para administrar la incertidumbre

¿Rusia? Llegar a un acuerdo. Ni Moscú ni Washington necesitan que las tensiones en Oriente Medio o Europa se desborden, y ninguno amenaza directamente al otro, por lo que hay que pactar un acuerdo.

Especialmente si pueden encontrar alguna manera de resolver la herida abierta que es Siria.

¿Los chinos? Trabajar con ellos, si ellos trabajan con Estados Unidos.

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¿Irán? Si funciona el acuerdo para levantar las sanciones a cambio de eliminar las armas nucleares de Teherán, hay que mantenerlo. Si no, hay que hablar con ellos sobre un nuevo acuerdo.

¿Europa? Lo mismo. Si los países europeos pagan su justa parte por su defensa común, Estados Unidos puede - puede - estar abierto a un acuerdo con los estados miembros de la Unión Europea.

¿Y Libia, que el presidente Barack Obama ha declarado el mayor error de política exterior en sus ocho años en la Casa Blanca?

OPINIÓN: Trump debe resolver conflictos de interés

Mahmoud Jibril, ex primer ministro de la administración rebelde que surgió en la primavera árabe de Libia para combatir a Moammar Gadafi, dijo que la clave para Libia, al igual que para Siria, es aprender a trabajar con Rusia: "Si Trump puede lograr algún tipo de acercamiento con Rusia, entonces existe la probabilidad de que pueda alcanzarse algún tipo de transacción sobre varios problemas de la región de Oriente Medio y Norte de África".

Y se alcanzará con la mente directa y contundente de un hombre de negocios. Estados Unidos ha estado respaldando al impopular y no electo Gobierno de Acuerdo Nacional libio, que no ha logrado convertirse en un gobierno ni encontrar un acuerdo en un país convulsionado por la violencia.

OPINIÓN: El modelo presidencial de Trump

Un enfoque de Trump puede ser que, si aquél no puede ganarse el respeto de los libios o traer la paz, ¿qué está haciendo Estados Unidos apoyándolo?, ¿por qué no encontrar otros grupos para construir juntos una paz que significaría una preocupación mundial menos para Estados Unidos?

Las negociaciones de Trump, haciéndose eco de las de Kissinger, pueden encarnar el espíritu de la realpolitik en el siglo XXI, empleando habilidades políticamente heterodoxas para hacer el trabajo.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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