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OPINIÓN: El modelo presidencial de Donald Trump

El republicano es quizás el consumidor más ávido de medios en ser elegido presidente y se ha formado impresiones de los presidentes que ha visto gobernar a Estados Unidos.
vie 18 noviembre 2016 07:52 AM
Influencia
Influencia Donald Trump podría ser como el Nixon que sorprendió al mundo usando su credibilidad de la Guerra Fría para llegar a la China comunista, señalan analistas. (Foto: SAUL LOEB/AFP)

Nota del editor: Michael D'Antonio es autor del libro The Truth About Trump y escribe para CNN una serie de columnas sobre el presidente electo Donald Trump. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) – Era una visión que nunca habíamos tenido del hombre que ha sido el foco constante de atención de los medios durante más de 30 años. Donald Trump apareció lánguido, si no es que un poco impactado, al sentarse con el presidente Barack Obama en la Oficina Oval la semana pasada.

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Sus asistentes le dijeron a The New York Times que su hombre estaba realmente sorprendido por el éxito de la campaña para captar el voto resentido que le ganó la presidencia.

En Washington, Trump y Obama discutieron la próxima transferencia de poder y la extraordinaria responsabilidad del cargo. Según lo escuchado, el presidente electo agradeció la sesión. Durante el breve momento en que la prensa fue invitada a pasar, Trump repetidamente llamó a Obama "un hombre muy bueno" y dijo que buscaría su consejo en el futuro.

Esta declaración parecía más sincera que el típico discurso de cooperación que sigue a las elecciones, como si Trump reconociera que necesita ayuda. Un día después habló de conservar partes del Obamacare, cuando había dicho previamente que lo derogaría de inmediato en su totalidad al tomar posesión del cargo.

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Aunque Trump puede llegar a apreciar las fortalezas de Obama, no construirá su presidencia siguiendo el ejemplo de un hombre a quien ha destrozado durante gran parte de los últimos ocho años. Esto lo deja con el desafío de encontrar un modelo presidencial que lo ayude a cumplir con la afirmación de que él tiene el temperamento para servir.

¿Transformación?

Su molesto tuit sobre las protestas contra su elección - "¡muy injustas!" - reveló que el temperamento es un trabajo aún pendiente para el hombre que ha confesado ser "un quejica impresionante". Sin embargo, Trump no tiene más opción que transformarse a sí mismo de una irritable celebridad a jefe ejecutivo y comandante en jefe.

No siendo un lector de libros, Trump no buscará un modelo en el Abraham Lincoln de Team of Rivals de Doris Kearns Goodwin, ni tampoco en el Andrew Jackson de American Lion, de Jon Meacham. No obstante, es quizás el consumidor más ávido de medios en ser elegido presidente y se ha formado impresiones de los presidentes que ha visto gobernar el país.

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Entre los presidentes más recientes, desde Ronald Reagan hasta Obama, Trump ha visto muchas cosas criticables. Aunque recientemente elogió a Reagan, cuando estaba en el cargo Trump cuestionó su capacidad. En su libro Trump: The Art of the Deal (El arte de la negociación), dijo que Reagan era tan "afable" que se necesitaron siete años para que la gente "se preguntara si había algo debajo de esa sonrisa".

Trump alguna vez fue cercano a Bill Clinton, pero lo trituró en su campaña contra Hillary Clinton. En esa campaña también criticó en varias ocasiones a George W. Bush. Y, aunque me dijo que admiraba las habilidades de Obama, Trump construyó su basamento político en una sugerencia racialmente provocativa y falsa de que su predecesor no nació en Estados Unidos y por lo tanto no era elegible para el cargo.

A la luz de su dudosa actitud respecto a los que ocuparon la Casa Blanca desde 1980, debemos retroceder más para buscar un modelo del que Trump pueda abrevar.

nullTrump es algo joven para identificarse con Dwight D. Eisenhower. Además, fue Ike quien espoleó a la burocracia federal contra el padre de Trump, Fred Trump Sr., por sospechar que abusó de un programa de vivienda para veteranos y la clase media. Así que el general no podría servirle de ejemplo a Trump.

La riqueza de John F. Kennedy, el glamur y el estatus de símbolo sexual hubieran apelado a Trump en lo tocante al estilo. Sin embargo, hasta donde sé, Trump nunca ha dicho nada notable sobre Kennedy, Lyndon Johnson o Gerald Ford.

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Jimmy Carter, en opinión de Trump, "tenía el valor y las agallas" para ser elegido, pero "no pudo hacer el trabajo".

¿Nixon?

Este proceso de eliminación sugiere que acaso sea Richard Nixon a quien Trump elegirá emular.

Una atenta mirada demuestra que Trump ya ha seguido el modelo de Nixon de maneras importantes. Durante su campaña ganadora, Trump pidió prestado a Nixon el término "mayoría silenciosa", que fue utilizado por la candidatura republicana para referirse a los estadounidenses que apoyaban silenciosamente su agenda en 1967.

Cuando esas palabras aparecieron en las pancartas de Trump en 2015, pocos periodistas que lo cubrían eran lo bastante viejos como para recordar el origen del término. También eran demasiado jóvenes para haber experimentado la retórica anti-prensa que practicaba Spiro Agnew (compañero de fórmula de Nixon que llamó a los periodistas "elitistas parloteros del negativismo"), o la retórica de ley-y-orden que era el mensaje de Nixon para los blancos del sur consternados por el movimiento pro derechos civiles.

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En la búsqueda de un modelo a seguir para Trump, el temperamento del presidente electo y su campaña evocan otra de las consignas que resonó en 1968: Nixon's The One. (Trump dijo "sólo yo" puedo arreglar los problemas del país).

La conexión de Trump con Nixon se consolidó cuando el desprestigiado presidente, forzado a dejar el cargo por el escándalo de Watergate, le envió a Trump una especie de carta de admirador luego de que su esposa viera al joven Trump en la televisión en 1987.

"Yo no vi el programa", escribió Nixon. "Pero la señora Nixon me dijo que estuviste genial. Como puedes imaginar, ella es una experta en política y pronostica que cuando decidas postularte, ¡serás un ganador!".

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Otra conexión con Nixon

Las referencias de Nixon a la grandeza futura de Trump serían usadas con frecuencia por el candidato en la campaña 2015-2016. Trump también confiaría en un antiguo lugarteniente de Nixon, uno de los pocos supervivientes de su reelección en 1972, para configurar tanto su identidad política como su estrategia.

Cuando se trata de política, nadie ha estado más cerca de Trump que Roger Stone , que mantiene hasta el día de hoy su credibilidad como operador extremo, que se forjó cuando simuló ser un donante socialista para destruir al rival republicano de Nixon, el legislador por California Pete McCloskey, en 1972.

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De la misma forma en que Trump utilizó un enfoque de “todo vale” para prevalecer en los negocios, Stone es conocido como un genio de las artes oscuras en la política y su estilo nixoniano se podía apreciar en la cantinela Lock her up! (¡Enciérrenla!) dirigida contra Hillary Clinton en los mítines del republicano. (No está claro si Stone acuñó la frase, pero le encantaba usarla.)

Además de azuzar el prejuicio y etiquetar a la prensa como enemigo del pueblo, Trump coincide con Nixon cuando se trata de su resentimiento hacia la élite. Nixon odiaba a los privilegiados de la clase alta, y Trump ha buscado durante mucho tiempo separarse de la élite presentándose a sí mismo como el multimillonario del pueblo.

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Y al igual que Nixon, que tenía una lista de enemigos, Trump parece alimentar rencores.

Pero por mucho que se parezcan, dos factores clave separan a Trump y Nixon. En primer lugar, Trump es un hombre mucho menos focalizado y por lo tanto más sujeto a la influencia. En segundo lugar, Trump tiene más hambre de ser amado (un clásico rasgo Baby Boomer), lo que lo hace más deseoso por complacer.

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Llevado adecuadamente, Trump podría ser como el Nixon que sorprendió al mundo usando su credibilidad de la Guerra Fría para llegar a la China comunista. La reculada de Trump en su promesa de revocar inmediatamente el Obamacare indica justo esa característica.

Quienes temen a Trump en su peor versión deberían tratar de fomentar este elemento en el estilo del presidente electo, recordándole que su condición de ‘outsider’ le da la oportunidad de triunfar de maneras sorprendentes.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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